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Opinión

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Los últimos días de David Ricardo

OpiniónEl Economista

La significación de David Ricardo

Uno de los diez economistas estelares elegidos por Joseph Alois Schumpeter, que integran sus célebres ensayos biográficos, fue el ilustre economista americano Frank Taussig, quien no dudó en considerar a David Ricardo como el economista más grande de la historia (J.A. Schumpeter “Ten Great Economists: From Marx to Keynes”, 1952. Este libro es un trabajo escrito por el economista austriaco en la perspectiva quizá vana de superar en forma y contenido los “Essays in Biography” que escribió en 1933 su eterno rival J.M. Keynes).

Por su parte, Marx consideró a David Ricardo como el economista cumbre del pensamiento económico burgués. Los dos primeros capítulos de la obra de Ricardo, a decir de Marx constituyen el epicentro de la ciencia económica. El autor de “El capital” elogió la metodología de David Ricardo basada en el racionalismo cartesiano, en el rigor axiomático de Baruch Spinoza y en el empirismo deductivo de Isaac Newton, y la considera una contribución genial, por partir Ricardo de un solo principio económico fundamental para desarrollar a partir de él todo un sistema analítico con el propósito de investigar el modo de producción capitalista. Hay que recordar que, en otro dilecto campo del saber, el de la física matemática, Albert Einstein dedujo en su “Annus mirabilis” de 1905, utilizando sólo dos principios científicos por él formulados (la constancia de la velocidad de la luz y el principio que establece que las leyes de la física aplican a todos los sistemas de referencia) toda la teoría especial de la relatividad (TER) que reemplaza al sistema de la física newtoniana.

Por un procedimiento científico similar, David Ricardo estableció un principio analítico fundamental para analizar el sistema económico; el principio del valor económico de los bienes producidos determinado por el tiempo de trabajo incorporado en ellos, y sobre dicho principio clave, desarrolló toda su teoría económica. Este procedimiento lo efectúa David Ricardo, en los dos primeros capítulos de su magnum opus “Principios de economía política y tributación” (1817); por tal razón, señaló Marx: “Toda la obra ricardiana se contiene en los dos primeros capítulos […] toda su crítica de la economía política anterior a él, la ruptura categórica con la constante contradicción de Adam Smith entre el modo esotérico y exotérico de enfocar las cosas, y aporta al mismo tiempo, mediante esta crítica, resultados nuevos y sorprendentes. Esto explica el alto goce teórico que estos dos capítulos nos suministran, puesto que contienen en apretada síntesis la crítica de los autores anteriores, que discurrían y se extraviaban y exponen todo el sistema burgués de la economía como sometido a un principio deducido mediante la quintaesencia que, se obtiene concentrando la dispersión y la multiformidad de los fenómenos. Pero esta satisfacción teórica <> de la unidad de la concepción fundamental de David Ricardo, su sencillez <>, la fuerza de concentración, la novedad y la comprensión integral <> nos la proporcionan los dos primeros capítulos de la obra” (Karl Marx “Historia crítica de las teorías de la plusvalía”, FCE, volumen 2, 1980).

Por la grandeza de la contribución a la economía realizada por David Ricardo, la Royal Economic Society (RES) decidió encargar al economista italiano Piero Sraffa con el apoyo del economista marxista británico Maurice Dobb, y bajo el impulso inicial de John Maynard Keynes, la edición de las obras completas del economista inglés, las cuales comprenden once volúmenes. La realización de Sraffa (con la ayuda de Dobb) fue tan impresionante que la Academia Sueca le otorgó la medalla Söderström en 1961, equivalente virtual al premio Nobel de economía, que se establecería a partir de 1969 (Rogério Arthmar y Michael McLure “Sraffa, Myrdal and the 1961 Söderström Gold Medal” The University of Western Australia, 2016).

Reflexión general sobre la vida de David Ricardo

El autor de los “Principios de economía política y tributación” falleció a los 52 años, otros economistas notables que fallecieron relativamente jóvenes fueron: William Stanley Jevons, 46 años; Frederic Bastiat, 49 años; Allyng Young, 52 años; Richard Cantillon 54 años; Anne Robert Jacques Turgot, 54 años; Pierre-Joseph Proudhon, 56 años; Fischer Sheffey Black, 57 años; y, Charles Davenant, 58 años. David Ricardo murió, casi a la misma edad en que falleció William Shakespeare, que fue a los 54 años. La muerte tomó por sorpresa a David Ricardo, como en una época remota tomó por sorpresa cuanta Eurípides al rey de Tesalia Admeto el personaje de la tragedia Alcestes, quien, destinado a morir joven, evitó la funesta parca por las acciones benevolentes en su favor del dios Apolo, y del héroe Heracles (Eurípides, “Alcestes”, 438 a. C.). David Ricardo, a pesar de su benevolencia humana no contó con la protección de los dioses ni con héroes terrestres como Heracles, capaz de vencer a la muerte, ni contó tampoco con la benevolencia de la medicina del siglo XIX, aun en pañales para tratar infecciones fáciles de curar en el siglo XX.

Para cuando David Ricardo murió, ya había culminado nuestro personaje tres brillantes carreras: (I) ser un exitoso financiero cuya asombrosa capacidad para el arbitraje especulativo le convirtieron en un selecto multimillonario del Reino Unido de principios del siglo XIX, (II) ser uno de los economistas más grandiosos y queridos de la historia, y (III) ser un político de primera magnitud para su país, por sus inolvidables y notables intervenciones en el parlamento inglés: en pro del libre comercio, por sus posiciones claras y directas en contra del poder económico terrateniente, y por sus intentos de reformar la Cámara de los Comunes para generar legislación en favor de la tolerancia, la democracia radical, y el interés general del pueblo, especialmente el de la clase trabajadora. Al término de estas tres ilustres carreras, David Ricardo se retiró a actividades privadas con el propósito de disfrutar de otro modo la vida, y contribuir más certeramente a la felicidad de la familia y de las personas de su entorno.

De la misma manera en que Piero Sraffa realizó una fantástica ganancia financiera adquiriendo bonos japoneses al término de la segunda guerra mundial del siglo XX, David Ricardo se enriqueció tumultuosamente en el siglo anterior, especulando con la emisión de bonos consols del Estado, antes y después de la batalla de Waterloo (Mark Skousen “How Ricardo Became The Richest Economist In History and The Day Ricardo Made £1 Million Sterling”, in The Making of Modern Economics. The Lives and Ideas of the Great Thinkers, 2016). Recomiendo de manera muy especial a quien quiera profundizar en el tema del análisis de la carrera financiera de David Ricardo, el ensayo de Wilfried Parys “Samuelsonian legends about Ricardo’s finances lack historical evidence” (2019). Se trata de un notable ensayo que examina y destroza los burdos ataques de Paul Samuelson relativos al exitoso trading financiero especulativo que realizó David Ricardo que le generó una fortuna considerable. El otrora wunderkind de la economía neokeynesiana, al amparo de su fe creciente en los mercados eficientes, sugirió maligna y envidiosamente que, David Ricardo no fue capaz de realizar estrategias que derrotaran a los mercados financieros, puesto que son eficientes. Samuelson conjeturó sin demostrarlo que, David Ricardo se enriqueció con la especulación financiera, utilizando información privilegiada (inside trading). Esta conjetura se presenta en dos trabajos de Paul Samuelson (“Ricardo, David -1772-1823-.” In International Encyclopedia of the Social and Behavioral Sciences, 2001; y, “An Enjoyable Life Puzzling over Modern Finance Theory.” Annual Review of Financial Economics, 2009).

El ensayo de Wilfried Parys es uno de los mejores análisis sobre la carrera financiera de David Ricardo por la meticulosidad con que realizó dicho análisis, investigando la historia de los precios financieros de los bonos soberanos consols y de los loan contractors; los dos instrumentos de la actividad financiera que utilizó David Ricardo. Parys demuestra con prolijos e irreprochables datos, la manera en que se enriqueció con ellos el gran economista inglés; ello, sin faltar a la ética, herencia valiosa de sus antepasados judíos sefardíes. El propio David Ricardo relata en sus términos las tácticas y estrategias que siguió en su exitosa carrera financiera.

