La nueva revolución psicodélica

Al igual que en los años 50 y 60, cuando los hippies salieron a las calles a manifestarse en contra de la Guerra de Vietnam y crearon un movimiento contracultural impulsados por enteógenos como el cannabis, el LSD y el MDMA, hoy parece que estamos viviendo otra revolución psicodélica.

Estas sustancias están nuevamente saliendo de la clandestinidad, aumentando su participación no sólo en temas de investigación psiquiátrica, algo que es muy positivo, sino también, lamentablemente, en ambientes recreativos y pseudoceremoniales no regulados.

Por eso me parece importante presentar cómo se encuentran actualmente los aspectos legales y regulatorios sobre lo que en Psiquiatría Integrativa vemos como una posibilidad para ayudar a pacientes resistentes al tratamiento psiquiátrico convencional. Las moléculas psicodélicas, como la psilocibina, pueden actuar como medicamentos, mejorando drásticamente el pronóstico de los pacientes.

¿En quién debe recaer la responsabilidad de preparar e integrar estas terapias asistidas con psicodélicos? Ésa es una de las grandes preguntas que se han hecho a nivel internacional sobre este tema entre los líderes en el área de las neurociencias. ¿Serán sólo los psicólogos quienes tendrán la capacidad? ¿Podrán participar los médicos generales aunque no tengan una formación en psiquiatría?

Es importante saber que el uso de estas moléculas no es algo que debe tomarse a la ligera. Aunque nos presentan muchas oportunidades para avanzar en el tratamiento psiquiátrico, estas sustancias tienen también una serie de efectos secundarios que en manos no experimentadas pueden llevar a graves daños a nivel de la psique. Al administrar moléculas psicodélicas, se debe tomar en cuenta el set (la persona que va a tomar la sustancia) y el setting (el entorno del set durante el tratamiento).

En el futuro, cuando estemos más avanzados en la legislación en cuanto a este tema, estoy convencida de que estas terapias deberán ser llevadas por expertos que sepan evaluar no sólo el cuerpo mental y espiritual de los pacientes, sino también el físico.

Este es un tema complejo en todo el mundo, como se puede ver en el caso mexicano del cannabis. Aquí, desde el 2017 tenemos al cannabis como una alternativa para fines médicos bajo un reglamento que, desde el 2021, dicta las reglas sobre cómo utilizarla. Sin embargo, no contamos con productos farmacológicos del cannabis porque no se ha creado una industria del cáñamo en el país, algo que ha entorpecido el acceso que tienen los pacientes a esta opción.

Lo cierto es que ni reguladores ni legisladores se han puesto de acuerdo y el entorno internacional está marcado por la confusión. Mientras que en algunos países el manejo de estas moléculas está bajo el control de terapeutas certificados con uno o dos años de formación, en otros las leyes son mucho más rígidas, limitando los permisos a profesionales de la salud mental, es decir expertos en psiquiatría y neurociencias.

Las terapias asistidas con psicodélicos están ganando popularidad a nivel global y son cada vez más comunes en el tratamiento de padecimientos graves de salud mental. En México, hoy encontramos un entorno en el que los enteógenos están en manos de chamanes, pseudochamanes, gurús y demás facilitadores que no tienen un conocimiento completo del ser humano y su psique. Debemos confiar el uso de estas sustancias a expertos en salud mental y retirarlas del mercado negro. El uso ceremonial de estas sustancias, que debe respetarse, pertenece a un entorno distinto al terapéutico. Es fundamental que sigamos fomentando el diálogo con legisladores, pueblos originarios y líderes de opinión para así construir los andamiajes de esta nueva revolución.

Me encantaría conocer tus dudas o experiencias con estas moléculas para enriquecer la conversación. Sigamos dialogando en mi correo dra.carmen.amezcua@gmail.com o en Instagram en @dra.carmenamezcua. ¡Hasta la próxima!