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Retos para la recuperación económica
El Fondo Monetario Internacional revisó al alza la proyección del crecimiento económico mundial para 2021 a 5.5%. Después de la contracción experimentada en 2020 (-3.5%), es una buena noticia, pero hay que tomarla con una pizca de sal. El que la recuperación sea real, sostenida y pueda beneficiar a todos, dependerá de las decisiones que se tomen en el corto plazo en varios campos. De entrada, la eficacia, amplitud y rapidez de los programas de vacunación serán cruciales para la recuperación, como destaca Michael Spence, ganador del Premio Nobel de Economía en un reciente artículo (https://tinyurl.com/zykdfrc4). Importa tanto la proporción de la población que se vacune en el país, como lo que ocurra en los demás países, aún en aquellos con los que tengamos pocos lazos comerciales, de inversión o de turismo. Esto se debe a que, para detener o al menos ralentizar el proceso de mutación y aparición de nuevas variantes del virus, es necesario elevar cuanto antes el nivel de inmunidad en todo el mundo. Por eso urge que todos los países logren vacunar a la mayor parte o la totalidad de su población lo antes posible.
La recuperación tendrá diferentes velocidades entre sectores y países, como también señala Spence. Algunos sectores de la economía fueron poco afectados por la crisis, en particular los relacionados con las tecnologías digitales o los que pudieren adaptarse fácilmente a la digitalización. En contraste, los sectores que requieren contacto directo entre personas sufrieron grandes daños por las restricciones a la movilidad y cierre de actividades. En la medida que se relajen algunas de las restricciones que hoy enfrentan, muchos sectores podrán experimentar alto crecimiento impulsados por la demanda reprimida, pero difícilmente podrán regresar niveles de actividad observados antes de la crisis mientras no sea posible mayor interacción social, lo que depende de la vacunación. El turismo, por citar un caso, será particularmente sensible a la confianza que proyecten los diferentes centros turísticos sobre el control de la pandemia ya que existen múltiples opciones para los viajeros. No es tema menor para nosotros. El PIB turístico representó el 8.7% del PIB nacional en 2019 y es una fuente de millones de empleos. La “nueva normalidad” también podrá traer cambios estructurales con impacto diferenciado por sector y grupo. Por ejemplo, es probable que aún terminada la pandemia, muchas empresas y trabajadores opten por continuar trabajando remotamente al menos parte del tiempo, lo que modificará la demanda por espacios de oficina y los servicios complementarios.
Los países pueden hacer mucho para lograr una recuperación económica que no sólo sea rápida sino también sostenida, que beneficie a la mayoría y aumente la resiliencia ante posibles choques futuros. Entre las cuestiones a cuidar están las siguientes. Primero, como ya se mencionó, México debe acelerar y mejorar la logística de aplicación de vacunas. Segundo, ampliar y mejorar acciones de apoyo dirigidas a personas y a evitar cierre de empresas. Las medidas aplicadas hasta ahora en México han sido escasas y mal direccionadas en comparación con países de la OCDE y aún de América Latina. Tercero, también son necesarias acciones para facilitar la reconversión de empresas ante una nueva realidad que enfatiza la digitalización. La crisis afectó desproporcionadamente a aquellos con pocas destrezas o dificultad para conducir su actividad remotamente, sea por la naturaleza del trabajo o la falta de infraestructura. Como suelen percibir menores ingresos, se profundiza la pobreza y la desigualdad. En este sentido, es fundamental mejorar la preparación de las personas para los empleos y oficios del futuro, en un mundo que cambia a gran velocidad y que demandará nuevas habilidades. Cuarto, se requiere elevar la inversión pública y privada. La pública debería generar un entorno propicio para mayor crecimiento futuro y mayor bienestar para la sociedad en general, incluyendo salud, educación, infraestructura y tecnología digital así como ayudar a las empresas a adaptarse a una economía digital, lo que implicaría reorientar el gasto destinado a inversión actualmente. Igualmente, debe propiciarse la inversión pública y privada congruente con una mayor sostenibilidad ambiental, propiciando proyectos que contribuyan a detener el cambio climático.
La crisis económica en México inició antes de la pandemia y la contracción sufrida estuvo entre las peores del mundo: -8.5%. Aunque hay algo de recuperación, el crecimiento esperado para 2021 por el FMI es de 4.3%, menor al promedio mundial. Hay, sin embargo, algunas luces entre tantas sombras. La economía de Estados Unidos, por mucho nuestro principal socio comercial, se reactiva y se estima crecerá a 5.1% este año, apoyada por un gigantesco programa de vacunación y el billonario paquete de estímulos fiscales del Presidente Biden. El T-MEC y el conflicto comercial con China, también ofrecen oportunidades para México. Se fortalecerá la demanda por exportaciones mexicanas y por consiguiente impulsará el crecimiento económico en México, pero para sacarle todo el jugo a las oportunidades que se presentan tenemos que alterar el rumbo y reforzar la confianza en el país, tan minada por decisiones recientes.
* El autor es especialista en economía y desarrollo. Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Opiniones personales.
Twitter: @GustavoMerinoJ