“Todo mi arte -señaló David Ricardo- para hacerme de riqueza consistía en contentarme siempre con pequeñas ganancias o, en otras palabras, en no retener nunca demasiado tiempo las mercancías o bienes que poseía, con la esperanza infundada de obtener con el tiempo un beneficio mayor, cuando se podían obtener pequeñas ganancias. Tenía mis ojos puestos, por ejemplo, en cada nueva carretera, banco u otra sociedad anónima y, cuando consideraba que las perspectivas de éxito eran buenas, estaba siempre dispuesto a comprar un cierto número de activos. Estos valores financieros, debido a la naturaleza de toda nueva empresa de carácter asociativo, rara vez dejaban de aumentar de valor al cabo de poco tiempo, más allá del punto sobre el cual tendían a fluctuar posteriormente. Sin embargo, antes de que esta subida se produjera por completo, en la mayoría de los casos mis títulos (bonos y acciones) ya habían sido vendidos a otras personas y el producto de la venta se había invertido de otra manera”. El resultado fue una reputación de hombre de negocios astuto al que otros intentaban emular, a menudo siguiendo sus estrategias de compras y ventas para tratar de subirse a su carro de beneficios. Fue entonces -prosigue David Ricardo- cuando se me presentó espontáneamente un nuevo elemento de éxito. Muchas personas, que hasta entonces no habían tenido éxito al actuar siguiendo las sugerencias de sus propios juicios, preferían ahora guiarse en sus especulaciones por lo que suponían que yo hacía. Mi ejemplo era continuamente mencionado entre los agentes financieros. Uno decía a otro no pocas veces: “El Sr. Ricardo ha comprado este y aquel artículo, bono o acción, y créalo, usted no puede hacerlo mejor”. En este estado de cosas, debe ser evidente que a menudo yo podía haber creado esa misma demanda que me permitía deshacerme del artículo comprado, con un pequeño beneficio, muy poco tiempo después. Al final, mi reputación como especulador de éxito había llegado a ser tal, que a veces había pensado que era posible para mí entrar en el mercado y comprar al azar, sin importar lo que pasara, con una buena perspectiva de ventaja a obtener vendiendo de nuevo con prontitud. (Richard M. Ebeling “Cómo David Ricardo se hizo rico y sabio”, FEE, marzo de 2024). Sobre la actividad financiera de David Ricardo destaca el libro de John P. Henderson y John B. Davis “The Life and Economics of David Ricardo” (1997), en el que sobresalen: (I) el capítulo IV (Boy Hood in London and Amsterdam), y el capítulo VI (The Gestation of an-Economist Early Financial Career). Destaca también el Volumen X de los “Works and Correspondence of David Ricardo” (1951-1955), editado por Piero Sraffa. De este volumen, son de especial interés: la sección “Ricardo in Business”, que integra el capítulo I (As a Jobber on the Stock Exchange), el capítulo II (As Loan Contractor), el capítulo III (A Canard), y el capítulo IV (Investments and Estates). También destaca la sección “Other Correspondence With J.H. Wilkinson”, particularmente: el capítulo III de dicha sección (The Fraud of 5 May 1803), y el Capítulo IV (The Loan of 1807).

A propósito de las crisis financieras y las oportunidades que generan para obtener ganancias excepcionales especulativas, el escritor Michael Lewis demostró que, unos advenedizos financieros sólo con las poderosas armas inusuales del sentido común se enriquecieron brillantemente en la crisis financiera de 2008 (Michael Lewis “The Big Short: Inside the Doomsday Machine”, 2011). También se enriqueció con talento profesional Greg Lippmann un trader del Deutsche Bank al que la institución le permitió comprar de forma especulativa montones de contratos de Credit Default Swaps (CDS). Estos contratos significaban la posibilidad de asumir posiciones cortas (short positions) en activos derivados que, tenían como base para la determinación de su rendimiento financiero activos financieros subyacentes ligados a los créditos subprime y, a otros activos tóxicos de carácter inmobiliario. El tamaño de las posiciones cortas asumido por Lippmann fue alrededor de 5 mil millones de dólares (Permanent Subcommittee on Investigations United States Senate, “Running the CDO Machine: Case Study of Deutsche Bank”, 2011).

De la triunfante carrera que como economista tuvo David Ricardo, destaca sin duda, su magnum opus: “Principios de economía política y tributación” (1817), considerada unánimemente por los economistas principales del mundo, como una de las obras maestras más significativas de la historia del pensamiento económico. Marx alabó el genio de Ricardo desde que comenzó a estudiar e investigar los procesos económicos del modo de producción capitalista, y quedó deslumbrado por el poder analítico avasallador del genio ricardiano (Marx, “Notes on Ricardo”, 1845), ver también la valoración que hace Howard Nicholas (“Marx on Smith and Ricardo”, in Marx's Theory of Price and its Modern Rivals, 2011).

Sobre la brillante carrera parlamentaria de David Ricardo que, se inició cuando en 1818 fue electo al parlamento inglés, la referencia indudable además de los speechs de Ricardo en el propio parlamento británico es el texto de Murray Milgate y Shannon C. Stimson “Ricardian Politics” (1991), quienes en esa obra examinaron con detalle las propuestas legislativas de David Ricardo que, lo ubican como un reformador democrático radical, y revelaron íntegramente su filosofía radical libertaria. En total conformidad con las tesis de Milgate y Stimson sobre la carrera política de David Ricardo y sobre sus posturas legislativas, es recomendable el capítulo X intitulado “A New Career in Politics”, de la citada biografía del economista inglés realizada por John Henderson y John Davis (1997).

Una vez finalizadas con éxito envidiable las tres carreras que marcaron la vida profesional de David Ricardo, satisfecho con estos logros, se retiró (de un modo parecido a como lo hizo Shakespeare en 1613), para realizar actividades puramente privadas. Sin embargo, lo que siguió fue trágico. En el momento cumbre de su vida personal en retiro, se abatió sobre David Ricardo una mortal enfermedad que, rápidamente lo condujo a la muerte. Wilfried Parys resumió muy bien la tumultuosa vida creativa del economista inglés en los siguientes términos: “David Ricardo, nació el 18 de abril de 1772, inició su carrera empresarial a la temprana edad de 14 años, como asistente de su padre Abraham Israel Ricardo en la Bolsa de Valores de Londres. En diciembre de 1793, David se casó, contra la voluntad de sus padres judíos, con Priscilla Ann Wilkinson, una cuáquera. El matrimonio provocó una ruptura familiar, particularmente grave con sus padres, y David Ricardo tuvo que continuar separado de la familia y desheredado realizando operaciones en la Bolsa por su propia cuenta. Es importante señalar, que con un poco de ayuda inicial de algunos amigos de la ciudad (Remember the song: “With a Little Help from My Friends"), David rápidamente obtuvo mucho éxito en la Bolsa de Valores. Para ello contó con la ayuda del banco de inversión Lubbock & Forster fundado en 1772, que tuvo como accionistas a Sir William Lemon, James Williams y Samuel Bosanquet.

David Ricardo utilizó estrategias sagaces con peculiares portafolios de inversión denominados “Omnion”, los cuales incluyen, el valor monetario total, cambiante de los activos combinados (bonos, acciones y otros activos) que integran dichos portafolios. También jugó Ricardo, con las posibilidades que le brindaron los valores accionarios “Scrip”, títulos accionarios que se caracterizan por pagar de forma flexible los dividendos en efectivo o bien otorgando más títulos accionarios al tenedor. David Ricardo jugó con los spreads de los títulos accionarios privados debido a que tenían reducida liquidez, en virtud de que las acciones privadas eran una parte muy pequeña en el volumen operado por el London Stock Exchange de Londres (LSE). Los activos financieros con mayor volumen en el LSE eran los bonos consols, bonos del Estado con cupones cotizados al tres por ciento y con un valor nominal a la par de cien libras esterlinas. Los cupones se pagaban semestralmente en enero y julio. Los bonos consols al tres por ciento representaban la mitad del valor de la deuda pública de Inglaterra en la época de David Ricardo. Debido a la enorme carga de la deuda pública inglesa, acumulada por años de guerra, las continuas emisiones de los bonos consols sobre bases diarias a menudo se vendían a descuento en momentos de restricciones de liquidez; dicho descuento podía llegar al cincuenta por cierto de su valor nominal a la par. En virtud de que se trataba de bonos de largo plazo (bonos perpetuos), David Ricardo jugó magistralmente por su intuitiva sagacidad matemática y de cálculo numérico con la convexidad y el elevado coeficiente de duración (convexity and duration) de los bonos consols. Entre 1793 y 1806, fue Ricardo fundamentalmente un stockjobber en el trading de bonos gubernamentales, también jugó con los bonos consols a futuro que estaban muy poco regulados. Ricardo en su calidad de Stockjobber revisaba diariamente los puts y calls de los bonos consols adquiridos a futuro.

Otros instrumentos que interesaron a Ricardo en sus estrategias especulativas fueron los bonos con anualidades reducidas cotizados con cupones al tres por ciento. Esta clase de bonos, tenían el riesgo inscrito en las cláusulas de los contratos de los bonos con anualidades reducidas, de la opción otorgada al tenedor de reducir el saldo nominal del bono, un riesgo similar a las amortizaciones adelantadas en los créditos hipotecarios. Los bonos con anualidades reducidas también tenían un valor nominal a la par de 100 libras esterlinas, y se pagaban la mitad de los intereses anuales en abril y octubre. Los bonos consols al tres por ciento y las anualidades al tres por ciento representaban más del 90 por ciento del monto global de la deuda pública inglesa (por lo que los bonos consols y las anualidades reducidas al cuatro y cinco por ciento eran una rareza).

Una fase especulativa sofisticada fue la participación de David Ricardo con socios financieros muy selectos en las licitaciones de ofertas de préstamos del gobierno inglés (loan contracts). Las subastas de emisiones de estos instrumentos eran monopolio de los bancos hasta el año 1806, por lo que los Stockjobbers y los miembros del Stock Exchange eran excluidos de participar en dichas subastas. Henderson y Davis señalan que el 28 de marzo de 1806, una oferta de compra de créditos del gobierno fue registrada por tres socios a saber: John Barnes, James Steers y David Ricardo, que también tenían la representación de otros miembros de Stock Exchange. La cara más visible, el jefe de esta oferta fue David Ricardo. La oferta ganadora en esa ocasión fue asignada a tres bancos Goldsmid, Robarts y Baring. Sin embargo, un año después, el 3 de marzo de 1807 el consorcio “Barnes Steers y Ricardo” ganó una subasta de préstamos de gobierno por 14,200,000 libras. Fue la primera vez que miembros del Stock Exchange ganaron una subasta a los bancos ingleses participantes. En los tres años siguientes (1808, 1809 y 1810), el consorcio fue abatido por los bancos. Sin embargo, en 1811 el consorcio dirigido por David Ricardo ganó la subasta, y en los años subsecuentes la firma Barnes, Steers y Ricardo ganaron varias subastas de créditos gubernamentales (a veces el consorcio se alío con bancos). Se puede afirmar, que el consorcio Barnes, Steers y Ricardo se convirtió en el más exitoso Loan Contractors de Inglaterra en el periodo 1811-1815. Entre 1793 y 1815, David Ricardo como Loan Contractor acumuló una posición en su fondo de inversión por un total de 157,700,000 libras que, representó el 26 por ciento del incremento de la deuda pública neta de Inglaterra en ese periodo.

