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Opinión

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El mundo no nos espera

Tenemos nueva presidenta, y todos queremos que le vaya bien. Qué bueno. Pero mientras en México nos enfocamos en nosotros mismos, el mundo no se detiene y nos está dejando atrás. 

En los últimos años, y especialmente en lo que va de este, el mundo avanza a pasos agigantados en la transición energética, mientras aquí parece que el tren nos pasa por delante. Sobran ejemplos: esta semana cerró la última carboeléctrica en Reino Unido, cuna de la revolución industrial. En Europa, vemos precios spot de energía negativos. En marzo, por más de ocho horas, España cubrió la totalidad de su demanda con fuentes renovables, con la capacidad de almacenamiento (BESS) jugando un rol crucial para estabilizar la red eléctrica.

América Latina no se queda atrás. Entre el cuarto trimestre de 2023 y 2024, Brasil comenzó la construcción de 5 GW de energía fotovoltaica y 14.7 GW eólica, sumando 19.8 GW. En Chile, son más de 10 GW fotovoltaicos, 2.9 GW eólicos y 2.7GW duales, con un total de 15.7 GW, y en Perú, el total es de 2.6 GW. En contraste, México apenas reporta 1.5 GW de capacidad en construcción según la misma fuente.

Quizá lo más sorprendente, y relevante para México, es que la nueva revolución energética ya es un hecho en EU, con Texas (ERCOT) como su centro. Que este boom ocurra en Texas debería despejar las dudas de cualquier escéptico que crea que esto se trata de una moda ambientalista. Es buen negocio, y por eso los texanos están invirtiendo como nunca. Algunas cifras que lo demuestran: se proyecta que la capacidad solar instalada alcance alrededor de 30 GW a finales del año, un aumento considerable desde los 22.2 GW operativos a principios de 2024. Además, se espera que ERCOT añada 2,200 MW de capacidad eólica nueva, lo que elevaría la capacidad total instalada de energía eólica a alrededor de 41,400 MW. También se prevé que la capacidad de almacenamiento de baterías se duplique, alcanzando cerca de 10,923 MW para fin de año. Esto último, la explosión de las baterías o BESS, está acelerando los cambios en los mercados energéticos a nivel mundial.

Al igual que ocurrió con la energía fotovoltaica, los precios de los equipos de almacenamiento de energía han caído de forma estrepitosa, mientras su desempeño ha mejorado notablemente. Esto ha hecho realidad proyectos que antes eran inviables económica o técnicamente. En particular, la combinación de energía solar con almacenamiento empieza a resolver la intermitencia de las energías renovables. Esta combinación está transformando los patrones de consumo en miles de centros de carga, que enfrentaban costos enormes, sobre todo por consumos en horas pico. A largo plazo, esta combinación podría llevar a precios marginales de energía cercanos a cero, con implicaciones como la viabilidad de la desalinización a gran escala.

Mientras esto pasa en el mundo, en México nos seguimos viendo el ombligo. Los últimos seis años han sido una oportunidad perdida. Podríamos tener una capacidad renovable significativa y estar en la nueva ola de crecimiento si se hubieran mantenido las subastas de largo plazo, pero no fue así.

El nuevo gobierno, liderado por una presidenta que entiende, y muy bien, de energía, tiene una gran oportunidad. Hay muchos problemas en el sector, entre ellos Pemex y la red de transmisión, que sólo el Estado puede resolver. Sin embargo, en generación y almacenamiento, hay un sector dinámico listo para crecer y hacer a México más competitivo. Ojalá nuestra nueva presidenta científica deje atrás los dogmas y lo entienda.

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