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Política

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En México hay grupos minoritarios antivacunas; autoridad no debe ignorarlos, dicen especialistas

Colectivos como “Mexicanos por la verdad” y “Abogados por la verdad México”, se han manifestado en distintas ocasiones en contra de la vacunación contra la Covid-19 y el uso de cubrebocas; en Chiapas algunas comunidades indígenas se mantienen renuentes a inocularse y otras acceden luego de informarlas sobre sus beneficios y acercarles los fármacos.

Foto EE: Rosario Servin

Prácticamente desde que inició la vacunación contra la Covid-19 en México, grupos de personas que están en contra de las vacunas comenzaron movilizaciones, principalmente en la capital del país, para manifestar su rechazo a esos fármacos, así como al uso del cubrebocas. En tanto, casi de manera paralela, habitantes indígenas de Chiapas expusieron también su rechazo a la inoculación, incluso en algunos casos aislados de manera violenta; sin embargo, durante las últimas semanas han accedido a vacunarse, conforme les proporcionan más información y atienden sus inquietudes.

A escala nacional, colectivos como “Mexicanos por la verdad” y “Abogados por la verdad México”, se han manifestado en las calles en distintas ocasiones. Argumentan que desde el año pasado “se está orquestando un plan para coartar las libertades, como la de tránsito, sustentando en un virus cuya existencia no se ha confirmado”.

Este periódico contactó a esas organizaciones, pero se negaron a conceder entrevistas o a exponer cuál es exactamente su posición respecto de las vacunas y el uso de cubrebocas.

Ambas agrupaciones tienen una marcada actividad a través de redes sociales y plataformas de mensajería como Telegram. En esta última, cuentan con un canal en el que ofrecen información que, según dicen, busca poner “alto a la falsa pandemia”.

Hasta el jueves pasado, habían subido 7,598 fotografías, 6,546 videos y 748 archivos, con información diversa, desde fotografías supuestamente para demostrar que a una persona se le pega al cuerpo una cuchara, por haberse vacunado, hasta documentos de personas a las que presentan como especialistas, quienes argumentan en contra de las vacunas que se aplican en México y en el mundo.

No existe información precisa sobre cuantos mexicanos no quieren vacunarse contra la Covid-19 y cuántos participan a escala nacional en estas agrupaciones y en qué estados de la República se encuentran.

Sin embargo, algunas encuestas permiten tener una idea de la dimensión de este asunto.

No se quiere vacunar 7.2% de mexicanos: Consulta Mitofsky

De acuerdo con la septuagésima séptima encuesta nacional “El coronavirus en México”, realizada por Consulta Mitofsky, del 23 al 25 de julio pasado, 7.2% de los encuestados no quiere vacunarse, 92.1% manifiesta que ya se vacunó o está esperando su turno para hacerlo. El restante no contestó.

El ejercicio muestra que, del 11 de abril, al 25 de julio pasado, periodo en el que se realizaron 16 encuestas, el porcentaje que respondió que no se quiere vacunar se ha ubicado en un promedio de 9.4%. El valor más alto ocurrió el 20 de junio, con 15% y el más bajo el 18 de julio, cuando 4.4% de los consultados respondió que no quería aplicarse el biológico.

De abril a junio, el porcentaje de personas que manifestó que tiene mucho o algo de miedo a contagiarse es superior a 70 por ciento. La última medición fue de 77.6 por ciento.

La misma encuesta muestra que, de diciembre de 2020 a julio, más de 85% de los encuestados ha expresado que cuando sale de su casa siempre se pone el cubrebocas. El último valor, el del 25 de julio, fue 89.6 por ciento.

En México no hay un movimiento nacional antivacunas, dice José Manuel Ramírez

Por su parte, José Manuel Ramírez Aranda, académico del departamento de Medicina Familiar de la Universidad Autónoma de Nuevo León, expuso que en México no existe un movimiento antivacunas pero sí hay gente que no está dispuesta a vacunarse.

