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Opinión

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Posibles sorpresas en el 2025

Se asume que las tasas de interés continuarán con el ciclo de baja que inició la Reserva Federal en septiembre, pero la baja no será continua. Habría una baja en diciembre y dos o tres bajas a lo largo del próximo año

El Banco de México continuará con su política de reducción de tasas el próximo año.foto ee: ERIC LUGO RODRIGUEZ

Para cuando usted lea este comentario, la mayoría de las casas de análisis y corredurías habrán publicado su compendio de estimaciones para el 2025. Seguramente durante el año sufrirán muchos ajustes según apunten las tendencias que en muchos casos son impredecibles. 

El ejercicio es necesario porque constituyen las premisas con las cuales se construyen presupuestos y se generan planes de inversión. Los cambios son parte del proceso.

Abajo le mostraré los principales consensos que hay hasta el momento y después intentaré, de acuerdo con mi propia visión, anticiparle dónde pueden generarse sorpresas que causen desviaciones con relación a dicho consenso.

La mayoría de los involucrados en el ejercicio estiman que en Estados Unidos no habrá una recesión y que por el contrario, presenciaremos la persistencia de un crecimiento robusto, aunque a tasas ligeramente menores que las actuales.

Asimismo, se considera que la inflación podría seguir en su camino hacia el objetivo del 2% (actualmente sobre 2.8%), pero también en un ritmo menos vertiginoso de lo que vimos en el 2024.

Se asume que las tasas de interés continuarán con el ciclo de baja que inició la Reserva Federal en septiembre, pero la baja no será continua. Habría una baja en diciembre y dos o tres bajas a lo largo del próximo año.

Para las bolsas el augurio es que el crecimiento impulsado por las políticas del nuevo gobierno y esta aparente calma en las variables financieras arrojarán un resultado de nuevo con retornos cercanos a los dos dígitos. Se anticipa un dólar estable contra la mayoría de las monedas

En cuanto a México, se estima un descenso del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que este año podría ubicarse entre 1.5 y 2 por ciento. Hay corredurías que mencionan un crecimiento incluso menor al 1 por ciento.

Se estima que la inflación se mantendrá baja, probablemente en la parte subyacente siga descendiendo hacia el objetivo.

Se augura que el Banco de México bajará las tasas de interés en la medida en que el descenso de la inflación continúe y la dinámica de tasas en el exterior siga siendo a la baja.

Se anticipa un tipo de cambio con presión al alza y para la Bolsa hay pocas expectativas de que presente un rendimiento favorable.

¿Qué puede sorprender?

1. Un crecimiento todavía más fuerte. En Estados Unidos, por el impulso de la reducción de impuestos y la persistencia de un mercado laboral con escasez de mano de obra y salarios al alza.

En México, las estrategias agresivas que actualmente plantea el presidente electo Donald Trump (sobre todo en el aumento de tarifas arancelarias y en la reducción del impuesto empresarial) podrían no concretarse, tal y como sucedió en su primer período; ello implicaría que no se perdería inversión por parte de empresas extranjeras.

Otro aspecto relevante es que en México podría concretarse una mayor fortaleza en el consumo interno. Los ingresos de los hogares a partir de los programas sociales que reciben se mantienen resilientes e incluso aumentan.

2. Un repunte de la inflación anual. Si se concretan las estrategias de Trump enfocadas en tarifas arancelarias, se generarían presiones inflacionarias hacia el consumidor que se materializarían a lo largo del año. Ello puede reprimir a la Reserva Federal a seguir bajando las tasas.

En el caso de México, la presencia de un crecimiento que no decline y la dinámica de gasto público dirigido a inversiones y consumo podría mantener presionados los índices de precios y provocar mayores reservas por parte del banco central.

3. Un tipo de cambio estable. La volatilidad resultante de las elecciones se podría disipar. De nuevo las estrategias que plantea Donald Trump en materia arancelaria no se realizan por completo, las presiones podrían ser menores.

Si la primera sorpresa de un crecimiento mayor se cumple, la Reserva Federal (Fed) podría no tener un incentivo tan sólido para quitar el nivel de restricción, por lo que el dólar ya no mantendría demasiada solidez frente al peso.

En México, si el gobierno logra convencer a los inversionistas de que no hay un riesgo importante por el lado de las finanzas públicas, la combinación de este factor con un entorno de crecimiento mayor podría abonar a una estabilidad del tipo de cambio, sobre todo si en adelante el ruido por iniciativas de corte político se diluye.

Es un momento de una incertidumbre particularmente elevada. La entrada de Donald Trump a la presidencia, la presencia de factores geopolíticos de presión en varios frentes y los retos particulares del país les dan validez a estas variantes.

Seguramente tan pronto como en febrero estaremos comenzando a observar correcciones. Aquí solo le damos una pista muy modesta de hacia dónde pueden ir.

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