¿Cuál fue el día en que David Ricardo obtuvo un glamoroso triunfo con la especulación financiera, tal como señalan Skousen y Samuelson que lo convirtió en multimillonario? El 14 de junio de 1815 David Ricardo ganó una subasta de un crédito gubernamental por 36,000,000 de libras esterlinas, posición adquirida a cuatro días de la batalla de Waterloo. David Ricardo analizó con extremo cuidado las noticias del día, intuyó que Inglaterra ganaría militarmente a Francia contra todos los pronósticos. Napoleón parecía invencible ante todo el mundo, y parecía seguro ganador de la contienda militar. David Ricardo sopeso cuidadosamente La situación y adquirió ese monto de deuda pública con un fenomenal descuento. Derrotado Napoleón, David Ricardo obtuvo una ganancia de un millón de libras de aquella época al liquidar su posición. En ocasión de un obituario por el fallecimiento de David Ricardo, el célebre periódico inglés “Sunday Times” publicó un obituario del economista inglés, el 14 de septiembre de 1823, recordando el día histórico en que David Ricardo se convirtió en multimillonario. Se trató de un triunfo equiparable al que obtuvo George Soros en su lucha contra el banco de Inglaterra a finales del siglo XX.

En síntesis, por la reputación que se granjeó David Ricardo debido a su consistente capacidad de generar ganancias en la bolsa de valores de Inglaterra como Stock Jobber en el trading gubernamental, David Ricardo, a partir de 1807 integró un consorcio denominado “Barnes-Steers-Ricardo”. Este consorcio como se señaló anteriormente ganó varias licitaciones de préstamos gubernamentales por su eficiencia logrando descuentos más favorables al gobierno inglés, pero obteniendo ganancias importantes. De esta manera, con todo este conjunto de instrumentos, y la legendaria habilidad financiera de David Ricardo, logró acumular una riqueza en el periodo en que especuló de 675,000 a 700,000 libras, pariendo de una base modesta de un fondo de 800 libras, que a precios actuales con estos montos, su riqueza rivalizaría en la actualidad con la de George Soros, Warren Buffet, o Larry Fink. En síntesis, David Ricardo se retiró notablemente enriquecido de los negocios financieros en 1815, luego publicó su famoso texto “Sobre los principios de economía política y tributación” (1817) y finalmente entró en el parlamento británico en 1819. Murió el 11 de septiembre de 1823, con sólo 52 años, debido a una infección de oído que, hoy se curaría fácilmente con antibióticos”. Milgate y Stimson rectificando a W. Parys, ubican el inicio de la carrera parlamentaria de David Ricardo en 1818.

Los últimos días de David Ricardo a través de su correspondencia

El inesperado final de la vida de David Ricardo sobrevino después de un año feliz. Retirado de las actividades profesionales, planeó en 1822 en compañía de su familia un largo viaje continental por Europa que, duró aproximadamente cinco meses, y que comprendió por lo menos seis países; Holanda, Génova, Italia, Alemania, Suiza y Francia. El viaje resultó memorable. En Holanda tuvo la oportunidad de visitar David Ricardo con su familia, la estatua de Erasmo de Róterdam erigida en 1622 uno de sus héroes, de quien probablemente se impregnó de su filosofía libertaria radical y de su exhorto a la infinita tolerancia política y personal que tanto caracterizó a David Ricardo en su talante personal, especialmente por su afinidad en su visión social con la comunidad cuáquera, los grupos unitaristas con los que convivió mucho tiempo y la tradición judía sefardita. Los miembros de la comunidad cristiana unitaria, como la vertiente sefardita judía a la que pertenecía David Ricardo hacían de la tolerancia personal y política una virtud, consideraban que todas las personas merecen justicia, equidad y compasión por ello intentaron contribuir con sus acciones al bienestar social. Se distinguían por no ser dogmáticos, estaban seguros de que son muy cambiantes las creencias religiosas con el devenir del tiempo, y que el objetivo central de su vida debía ser la búsqueda del crecimiento espiritual con su correlato el bien social, para ellos cada persona es libre de determinar la verdad y el significado de la vida. Ningún dogma o libro sagrado, ninguna institución o autoridad religiosa deben tener la última palabra sobre las creencias individuales.

En este admirable contexto, David Ricardo se fascinó con los intentos de Erasmo de Róterdam por impulsar una reforma democrática radical, acción que replicó cuando fue parlamentario en la Cámara de los Comunes del Reino Unido. ¿El filósofo holandés Baruch Spinoza y el filósofo francés que vivió en Holanda, René Descartes influyeron en el radicalismo democrático de David Ricardo? Sin duda. Quizá leyó Ricardo: “Principia Philosophiae de Descartes” de Baruch Spinoza, con su famoso apéndice, “Cogitata Metaphysica” (1663); y, seguramente leyó también el “Tractatus Theologico- Politicus” que de manera anónima publicó Baruch Spinoza en 1670; ambos son textos en defensa de la libertad de pensamiento y del derecho de no prejuzgar las críticas a los escritos bíblicos. Es importante recordar que hay que tomar con reserva lo dicho por su hermano Moses Ricardo en su obituario a su hermano de 1824 según el cual David Ricardo tuvo una educación deficiente. El autor de “El alto precio del lingote, una prueba de la depreciación de los billetes de banco” (1810) estudió en la muy prestigiada y sofisticada escuela “Talmud Torá” en Holanda donde estudio también Baruch Spinoza. Un visitante erudito Shabbethai Bass asombrado al visitar Holanda y las escuelas sefarditas señaló sobre la calidad de la escuela Talmud Torá lo siguiente: “[En las escuelas] de los sefardies -la más notable la de Talmud Torá-[…] vi <> pero <>. A mis ojos se aparecían como prodigios por causa de su extraña familiaridad con la totalidad de la Biblia y con la ciencia de la gramática. Poseían la habilidad de componer versos y poemas en metro y de hablar un hebreo puro. Felices los ojos que han visto tales maravillas (Steven Nadler “Spinoza: A life”, 1999). En el capítulo cuatro de su biografía, Nadler estudia a fondo la calidad de la escuela Talmud Torá generadora de personas cultas y sofisticadas muy entrenadas en el pensamiento abstracto de altos vuelos como el que caracterizaron Baruch Spinoza y David Ricardo dos distinguidos alumnos de la escuela Talmud Torá. Debió recordar David Ricardo en su visita de 1822 los días en que estudió en la más notable escuela sefardí.

Es seguro que David Ricardo visitó la célebre ciudad de Hague, donde se encuentra el famoso monumento, donde reposan los restos de Baruch Spinoza. En el “Burial Monument” de Spinoza quedó escrito para la posteridad en latín lo siguiente: “Terra hic Benedicti de Spinoza In ecclesia nova olim sepulti Ossa tegit”. Para David Ricardo, la ciudad de Hague estaba impregnada de recuerdos felices de su niñez y adolescencia, tiempo después le recordaría a María Edgeworth, el incidente penoso de los zapatos que sus padres le compraron por su obstinación e insistencia de tenerlos, pero que no sabía que tenían la peculiaridad de ser ruidosos al caminar. Sus padres le compraron los zapatos bajo la promesa de que los usaría todo el tiempo. Con pudor cumplió la promesa hecha a sus padres y, David Ricardo caminó mucho tiempo con los ruidosos zapatos por la ciudad de Hague.

Estamos seguros también de que en su estancia en Amsterdam, David Ricardo se impregnó aún más de la filosofía democrática radical holandesa cuando visitó la célebre calle número 6 en Westermarkt, cerca de la Iglesia Occidental donde vivió Rene Descartes por 20 años a partir de 1628. Como se sabe, Descartes escribió sus obras fundamentales de filosofía racional en esa ciudad, particularmente escribió el “Discurso del Método” (1636), que fundó la filosofía moderna en occidente, y en ese lugar desarrolló también los fundamentos de la nueva ciencia de la geometría analítica a partir de uno de los tres viejos sueños que experimentó Descartes en 1919, y en ese espacio y tiempo creó la física matemática. Allí el genio profundo de Descartes -expresó Amir D. Aczel- le permitió deducir la rotación de la tierra y el movimiento de los planetas derivando los primeros principios de la física aplicando estas reglas al sistema solar”. Poco le falto a Descartes descubrir las leyes de la gravedad de Newton, y en todo caso estableció muchos de los componentes de la mecánica newtoniana. El matemático inglés creador del cálculo diferencial pensaba en Kepler y en Descartes, cuando expresó “Si he llegado tan alto es porque iba en hombros de gigantes” (Amir D. Aczel “El cuaderno secreto de Descartes: una historia verdadera sobre matemáticas y el esfuerzo por entender el universo”, 2005).

