Lectura 5:00 min
Un Premio Nobel para la Inteligencia Artificial
No olvides estos nombres: John Hopfield y Geoffrey Hinton. Se les considera dos de los padres de la Inteligencia Artificial (IA) y este año han sido galardonados con el Premio Nobel de Física. Sí, si te suena el nombre de Geoffrey Hinton, es el mismo que renunció a su puesto en Google en mayo de 2023 para alertar sobre las posibles implicaciones negativas de la IA.
¿Qué hicieron Hopfield y Hinton para ser reconocidos con un Nobel? Cada uno, en su momento, realizó descubrimientos fundamentales que sentaron las bases del aprendizaje automático, una tecnología esencial para el funcionamiento de la IA actual.
Recuerdo una presentación, por ahí del 2007, cuando la empresa Toyota presentó un robot que podía tocar el violín. Fue la sensación: se hablaba en aquella época –parece que fue hace muchísimos años– del gran desafío del aprendizaje automático. Detrás de ello, estaban los conocimientos base de estos dos científicos.
Por un lado, John Hopfield, físico estadounidense de 91 años, introdujo en la década de los 80 el concepto de las "redes neuronales de Hopfield", inspiradas en el funcionamiento del cerebro humano. Estas redes eran capaces de almacenar y recuperar patrones de información, permitiendo a las máquinas procesar datos de forma similar al cerebro. Esta idea fue clave para crear modelos computacionales que resolvieran problemas complejos. ¿Usas Google Translate? ¡Entonces has experimentado una aplicación basada en los conceptos de Hopfield! Estos modelos utilizan redes neuronales para comprender el contexto y mejorar sus traducciones, lo mismo que sucede con los chats de IA como ChatGPT.
Por otro lado, Geoffrey Hinton, científico y psicólogo británico de 76 años, conocido como uno de los "padres del deep learning" (aprendizaje profundo) ayudó a desarrollar las "redes neuronales convolucionales", esenciales para el reconocimiento de imágenes y objetos. También ha sido defensor del "algoritmo de retropropagación" (backpropagation), clave para entrenar redes neuronales profundas. Si desbloqueas tu celular con reconocimiento facial, o si alguna vez las redes sociales te sugirieron amigos, ya has usado aplicaciones que se benefician de los descubrimientos de Hinton.
Hinton trabajó directamente en Google Brain, el proyecto de investigación de IA de Google que busca desarrollar sistemas capaces de aprender como el cerebro humano. Uno de sus proyectos más ambiciosos son los autos autónomos, aunque de eso hablaremos en otra ocasión, junto con las advertencias que Hinton ha dado sobre el mal uso de la IA, porque él es también, quizás uno de los mayores críticos de la IA.
¿Por qué es importante todo esto? La historia agradecerá a Hopfield y Hinton por sentar las bases para el desarrollo de sistemas de IA que ya son parte de nuestra vida cotidiana, como:
- Reconocimiento facial, como el que usas para desbloquear tu teléfono.
- Búsqueda de imágenes en internet.
- Traducciones automáticas en plataformas como Google Translate.
- Chatbots y asistentes virtuales como Siri.
- Vehículos autónomos que identifican obstáculos, señales de tráfico y planifican rutas en tiempo real.
- Recomendaciones de plataformas de streaming y tiendas online como Netflix, Amazon o Spotify, que analizan tus hábitos para sugerir películas, música o productos.
- Análisis de imágenes médicas (radiografías y resonancias) para detectar enfermedades con mayor precisión.
- Desarrollo de medicamentos al analizar grandes cantidades de datos biológicos.
- Y hasta juegos más inteligentes, como los de ajedrez, que han derrotado a los mejores jugadores humanos, gracias a sus algoritmos de aprendizaje.
El Nobel de Física a estos científicos subraya cómo la IA, aunque inspirada en la biología, tiene una sólida base matemática y se apoya en principios de la física. ¡Una verdadera combinación de disciplinas!
Porque detrás de todos estos avances hay una gran reflexión: la IA no es obra de una sola persona, empresa o país. Su potencial apenas se está empezando a ver, y no se limita a crear fotos o textos. La visión de Hopfield y Hinton es que si logramos basar la IA en cómo funciona el cerebro humano, podríamos desarrollar soluciones para algunos de los problemas más urgentes de la humanidad, como el cambio climático y las enfermedades, siempre que se construyan sistemas éticos y transparentes.
A partir de ahora, surgirán nuevos nombres que seguirán aportando ideas y avances en el mundo de la IA. Quizás el futuro de esta tecnología se base en la colaboración entre humanos y máquinas: las máquinas realizarán tareas difíciles o imposibles para los humanos, mientras que nosotros aportaremos creatividad, intuición y juicio crítico. ¿O tú qué opinas?
*Esta columna quincenal, llamada “IA: Integrados y Apocalípticos” filosofa sobre la Inteligencia Artificial, con sus pros y contras y cómo se va integrando en la vida cotidiana.