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Respuestas a Salinas de Gortari
El expresidente se puso preguntón. Ya me dirá si atino en las respuestas, especialmente en materia de cultura.
Digan misa, que Carlos Salinas de Gortari es más inteligente que Vicente Fox y Felipe Calderón. Al menos por los textos publicados en el periódico Reforma el primer día de este año. Claro, se extraña la aportación de Ernesto Zedillo que seguramente también sería brillante. Como si viviera, no nos haría mal algún escrito de José López Portillo. No así Miguel de la Madrid, de lucidez opaca. Cosas de la democracia, leer a exmandatarios es aleccionador. Sobre todo cuando algo obsequian de un tema en el que han sido avaros tras su sexenio: la cultura.
A partir de un demonial de preguntas, Salinas elude mucho de lo que quisiéramos que hablara. Cuestiona lo que debería decir. Su artículo Cuatro temas y algunas preguntas para la agenda del elector, se divide en 18 numerales e incluye como apartado IV “Intelectuales orgánicos y equipo”. El exhabitante de Los Pinos dirige su mensaje a quien bien entienda esa gramsciana dimensión a estas alturas de la posverdad. Me ocuparé de cinco preguntas que vienen del 15 al 18 para llevar agua a los molinos de la reforma cultural que promovemos. Ese ajuste estructural que Salinas dejó de lado en su administración, pese a que la cultura, al lado de la “intelectualidad orgánica”, fue de sus mayores ejercicios de poder. Aunque elabora una audaz provocación, resulta inaudito que el expresidente inquiera sin aludir a su experiencia. Aleccionar sería de mayor provecho.
Así las cosas, los electores afectos a mantener con vida a Antonio Gramsci debemos preguntar a los precandidatos a la presidencia de la República: ¿quiénes son sus “intelectuales orgánicos”? Si acaso entienden y participan de la postura salinista los aspirantes Meade, Anaya, López Obrador, Zavala y demás anhelantes, el tabasqueño sería el primero en responder. Sabemos que lo rondan personajes como Elena Poniatowska, Paco Ignacio Taibo II, Lorenzo Meyer, Eduardo Vázquez, Héctor Vasconcelos, Alejandra Frausto... Entre los otros giran Jorge G. Castañeda, Consuelo Sáizar, Teresa Vicencio, Lidia Camacho, Jorge Volpi, Andrés Roemer, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Juan Ramón de la Fuente... La lista (larga) incluye a empresarios, periodistas, sacerdotes, etcétera, un elenco poderoso para enaltecer el método gramsciano.
Otra: ¿son realmente intelectuales dispuestos a “dudar de las verdades supuestas y convenientes y a saber la verdad a fondo”? A la cita ya referida en su libro Aliados y adversarios, la respuesta es: no hablarán de la capacidad de mentir de los “intelectos orgánicos”.
Y la tercera: ¿son intelectuales que promueven estereotipos y “hechos alternativos” (auténticos enemigos de la verdad), incapaces de una comprensión seria y profunda de la historia nacional e internacional? Aquí van, señor expresidente, las filias y las fobias de cada uno. Tampoco dirán mucho.
La cuarta: ¿evitarán a los intelectuales que promueven “mala historia” y derivan de ella “mala política”? Me temo que no, don Carlos.
¿Qué papel juegan nuestras culturas en estas causas, tanto nuestras culturas milenarias como la generación cultural del país en todas las épocas hasta hoy? Son incapaces de responder, ya que en este campo carecen de una visión de Estado, doctor. A los “pre” les importa un bledo esa arista. Usted no quiso hacer una reforma cultural, tampoco los demás que se han puesto la banda presidencial.
¿Cómo proponen convertir la grave crisis cultural que atravesamos y convertir la desesperanza que da paso a la decadencia, en valores de esperanza y fortaleza? No tienen ni idea, pero en el libro ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024 (Editarte Publicaciones), les decimos cómo. ¿Le interesa enterarse, exmandatario?