¿Por qué Descartes (que tanto influyó en Spinoza) cuya metodología racionalista orientada al pensamiento deductivo más abstracto, basado en el examen de los hechos empíricos más estilizados (que adoptó David Ricardo en su reconstrucción del sistema de la ciencia de la economía) decidió radicar la mayor parte de su vida en Holanda? La respuesta es sencilla; en aquella época, Holanda se distinguía por tener las leyes de prensa más liberales de Europa, era el país más pacífico del mundo, con una población floreciente y activa (Aczel, Ibid). Esa gran libertad (acotada sin embargo para los judíos heréticos holandeses por su agnosticismo) para escribir sin ser perseguido hizo que Descartes no se asustara entre otras cosas de la burbuja especulativa de los precios de los tulipanes (tulipanomanía) que se inició en 1634, y estalló en 1637 desencadenando, una crisis financiera en toda Europa, pero que merced a la actuación sabia del banco de Amsterdam, fue resuelta muy rápidamente en Holanda, sin mayor costo fiscal para el país, dejando a salvo el patrimonio del inventor de la geometría analítica, uno de sus más distinguidos ahorradores. La única mancha en esa actuación fue el rescate por el parlamento holandés de los especuladores financieros en el mercado de derivados de tulipanes (mercado forward fundamentalmente, un mercado extrabursátil Over the Counter, OTC). En la resolución de esa crisis se rescató a una elite financiera muy poderosa.

¿Cómo actuó el Estado para el rescate de esa elite? El 24 de febrero de 1637, el gremio autorregulado de floristas holandeses, en una decisión que luego fue ratificada por el parlamento holandés, anunció que todos los contratos de futuros (forward en ese entonces) firmados antes del 30 de noviembre de 1636 y, antes de la reapertura del mercado al contado (mercado spot) de ese día, fueran considerados a partir del primer día de la primavera siguiente como contratos opcionales (call options). Esta desafortunada política de rescate implicó la liberación de los poderosos compradores de los contratos forward respecto de la obligación de adquirir los tulipanes en el mercado spot o de contado a la fecha del vencimiento del contrato forward y su correspondiente entrega física, a precios ruinosos debido a que en esos momentos los precios de los tulipanes se habían desplomado y anteriormente habían sido pactados a precios muy elevados en los contratos forwards en el momento más álgido de la burbuja financiera, por lo que iban a obtener enormes pérdidas financieras. Para disfrazar la acción punitiva del Estado, en favor de los especuladores que compraron tulipanes en los contratos forward, se les forzó (mediante una astuta simulación) simplemente a compensar a los vendedores (el estrato económico débil) con un pequeño porcentaje fijo del precio del contrato forward. ¿Qué hubiera pasado sin esta acción del parlamento holandés, cooptado por la elite financiera especuladora?, los precios de los contratos forward de los tulipanes hubieran sido negativos, los compradores de los contratos forward hubieran pagado una prima por no recibir los tulipanes, menos costosa que el que hubieran tenido que pagar por recibirlos al vencimiento de dichos contratos, dado que los habían adquirido a un elevado precio llevados por la conducta en manada del rally de precios, y ese mercado era después del colapso de la burbuja un mercado tremendamente bajista justo al momento del vencimiento de los contratos forward. Hubiera ocurrido en 1636 o 1637, algo muy parecido a lo que sucedió en el mercado petrolero por la pandemia del covid 19, en el que, en una fecha próxima al inicio de la pandemia, el 20 de abril de 2020, el precio de los contratos de futuros de petróleo para el mes inmediato (mayo) de entrega del West Texas Intermediate (WTI), el crudo de referencia de Estados Unidos su precio pasó a ser negativo. El precio del contrato de futuros del petróleo crudo de mayo cayó 55,90 dólares durante el día, para cerrar en -37,62 dólares, precios negativos en dólares por cada contrato de 100 mil barriles (Congressional Research Service, “Crude Oil Prices Turn negative, 22 abril de 2020). Conclusión: De no haber actuado el parlamento holandés para rescatar a los especuladores financieros, se hubiera arruinado la poderosa elite financiera participante en el mercado financiero de derivados Over the Counter (OTC) de Holanda, al enfrentar precios negativos de los tulipanes vinculados a sus contratos Forward.

Cuando tuve la oportunidad en noviembre de 2007 de visitar Holanda en plena gestación de la crisis financiera internacional que se desencadenaría como un huracán financiero al año siguiente (país que años después visité transitoriamente en noviembre de 2018, al regresar por Ámsterdam de un viaje a Noruega para estudiar el muy exitoso modelo petrolero que ha generado un fondo financiero que acumula actualmente más de un trillón de euros), y pasear con la familia por la Plaza Dam, por el Palacio Real, Nieuwmarkt y sobre todo al recorrer el fascinante Barrio Rojo de esa ciudad privilegiada, pensé no sin una felicidad íntima muy profunda que, allí por donde estaba transitando, caminaron también por sus singulares avenidas gente de la talla de René Descartes, Baruch Spinoza, Erasmo de Róterdam, y David Ricardo con su feliz familia. Recordé que, en 1634, el filósofo y matemático francés René Descartes vivía en la calle 6 Westermarkt, a pocos pasos de la famosa casa de Ana Frank. Me acordé también entonces de manera súbita de la anécdota contada por Thomas de Quincey (un escritor favorito de Jorge Luis Borges) según la cual, Adrien Baillet el biógrafo oficial de Descartes relató un viaje del filósofo francés desde Friezland oriental, para trasladarse a Friezland occidental. Para ello, Descartes alquiló un bote sin saber que los marineros que lo tripularían contratados para manejar el bote, eran asesinos holandeses. Ya en el barco, discutieron esos marinos en holandés delante de Descartes pensando que, siendo francés no entendería la complejísima lengua holandesa, por lo que alegremente contaron entre ellos los detalles del plan para asesinarlo. Los marineros holandeses -cuenta de Quincey- aceleraron la puesta en práctica de su plan, al notar que el filósofo francés era en apariencia un hombre manso y paciente, consideraron que sería fácil asaltarlo, quitarle sus pertenecías y degollarlo. No sabían, que Descartes era un esgrimista consumado muy diestro en el manejo de la espada, y con gran experiencia militar y, lo peor para los marineros holandeses es que Descartes eran un consumado poliglota que conocía y hablaba fluidamente el holandés, el sueco y otros varios idiomas. Descartes los escuchó atentamente, meditó la situación y optó por defenderse sacando su espada y mostrando gran habilidad en su manejo, los mantuvo a raya. Así dice de Quincey, salvo el pellejo Descartes y no se retrasó el descubrimiento de la geometría analítica (Thomas de Quincey “El asesinato como una de las bellas artes”, 1827). Sobre estos hechos dignos de una zaga policíaca, resulta un gran placer la lectura del texto de Fernando Baez “Thomas de Quincey: el crimen como hecho estético”, 2014, y la lectura del erudito ensayo de Joel Black, “The Aesthetics of Murder: A Study in Romantic Literature and Contemporary Culture”, Baltimore, 1991).

En síntesis, el creador de la filosofía moderna, René Descartes se sintió en Holanda como en casa y decidió pasar en ese país más de 20 años, donde escribió la mayoría de sus principales obras maestras, en lo particular destacan las notas que integran su cuaderno secreto en el que, enunció la primera invariante topológica de la historia de las matemáticas, expresada por la fórmula C+V-L=2 que, aplica a todos los poliedros tridimensionales. Este resultado de acuerdo con investigaciones cosmológicas modernas recientes, guía la estructura fundamental del universo (Jeffrey Weeks, “The Poincaré Dodecahedral, Space and the Mistery of the Missing Fluctuation”, Notices of the American Society, junio/julio, 2004). Con este resultado que, funda la ciencia matemática de la topología, Descartes fue de facto un gigante cosmólogo matemático que, no desmerece de la estatura científica de Albert Einstein, de Isaac Newton y de Stephen Hawking. Por esta razón, Descartes fue puesto en la lista de los diez pensadores del milenio (1000-1999), que la BBC de Londres determinó en una famosa encuesta al cierre del milenio. Los diez pensadores del milenio de acuerdo con el sondeo de la BBC fueron en orden de importancia los siguientes: 1 Karl Marx. 2 Albert Einstein. 3 Isaac Newton. 4 Charles Darwin. 5 Tomás de Aquino. 6 Stephen Hawking. 7. Immanuel Kant. 8 René Descartes. 9 James Clerk Maxwell. Y, 10 Friedrick Nietzche. (BBC News, “World Marx the Millennum´s Greatest Thinker. Friday, October 1, 1999).

En Holanda, Descartes demostró otra cosa no menor, que el intelectual también es capaz de gozar de la inmensa belleza lúdica universal sin distingo de clase respecto del erotismo pragmático en su máxima expresión; esa actitud lúdica de que, hacen gala los hombres ordinarios astutos. ¿Cuál fue la prueba que demostraría esta disposición lúdica y pragmática de Descartes? La prueba es concluyente e inapelable. En el año 1633, Descartes embarazó a una hermosa doncella de nombre Heléne Jans, contratada como sirvienta por el propio filósofo francés de la cual concibió con ella una hija. En efecto, una tarde propicia de otoño del año en comento, Descartes y su ama de llaves se hicieron amantes en la casa de la calle número 6 Westermarkt. Fruto de esa unión nació una hija de nombre Francine el 15 de octubre de 1634. Habla bien del hombre Descartes, un francés acaudalado además de filósofo y matemático de primer orden, que haya reconocido que Francine era su hija.

