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Nuestra industria textil
El contrabando técnico, subsidios a la producción y la competencia desleal afectan la industria textil, que tiene potencial para generar empleo y un impacto positivo en otras industrias. Sin embargo, enfrenta retos por la competencia ilegítima en el mercado.
La industria textil mexicana está en riesgo. En los últimos años se ha perdido uno de cada cinco empleos; desde 2019 importamos más de lo que exportamos. El PIB de la industria textil ha disminuido a una tasa anual de 4.8 por ciento. Se trata de una industria que, en realidad, sobrevivió a los procesos de apertura comercial, pero que ha sido seriamente afectada en los años recientes por la competencia desleal, proveniente de países con los que no tenemos tratado. Tenemos contrabando técnico, bronco y sufrimos del problema de importar mercancías que reciben subsidios para su producción. Eso ha afectado a una industria textil que puede competir, que puede desarrollar un medio ambiente que impacte de manera positiva a otras industrias, que es fundamental para generar empleo en varias zonas del país, pero que enfrenta una competencia que simplemente no es legítima. El contrabando, además, impide asegurar la calidad y características de los productos importados, así como garantizar los derechos de propiedad intelectual.
Es por eso que desde el gobierno federal se trabajó con la industria textil para establecer mayores aranceles a las importación de productos, principalmente terminados, de productos textiles provenientes de países con los que no tenemos tratado comercial, así como mecanismos para evitar el contrabando técnico. No es conveniente permitir la importación, supuestamente temporal, de productos terminados que no tributan arancel alguno. Con la medida se asegura la adecuada proveeduría de los insumos, con los que son de origen nacional, pero también de los de importación, en condiciones que garantizan la competitividad de la industria. Existe la convicción de apostar por el libre comercio, de desarollar industrias sanas, pero en condiciones en las que se pueda competir.
Falta, además, poner en operación una política industrial que nos permita potenciar nuestra industria textil y, en general, de la moda, para desarrollar más marcas propias, innovar en diseño, incrementar la producción de algodón, incorporar más tecnología y ligar a la industria textil a otras, como la creativa y a la de turismo. La política comercial del país tiene que desarrollarse junto a la industria, con mecanismos que permitan su crecimiento para poder crecer de manera sostenida y generar empleo. Es lo que las nuevas circunstancias demandan.