En su memorable viaje continental mencionado anteriormente, David Ricardo, visitó Génova, seguramente asistió al “Ospedale della Pietà”, uno de los conservatorios de Venecia, donde Antonio Vivaldi trabajó allí desde 1703 casi hasta el final de su vida. David Ricardo visitó también el gran teatro Sant'Angelo otro lugar genovés favorito de Vivaldi. ¿Visitaría la calle de Favri del barrio de San Salvador donde vivió y compuso gran parte de su música el llamado “cura rojo”, antes de desaparecer, y cuya muerte todavía es un enigma? La respuesta es positiva, hay que recordar que David Ricardo, si bien tuvo una deficiente educación enfocada exclusivamente a conocer el intrincado comercio de la alta finanza mundial, su familia y su entorno constituían una atmósfera intelectual y cultural relevante, nuestro economista fue muy sensible a la ciencia, fue miembro a partir de 1808 de la Sociedad Geológica de Londres fundada en 1807; Sociedad que tuvo como presidentes a William Blake (1815-1816) y a John Ramsay McCulloch (1817-1818), además de lo anterior David Ricardo, tuvo un conocimiento soberbio de la química, y era muy aficionado a la música. Ricardo en la escuela sefardí de Holanda aprendió lo suficiente el idioma holandés, el español, y el francés, además estudió con fervor el dilecto campo de las matemáticas superiores en forma autodidacta y la prosaica y no menos relevante materia en el ámbito de los negocios de la contabilidad mercantil. Asimismo, David Ricardo continuó aprendiendo cultura y ciencia hasta que se apasionó por su tópico favorito el de la ciencia económica. Debió entusiasmar mucho al ilustre economista inglés pasear por la calle Favri donde vivió Vivaldi. El lector que quiera conocer con más detalle el tema del “Enigma Vivaldi” que, gira en torno a su misteriosa muerte, recomiendo el texto casi policíaco de Federico María Sardelli intitulado “El caso Vivaldi” (2015).

De Génova, David Ricardo y su familia visitaron Italia. ¿Habrán estado en Turín? Si lo hicieron, debieron conocer la famosa Biblioteca Nacional de Turín que contaba en esa época con un acervo pequeño de algunas obras de Vivaldi. Muchas décadas después (posteriores al fallecimiento de David Ricardo), la Biblioteca Nacional de Turín logró albergar la totalidad de la colección de los manuscritos musicales de Antonio Vivaldi ¿Cómo llegaron los imponentes manuscritos de Vivaldi a la Biblioteca Nacional de Turín? Un conspicuo diletante financiero Roberto Foa que era también un prominente operador de cambios de monedas extranjeras, que nació en 1885 y falleció en 1957 y, que amaba la música de Vivaldi, integró un fondo financiero mediante el cual, por cien mil liras de aquella época, compró una parte de los manuscritos (catorce volúmenes) del cura rojo, y las donó a la Biblioteca. El paquete restante fue adquirido por otro diletante musical, el industrial de la lana de Turín, Filipo Giordano que nació en 1875 y falleció en 1952 y también donó los manuscritos comprados. De esta manera, la Biblioteca Nacional de Turín posee íntegros los manuscritos de Vivaldi. Lo que hubiera complacido a David Ricardo. La historia completa de los manuscritos de Vivaldi, la relató Alberto Basso en su ensayo “Los manuscritos de Antonio Vivaldi conservados en Turín” (2003).

Otro país que visitó David Ricardo en su memorable viaje continental el año anterior a su fallecimiento fue Alemania, donde seguro visitó la ciudad de Frankfurt desde entonces un atractivo centro financiero tan relevante para las altas finanzas mundiales, como lo son la City inglesa o Wall Street de Nueva York. En Frankfurt es probable que visitara la casa donde nació Goethe y donde escribió dos de sus primeras grandes obras “Götz von Berlichingen“(1773), y “Los sufrimientos del joven Werther” (1774). Seguramente visitó Ricardo el monumento de Goethe en Leipzig, y disfrutó de la famosa feria del tilo de la ciudad donde nació Leibniz, y donde vivió Juan Sebastian Bach. En Weimar, David Ricardo acompañado de su familia tuvo tiempo de visitar la plaza Frauenplan donde vivió Goethe en el final de su vida y, donde tuvieron lugar las conversaciones entre Johann Peter Eckermann y el autor del Fausto; conversaciones que dieron lugar al célebre libro de Eckermann, que recoge todas las opiniones intelectuales, políticas y sociales de Goethe.

Fue Suiza una parada ineludible del viaje continental de David Ricardo y familia. Lugar especial por visitar es el número 40 de la Grand Rue en el centro de Ginebra, donde nació Jean Jacques Rousseau filósofo combatiente como David Ricardo de las tiranías de la aristocracia europea. Rousseau fue además precursor de la revolución francesa de la cual señala Borges hubiera abominado por sus excesos. La ciudad de Davos es un sitio que debió interesar visitar a David Ricardo, por ser un centro de las altas finanzas. Un siglo después, la ciudad de Davos inspiraría a Thomas Mann la composición de “La montaña mágica” (1924), cuyo personaje central -en la novela- Hans Castorp vivió en un hospital y en un balneario cerca de los Alpes. La novela de Mann anticipa genialmente la decadencia de la burguesía aristocrática europea, objetivo por el cual tanto luchó David Ricardo en sus escritos económicos para disminuirla en su ciudad natal Inglaterra, a través de su incesante lucha contra la eliminación de las leyes proteccionistas agrícolas imperantes en su país.

Francia, especialmente París la gran ciudad europea el epicentro de todos los lujos del planeta fue la ciudad que coronó el viaje continental de David Ricardo ¿Qué lugares visitó con su familia además de París? Sin duda, fue al oeste de la ciudad donde se ubicaba el Palacio de Versalles, lugar desde el cual el doctor Francois Quesnay, formuló el Tableau Economique instrumento ideado para impulsar el libre comercio agrícola. Ricardo estudio con atención la manera en que el doctor Quesnay y sus alumnos propusieron incrementar el ingreso nacional, mediante una política de libre comercio en Francia, que contrastaba con la política proteccionista agrícola del gobierno inglés subyugado por la presión política de la poderosa aristocracia rural inglesa. No sabemos si David Ricardo se paseó por el pueblo de Conques una maravilla medieval, con sus calles singulares y su famosa Abadía, un lugar que rivaliza en belleza con Rothenburg (Alemania) u otros pueblos medievales europeos. El pueblo de Conques se halla situado en las montañas al sur de Francia que colindan con España. Si el hotel Hard Rock Hotel Madrid es el preferido de Bruce Springsteen y su tropa “E Street Band”, y la Costa Azul fue el refugio elegido por la banda de los Rolling Stones para componer “Exile on Main Street”, el legendario LP que rivaliza con “Revolver” de los Beatles, nos preguntamos ¿Fue Conques un lugar por donde se paseó David Ricardo y su familia? ¿Por qué no iría David Ricardo a visitar la majestuosa “Abadía Benedictina de Sainte-Foy” del pueblo de Conques? La respuesta es sencilla. En dos notas de David Ricardo aparecidas en el documento “Commonplace Books”, ignoradas por los principales biógrafos del economista inglés, con la excepción del siempre cuidadoso hasta para los más mínimos detalles Piero Sraffa, al listarse su contenido (Works, vol. X, páginas 393-398) lo que emerge de dicha lista es que cuarenta por ciento de las lecturas de David Ricardo consistieron de historia moderna, y de relatos de infatigables viajeros, ciudadanos del mundo, y el sesenta por ciento restante de las lecturas de David Ricardo trataron de lógica, religión, ética y teodicea y por supuesto economía (Sergio Cremaschi, 2023).

Es importante señalar que el cartesiano francés que vivió en el Palacio de Versalles, jefe de la fisiocracia el doctor Quesnay (que se apasionó con gran fervor de un día para otro por la ciencia económica) mediante su idea de “orden natural” en los procesos económicos, permitió a David Ricardo resolver el dilema de la distinción entre enfoque esotérico y enfoque exotérico de la economía, que tantos dolores de cabeza y confusiones padeció Adam Smith. Con la idea fisiocrática (que le trasmitió James Mill y ¿Por qué no Jean Baptiste Say?) de “orden natural”, David Ricardo fundamentó su análisis económico al distinguir entre fuerzas permanentes o estructurales que se imponen a los procesos económicos, por la existencia de dicho orden (al modo como la gravitación se impone a los movimientos físicos de los cuerpos celestes y terrestres), de las fuerzas económicas transitorias. Un ejemplo paradigmático de esta distinción se muestra en la valoración de las mercancías producidas en el capitalismo, en la cual se identifican por un lado los “precios naturales” (determinados por los costos de producción y la tasa de ganancia) y por otro lado, los precios de mercado, determinados transitoriamente por la actuación de las fuerzas de la oferta y la demanda. El pensamiento abstracto en el que tanto destacó David Ricardo no depende exclusivamente de la empírea (hechos sin teoría), sino que penetra profundamente utilizando los hechos estilizados de la economía en la identificación de las fuerzas estructurales permanentes y su separación de las fuerzas económicas transitorias.

Este modo científico de proceder de David Ricardo y los economistas clásicos, combinando los experimentos mentales con una profunda sagacidad para interpretar los hechos económicos más refinados, es propio de la física moderna. Einstein, por ejemplo, llevó a cabo experimentos mentales audaces a los cuales elevó a nuevas cotas al campo de la epistemología científica, creando formas conceptuales únicas de visualizar problemas que no requerían una prueba física, pero que tenían un sólido fundamento realista. Uno de los experimentos mentales más profundos (la idea más feliz de su vida diría Einstein) fue cuando imaginó dos situaciones físicas que le condujeron a establecer en 1908 el famoso “principio de equivalencia” en el cual los efectos de un campo gravitacional son idénticos a los efectos de una aceleración del marco de referencia del observador (un elevador que asciende y un observador dentro del mismo que no sabe que sucede fuera del elevador, no puede precisar, si él cae por la gravedad o el elevador asciende y él toca el piso en dicho ascenso). Como todos sabemos esta idea llevó a Einstein a elaborar en 1916 la teoría general de la relatividad (TGR). Es importante señalar, que la TGR en opinión del físico ruso Víctor Fock no es una generalización de la teoría especial de la relatividad (TER)en virtud de que no aplican a la TGR las transformadas de Lorentz vinculadas a la geometría euclidiana, las cuales aplican a la TER. La TGR está definida por las geometrías no euclidianas. Por eso Víctor Fock denominó a la TGR como una teoría de la invarianza física en lugar de denominarla teoría general de la relatividad (Vladimir Aleksandrovich Fock “Theory of Space, Time and Gravitation”, 1955. Se trata de un libro inteligible a pesar de su densidad matemática que, sólo requiere de cierto dominio de la matemática de tensores y de los espacios de Hilbert). Otro ejemplo, de experimento mental como los utilizados por David Ricardo en su teoría económica es el que lleva el nombre de Paradoja Einstein-Podolsky-Rosen (o Paradoja EPR) elaborada formalmente en 1935, pero que utilizó Albert Einstein en su célebre enfrentamiento con Niels Böhr en el Congreso Solvay de 1927 para destruir los fundamentos de la mecánica cuántica, que el propio Einstein (otra singular paradoja) había contribuido a crear. La Paradoja EPR argumentaba que la idea de la escuela de Copenhague de “entrelanzamiento cuántico” viola el “principio de localidad” y crea correlaciones entre dos o más partículas elementales, que parecen contradecir las experiencias cotidianas de la microfísica y de la macrofísica. Esta crítica de Einstein al exponer a Böhr la Paradoja EPR resultó muy perturbadora para el jefe de la escuela de Copenhague de la mecánica cuántica. Sin embargo, la resolución de la Paradoja EPR impulsó notablemente el desarrollo de la mecánica cuántica, contrariamente a las intenciones de Einstein de destruirla (caso de unintended consequences).

El itinerario de 1823 del periplo final de David Ricardo

Durante su viaje continental de 1822, David Ricardo parecía tener mucha salud, y se le veía alegre a sus cincuenta y pico años de vida, refutando la idea de Dostoyevski de que era inmoral, indecoroso, y vulgar vivir más allá de los cuarenta años (“Apuntes del subsuelo”, 1864). En la cúspide de la felicidad, le sobrevino una afección del oído, fácil de curar en el siglo XX, que sin embargo se extendió al interior de la cabeza. Lo extraño es que anteriormente, David Ricardo no había experimentado ninguna molestia; por lo que, en su momento, no tomó en cuenta esa que, parecía una pequeña afección, un leve dolor que un principio no le inquietó. Fue un descuido fatal, apuntalado por el hecho de que Moses Ricardo médico y hermano suyo, había atendido sin ningún problema dicha afección. Contaría Moses Ricardo después de la muerte de su hermano, que no había ningún síntoma que pudiera provocar la más mínima ansiedad sobre su recuperación. En todo caso no advirtió que el fin de la vida de David Ricardo estaba próximo. La catástrofe vendría sólo un año después en 1823.

De regreso de su viaje continental, David Ricardo se refugió en su casa de campo conocida como “Gatcombe Park”, situada en la avenida Gloucestershire, en el pueblo de Minchinhampton. La imponente mansión que el economista inglés adquirió en 1814 se construyó con piedra de Bath y consta de cinco dormitorios principales, cuatro dormitorios secundarios, cuatro salas de recepción, una biblioteca, un invernadero y, lo mejor una agradabilísima sala de billar. Actualmente la mansión es habitada por la aristocracia británica. La casa de Gatcombe Park fue remodelada por el amigo de David Ricardo, el arquitecto y también geólogo Elías George Basevi, un individuo que como Ricardo era un judío sefardí y, si me apuran fue uno de los diez y nueve miembros fundadores del Club de Economía Política (CEP) en los que destacan ilustres nombres entre otros como: James Mill, David Ricardo, Thomas Malthus, Thomas Tooke, Robert Torrens, George Grote MP, William Leader Marbely (Keith Tribe “Founders of the Political Economy Club. Act. 1821-1829”, Oxford Dictionary of National Biography, 2008. Es relevante mencionar, que un autor anónimo publicó en 2023, una historia del CEP, bajo el título “Political Economy Club, Founded in London, 1821”.)

Allí en el CEP David Ricardo expresó en privado su preocupación de que no existía una medida de valor absoluto, que de no encontrarse debilitaría su sistema económico. Como se sabe su teoría del valor fue estructurada axiomáticamente, al modo en que Baruch Spinoza compuso axiomáticamente su tratado moral “Ética demostrada según el orden geométrico”, (1677). En este hecho, se percibe al comparar las dos estructuras analíticas, la de Baruch Spinoza y la de David Ricardo la influencia del primero sobre el segundo ¿Cómo se filtró la influencia metodológica de Spinoza sobre David Ricardo? La influencia del filósofo holandés probablemente operó a través de la influencia de Baruch Spinoza sobre Quesnay y los fisiócratas, que como Spinoza eran cartesianos.

Por otro lado, en su manuscrito de 1818, intitulado “On Torrens”, David Ricardo reitera su postura de hallar una medida invariable de valor. El no encontrarla fue uno de los puntos débiles de su sistema económico por el cual, atacó Malthus en su sistemática polémica con David Ricardo, con el objetivo de destruir en forma global el peligroso (para la clase terrateniente) sistema económico ricardiano. Es importante destacar que aún se discute la tesis de los ex sovietólogos económicos según la cual David Ricardo bajo el influjo de Baruch Spinoza intentó deducir los fenómenos económicos como aparecen, respecto de su esencia, procedimiento que también siguió Marx un economista y filósofo también influenciado por el filósofo holandés (Remember el aforismo en latín recurrentemente empleado por Marx de Spinoza “Omnis Determinatio est Negatio”). Sergio Cremaschi considera que Spinoza influyó en David Ricardo sólo en la primera edición de los “Principios”, por la geométrica rigidez de su teoría, y que la abandonó con principios más flexibles en la tercera edición (Sergio Cremaschi “David Ricardo. An Intellectual Biography”, 2021). También Marx como David Ricardo se alejó de la rigidez geométrica de Spinoza cuando determinó que la tasa de interés una variable crucial del sistema económico capitalista no estaba sujeta a un orden natural por lo que su distintivo era la de carecer de un “precio natural” (Marx “El Capital”. Vol. III, 1894).

¿Cuál fue el curso del periplo del último año de David Ricardo? La secuencia de eventos fue como sigue:

El catorce de enero de 1823, David Ricardo pasó quince días gratos en Bromesberrow Place, con una familia amiga disfrutando del aire puro de un campo hermoso ¿Qué más puede desearse, se preguntó a sí mismo David Ricardo sin sospechar lo que en breve le sucedería? Ese día, esperaba con ansiedad asistir a la sesión del Club de Economía Política fundado por él y otros economistas en 1821, que se reunía los lunes de la primera semana de cada mes. Esperaba también con ansias el libro del economista Thomas Tooke, un economista aliado suyo por sus posturas en favor del libre comercio.

El treinta de enero de 1823, Ricardo en una carta que le remitió increpó a Hutches Trower por rechazar una reforma parlamentaria e interesarse en una Cámara de los Comunes que solo estaba representando los intereses de una pequeña fracción del pueblo de Inglaterra. El veinticinco de marzo David Ricardo leyó en el CEP el ensayo de J.R. McCulloch “Economía Política” escrito para el suplemento de la Encyclopedia Britannica fundada en 1768, y leyó también varios artículos de McCulloch, y a partir de ello le escribió a su futuro discípulo que deseaba conocerle personalmente, para expresarle su concordancia en todos los temas relativos, a los grandes problemas del comercio y de la Economía Política.

El once de marzo de 1823, David Ricardo sacudió a las elites económicas al proponer de manera audaz que, la redención de la deuda pública de Inglaterra debía ser resuelta mediante impuestos al capital. Propuso un cronograma de tiempo para el pago del impuesto en numerosas cuotas a liquidar en plazos de dos, tres, seis o doce meses (Works 5, p. 271). Los profesores Asso y Barucci mencionan algo más, la existencia de un manuscrito de David Ricardo que presenta un esquema de ahorro en el uso del medio circulante para el propósito particular de liquidar la deuda pública inglesa (P.F. Asso y E. Barucci . “Ricardo on National Debt and its Redemption: Some Notes on an Unpublished Manuscript”, Economic Notes, 1988; y Takuo Dome “Ricardo on Income Tax: A Note”, Cambridge Journal of Economics, 2000). Por tal audaz propuesta y por el poder analítico abstracto que la sustentaba, el distinguido e injustamente olvidado Henry Brougham expresó su admiración hacia David Ricardo afirmando que era un hombre venido de otro planeta (W. D. Sockwell intentó rehabilitar a Brougham como un teórico de primera fila, constructor entre otros del Sistema Clásico de Economía política “Contributions of Henry Brougham to Classical Political Economy”, HPE, 1991).

El cuatro de abril, David Ricardo le expresó al señor Goldsmid de manera convincente que, él David Ricardo lleva los principios de la tolerancia muy lejos. El tres de mayo, Ricardo le escribe a McCulloch preguntándole si ha leído el libro de Malthus acerca de la medida del valor, y le comunica que los argumentos de Malthus son falsos de principio a fin. En una carta enviada al señor George Grote, le informa David Ricardo que ha visto a William Leader Marbely, pensador radical, ambos fundadores del Club de Economía Política quienes le parece concuerdan con su visión.

En su mansión de Gatcombe, David Ricardo comenzó la redacción de su texto “Absolute Value and Exchangeable Value” (1823), ello fue motivado por la reciente publicación de “The Measure of Value Stated and Illustrated with an Application of it to the Alterations in the Value of the English Currency Since”, 1790 de Malthus, publicado en abril de 1823. En los “Principles”, Ricardo había demostrado que el trabajo era fuente del valor de cambio bajo ciertas hipótesis, pero no resultaba convincente como medida invariable del valor. Debía probar bajo qué supuestos el precio real del trabajo era constante. Concluía que la producción del bien ideal como medida de valor debía mantener una relación capital-trabajo fija y se dispuso en principio a demostrar que dicho bien era el oro. Este tema le preocupó mucho, por lo que abordó recurrentemente hasta los días últimos de su vida sin ofrecer una solución rigurosa (Pier Luigi Porta “David Ricardo Notes on Malthus´s Measure of Value”, Cambridge, University, 1992). Fue Piero Sraffa quien resolvió el enigma en 1960 cuando publicó su enigmático libro “Producción de mercancías por medio de mercancías”.

El veinticinco de mayo, el señor Trower, le informa a David Ricardo sobre la necesidad de realizar cambios constitucionales para mejorar el bienestar del pueblo: “El correr del tiempo no espera a nadie -le expresa Trower en su misiva-, y cuando ha transcurrido un lapso tan prolongado de tiempo pueden y deben producirse tales alteraciones en las costumbres, que hacen necesarios algunos cambios en su constitución, a fin de mantener la simpatía entre el pueblo y sus instituciones sin la cual no puede haber seguridad ni felicidad”. David Ricardo le expresa su total conformidad política con esa filosofía política y la necesidad urgente de actuar en el Parlamento.

El veintiocho de mayo de 1823 Ricardo envía a Malthus una carta en la que adelanta la idea de que su teoría del valor-trabajo es correcta si puede encontrarse una medida del valor absoluto, lo que sería la mercancía estándar de Sraffa. En fecha cercana al veintidós de junio, David Ricardo, James Mill, George Grote y J.R. Mc Culloch discuten apasionadamente sobre la interminable controversia sobre la medida del valor, sin que se llegara a una solución definitiva.

El treinta de junio el señor James Blake le pregunta a McCulloch como reconciliar la relación inversa de ganancias y salarios establecida por David Ricardo con el hecho estilizado siguiente: en el periodo 1783 a 1800 cuando no hubo depreciación los salarios subieron del 25 al 30 por ciento y en consecuencia, de acuerdo con la teoría aceptada, las utilidades debieron haber bajado entre 25 y 30 por ciento; sin embargo – argumenta Blake- se admite (la tasa de interés lo prueba) que las utilidades subieron. Ojalá -le inquiere Blake- estos hechos lo reconcilien a usted con su sincero amigo”.

Entre el trece de julio y el veintiuno de julio Ricardo y Malthus se enzarzan en la polémica sobre la medida del valor criticándose mutuamente sin llegar a acuerdos. El veinticuatro de julio, David Ricardo le dice a Trower que, mientras no haya acuerdo sobre la medida del valor, la ciencia económica no avanzará. Le expresa que al conocer a McCulloch resultó grato saber que, es una persona agradable, bien informada, que ama sinceramente y busca la verdad. Por otro lado, Ricardo respondiendo a Trower se muestra satisfecho de que el Parlamento en su actuación ha alentado un espíritu más liberal de más tolerancia.

El tres de agosto Ricardo le envía una larga carta a Malthus con argumentos muy sofisticados sobre la medida de valor, le dice que el tema es en extremo arduo y que las soluciones de McCulloch y Mill si bien constituyen un paso adelante, no resuelven las objeciones planteadas por Malthus. Por otro lado, le informa el infatigable Ricardo a Malthus que ha avanzado en el proyecto de constituir un Banco Nacional, con el propósito de demostrar que la nación no perdería nada por concepto de utilidades al abolir el Banco de Inglaterra, y que el único efecto del cambio será transferir una parte de las utilidades del banco a la Tesorería Nacional. David Ricardo tiene en su pensamiento el proyecto de que el gobierno sea el único emisor de papel moneda y, su estructura de gobernanza se basaría en la de ser independiente de los ministros de hacienda, que tanto influyen (negativamente) en el Banco de Inglaterra. El propósito de Ricardo es frenar las utilidades excesivas de los bancos emisores de papel moneda, con su plan de un sólo banco emisor, por lo que, al aplicar la medida a los bancos privados bajo la directriz del banco nacional, solo ganaría este último las utilidades propias del señoreaje.

El señoreaje es el conjunto de utilidades que obtiene el banco central por la diferencia positiva entre el valor del dinero y el costo de imprimir los billetes y monedas y los instrumentos monetarios cercanos al entorno de la oferta monetaria M1. David Ricardo, no imaginó que, en una economía globalizada y pequeña, la evidencia empírica de que se dispone es la pérdida del señoreaje y la reducción de las utilidades de un banco central con meta única de inflación y autonomía constitucional como el de Banco de México y la reducción de recursos para el gobierno (Guadalupe Mantey “The Fiscal Support to the Central Bank and the Loss of the Seigniorage”, 2013).

En una carta del 7 de agosto a su amigo James Mill, David Ricardo le señala con un tono que denota una felicidad personal y familiar insospechada que “nuestros bosques de Gatcombe Park, nuestras corrientes de agua y nuestros bosquecillos nos parecen deliciosos”. Le informa del cuidado que tiene para con los arreglos de la propiedad su esposa. En la carta, Ricardo Le dice a Mill “He dedicado unos cuantos días a escribir un breve folleto para demostrar la viabilidad de que el gobierno se convierta en el único emisor de papel moneda”. También le expresa lo siguiente: “Haría un auténtico servicio a la Economía Política quien demostrara que las dificultades reales residen en el modo de encontrar una medida exacta del valor, y que lo mejor de ellas sería la menos sujeta a variaciones. Creo que hemos encontrado ya la mejor posible, pero debe hacerse algo más para demostrar que lo es”. Lacónicamente termina la carta David Ricardo diciendo “Me gustaría emprender esa tarea, pero debe hacerla una pluma más diestra”. La solución vendría de Italia en el año de 1960, ciento treinta y siete años después con la publicación de la magnum opus de Piero Sraffa. Misma preocupación le expresa David Ricardo al día siguiente a su discípulo John Ramsay Mc Culloch “El difícil tema del valor ha ocupado mis pensamientos, pero no he podido salir del laberinto”. A continuación, crítica la solución de Malthus de quien recibió ese día dos cartas.

El ocho de agosto David Ricardo recibe una carta de Mill que le habla de la correspondencia de Voltaire y D´Alembert contenida en los últimos dos volúmenes de Voltaire. Le habla de la historia de la literatura francesa de la delicia de leer a Voltaire, que también le interesa a David Ricardo, probablemente el interés en el tema se gestó en los días de estudios en la escuela Talmud Torá. Por otra parte James Mill le dice a David Ricardo “Usted es la única persona, entre los hombres públicos, que entiende cabalmente los principios reales del buen gobierno”.

El quince de agosto, David Ricardo envía una carta a Malthus donde de forma pesimista le dice sobre la medida del Valor “No afirmo que usted haya fracasado y yo triunfado, sino que ambos hemos fracasado; que no hay ni puede haber una medida exacta de valor y que lo más que un hombre puede hacer es encontrar una medida del valor que puede aplicarse en muchísimos casos sin perder mucho de su exactitud en muchos otros”. El veintiséis de agosto Mr. Trower le expresa a David Ricardo un problema más sutil sobre la medida del valor “Si todas las medidas resultan defectuosas, entonces lo único que puede hacerse es adoptar aquella que tenga menos defectos, y esto no es un problema fácil de resolver […] Para mí, usted ha probado de manera satisfactoria que el costo de los bienes es esa medida”. De alguna forma Trower nos adelanta una pista vinculada a la solución final de Sraffa.

El 30 de agosto David Ricardo responde a Mill la carta enviada el ocho de agosto y le dice “Es curioso que usted y yo hayamos seleccionado el mismo libro como lectura en el mismo momento; yo estaba leyendo la correspondencia que se cruzaron Voltaire y DÁlembert cuando recibí su carta. Estas cartas me han interesado mucho y nada me sorprende más que la viveza y la actividad del espíritu de Voltaire, cuando estaba abatido por la edad y las enfermedades”.

El cinco de septiembre David Ricardo le envía una carta a Mill que refleja la lucha heroica e incesante de remitente para encontrar la medida perfecta de valor, le dice que el camino de Malthus es erróneo y que el suyo intenta incorporar al menos los elementos que debe satisfacer una medida invariable de valor ser neutral ante los cambios tecnológicos y ante los cambios en la distribución del ingreso. El seis de septiembre desde Gatcombe Park, A. Austin escribe a Mr. Trower amigo dilecto de David Ricardo, expresándole que este se encuentra en cama afectado por un dolor de oído. Las damas que lo cuidan afirman que tiene dos días de dolor, de lo que se infiere que el cinco de septiembre mientras batallaba con el problema de encontrar la medida absoluta del valor Ricardo comenzó a tener el dolor de oído.

El doce de septiembre Anthony Austin le informa a Trower del inesperado fallecimiento de David Ricardo. Le señala la causa “El dolor del oído de David Ricardo produjo un absceso al que acompañó un agudísimo dolor y una inflamación tan grande que el hueso se dañó, el perjuicio se propagó al cerebro y originó que se formara ahí un material raro”. El fallecimiento de David Ricardo ocurrió a mediodía del doce de septiembre de 1823, no se precisa la hora.

El diecinueve de septiembre Mill en una carta le da un poco de más detalles a John Ramsay McCulloch sobre las causas del fallecimiento de David Ricardo, y la perdida que ello significó para la causa de la humanidad: “La enfermedad comenzó con un dolor en el oído que parecía ser común y corriente y que él trató como si fuese consecuencia de un resfriado. Sufrió un tanto el domingo por la noche, pero al día siguiente tenía pocos dolores; esos mismos síntomas se repitieron días y noches. A fines de la semana aumentó el sufrimiento que adquirió caracteres terribles, y se hizo necesario administrarle aplicaciones enérgicas. El sábado por la noche el tumor reventó y disminuyó el dolor, pero tan abatido se mostraba el enfermo y en tal forma estaban afectados los tejidos, que la alarma no disminuyó. Sin embargo, el martes por la mañana parecía estar positivamente mejor, y la señora Ricardo me escribió, diciéndome lo que había pasado y urgiéndome a ir a Gatcombe, pues ello podría contribuir a alegrar al paciente y acelerar su convalecencia. Recibí su carta el miércoles en la mañana y el viernes por la mañana recibí unas cuantas líneas de la pobre Mary escritas el jueves a medianoche, donde me decía que estaban todos reunidos en la habitación vecina, esperando que de un momento a otro falleciera su amado padre. Había regresado el dolor del oído y, después de un lapso de inenarrable agonía, se presentó una fuerte opresión cerebral, a lo que siguió primero el delirio, después la coma, que continuo hasta su muerte” (Works Vol. IX, 1821-1823).

Mill le propuso a McCulloch honrar la memoria de David Ricardo realizando unas conferencias que lleven su nombre.

La conducta de David Ricardo, economista de economistas, y multimillonario ante la adversidad

Cuando frisaba los 48 años, David Ricardo escribió a su amigo más íntimo James Mill una emotiva carta el veinticinco de noviembre de 1820 que no podemos dejar de transcribir: “Estas equivocado querido amigo -escribió David Ricardo- en suponer que debido a que considero a la vida en general como, una no deseable cosa en retener después de los 60 años, estoy a disgusto con mi situación actual, o que no tengo objetos inmediatos de interés que me importen atender. Lo contrario es el caso -Estoy muy contento y confortable y nunca dejo de tener deseos de objetos de interés que me sean atractivos. Considero muy agradable la vida a pesar de los muchos accidentes y privaciones con que nos castiga. En mi propio caso, he perdido el uso de un oído completamente- y todos los días pierdo mi dentadura, y apenas escasamente cuento con un diente útil para mí. Asumo estas serias privaciones de la vida con un mejor temperamento de mí mismo, no puedo ayudarme anticipando ciertas noticias de las cuales a veces pienso, que muchas otras desventuras me esperan. No puedo asegurarte de que, estoy en contra o a disgusto con la vida. Estoy en buenos términos con ella. Quiero decir, que hago lo mejor por estar contento con la vida. Pero mis observaciones sobre la pérdida de estima e interés que los viejos sienten en su relación con los jóvenes, frecuentemente de sus propias imperfecciones y errática conducta, se borra por el deseo de indulgencia y consideración de la juventud, lo que me convence profundamente que, la felicidad en general debe ser altamente promovida, aún si la muerte nos visita en promedio en un periodo más corto que lo previsto” (Works, Vol. VIII, p.253. David Ricardo to James Mill, 25 September 1820. Este relato aparece también en David Weatherall “David Ricardo: A Biography, 1976 y en el citado libro de John Henderson y John Davis sobre la vida de David Ricardo, 1997).

La carta de David Ricardo a James Mill es conmovedora vista desde múltiples ángulos. La serenidad con que acepta David Ricardo la adversidad a pesar de todos los castigos humanos que impone, especialmente en el umbral de la edad del descenso. También encontramos en esa carta la conexión constructiva entre la vejez y la juventud cuando esta última es sensible a la edad provecta. Este contexto delineado por David Ricardo nos recuerda a Charles Dickens en su novela Oliver Twist (1837-1839), la sabiduría y bondad del personaje inolvidable mister Brownlow que hace de la vejez un monumento insobornable de embellecimiento mediante los atributos combinados de bondad y sabiduría, que refleja la novela. Nos recuerda también a la novela “David Copperfield” su generosidad para con los débiles explotados por los fuertes, y su extraordinaria relación de empatía de David Copperfield para con su abuelo, donde emerge estéticamente la indulgencia de la juventud señalada en la carta de David Ricardo a su amigo james Mill.

David Ricardo fue un escritor de temas económicos muy realista y como Dickens vio ante todo un mundo a veces inhumano y a veces muy cruel (la ley de bronce de los salarios lo ejemplifica). Sin embargo, tiene siempre David Ricardo una perspectiva optimista, por eso amó a Voltaire y se congratuló de su conducta ejemplar ante la adversidad.

El optimista nos recuerda Chesterton en su hermosa biografía de Dickens (en mi opinión una de las más bellas biografías de todos los tiempos) es el principal actor de los cambios, por ello el optimista es un hombre progresista amigo de la humanidad como lo fue David Ricardo. “El optimista -escribió Chesterton- es mucho mejor reformador que el pesimista; el que está persuadido de que la vida es excelente es el que más la modifica […] El doctor Johnson tenía de la humanidad una idea pésima; fue en política, un conservador excesivamente satisfecho. Rousseau, en cambio, ve a los hombres de color de rosa y es responsable de una revolución. Mientras el amargado Swift profesó de “Tory”, el feliz Shelley fue un rebelde. El optimista Dickens fustigó con su sátira la prisión por deudas, y la prisión por deudas ya no existe. El pesimista Gissing satiriza los suburbios y ahí siguen los suburbios” (Chesterton “Dickens”, 1906). David Ricardo estableció la ley de bronce o de hierro de los salarios, que condenaba de persistir a los trabajadores a un mundo de miseria insoportable, ese mundo mejoró y el nivel de vida de los trabajadores mejoró en los años subsecuentes por la influencia de David Ricardo hacia los pensadores socialistas.

En la época de Dickens y de Chesterton el mundo era cruel e inhumano, pero albergaba mucha esperanza. Podría haber estado lleno de instituciones inhumanas (Marx cita los libros azules de los inspectores fabriles de Inglaterra que dan cuenta de ello), más era con todo, un tiempo lleno de gente humanitaria. David Ricardo vivió a pesar de todo una atmósfera igualitaria y pensaba que la desigualdad económica imperante se iría corrigiendo con una democracia radical, por eso como parlamentario fue partidario indeclinable de grandes reformas parlamentarias que dieran cauce a la democracia radical, en el contexto de una gran tolerancia personal, política, religiosa y social, condiciones indispensables del verdadero progreso social según la filosofía radical de David Ricardo. Al respecto -afirmó Chesterton- Podrán los grandes hombres producir despotismos; la democracia produce grandes hombres. La otra gran fábrica de héroes aparte de la revolución es la religión siempre y cuando sea profundamente tolerante como quería y deseaba David Ricardo.

La otra faceta de David Ricardo es la conformidad con la vida ante la adversidad. La vejez trae consigo mucha adversidad, pero hay que enfrentarla con alegría profunda con esperanza. David Ricardo argumenta que en la vejez (el sólo vivió su umbral por su muerte prematura), hay esperanza no solo en la juventud. Esta puede ser radicalmente en ciertos momentos desesperanzadora. Chesterton capturó muy bien sin saberlo el sentir de David Ricardo cuando expresó lo siguiente: “Se oye a todas horas decir que la esperanza es cosa de la juventud que presta sus alas de mariposa. Sin embargo, yo me atrevo a pensar que es el último don que recibe el hombre; el único don que la juventud no recibe. Fundamentalmente, la juventud es la época en que todo hombre puede ser lírico, fanático, poético; pero el periodo en que un hombre puede sentirse radicalmente desesperado. El fin de cada episodio es el fin del mundo. El poder de esperar pese a todo, y la noción de que el alma sobrevive a sus a venturas, esa gran inspiración no se recibe sino hasta la edad madura. Dios reserva el buen vino hasta entonces. Un día advertimos con asombro que es al caballero provecto a quien le han salido alas de mariposa en las espaldas. No hay cosa que confunda a los jóvenes como la impenitente frivolidad de los viejos. Pero es que los viejos han descubierto que son indestructibles. Están viviendo su segunda y más clara niñez, y en el brillar de sus ojos revolotea alegremente una significación. Porque ellos han visto el fin del mundo” (Chesterton “Dickens”, 1906). Este estado delineado por Chesterton es el que percibió David Ricardo en su carta a Mill a los 48 años. Tal fue el talante indestructible del gran economista inglés en los días finales de su corta vida.

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