Dijo que son varias las razones por la cual algunas personas no quieren inocularse contra la Covid-19. Una de ellas es la desinformación, que lleva a que asuman esta postura de temor a algo desconocido, como, en este caso, que se trata de una vacuna para una enfermedad nueva.

Ramírez Aranda expuso que quienes norman su criterio en función de artículos científicos o en información basada en conocimiento científico, no están en contra de las vacunas. 

Contrario a ellos, quienes guían sus convicciones en función de la información que circula en redes sociales o personas no autorizadas para hablar de esos asuntos, tienen una percepción de que las vacunas hacen daños y llegan a extremos de asegurar de que te inyectan un chip o algo magnético.

Indicó que ha alimentado ese tipo de percepciones el hecho de que antes se tardaban muchos años en desarrollar una vacuna y ahora, en el caso de la Covid-19, fueron meses.

Además, ocurre que personas que tuvieron efectos secundarios van alimentando ese tipo de percepciones.

Lo grave, indicó, es que son cuestiones que no tienen que ver con la ciencia, sino con supuestas confabulaciones de grupos poderosos que tratan de controlar a la gente.

Mencionó que el hecho de que en el trabajo de vacunación contra la Covid-19 se hayan visto escenas de sillas vacías en centros de vacunación, tiene que ver, en cierta medida, con el grupo de edad. Primero se vacunaron a los adultos mayores, que fueron los más afectados por la pandemia y los que tenían el interés de vacunarse para librarse de la enfermedad. Ahora, como les toca vacunarse a los jóvenes y no han sido afectados tanto como los adultos mayores y en su amplia mayoría no han requerido ser hospitalizados, entonces tienen menos incentivos para vacunarse. “Tienen cierta percepción de invulnerabilidad”.

En su opinión, los esfuerzos del gobierno y especialistas de la salud deberían enfocarse en educar a la gente sobre la importancia de la vacunación, ya que es el mejor tratamiento para salir de esta pandemia.

“La gente que no quiere vacunarse dice yo tomo mi decisión, tengo libertad para decidir si me debo vacunar, porque es mi cuerpo, pero lo que no toman en cuenta, es que todos vivimos en sociedad y la idea es llegar a la inmunidad de rebaño para estar protegidos como país”, añadió.

Los argumentos de los antivacunas son insostenibles, afirma Malaquías López

Por su parte, el académico del departamento de Salud Pública de la UNAM, Malaquías López Cervantes, expuso que una de las formas más perniciosas de malinterpretar las cosas es este grupo de antivacunas y el rechazo hacia los fármacos, que busca generarse en incitar miedo e interpretaciones mágicas que, en algunos casos, terminan por costarle la vida a la gente.

Destacó que la vacuna es el único recurso real que tenemos para proteger a las personas y la pérdida de la oportunidad de vacunarse puede provocar la muerte.

Eso no debería de suceder y menos por creencias de una naturaleza tan perniciosa como esta de que las vacunas tienen que ver con peligros imaginarios”.

En su opinión, el hecho de que un grupo de personas con un nivel de educación alto, le otorgan credibilidad a ciertas argumentaciones que escuchan a problemas de carácter químico o biológico de las vacunas y su aura de personas de conocimiento, es perjudicial.

Citó el caso de una persona que trabaja en la Universidad Autónoma de Querétaro quien, al amparo de decir que tiene títulos académicos internacionales de alto nivel, “hace una serie de argumentaciones que son verdaderamente insostenibles”.

El problema, añadió, es que hay gente que cree que, si una persona con ese nivel de preparación está diciendo algo en contra de una vacuna, entonces lo que hay que hacer es aceptar esos argumentos.

Para el académico, quien forma parte de la comisión de la UNAM para la atención de la emergencia coronavirus, ha favorecido esa narrativa el hecho de que algunos profesionales de la medicina se quedan callados ante este tipo de expresiones, “mientras los charlatanes influencian a la gente”.

Destacó que no se debería de ignorar la existencia de estos grupos, por el riesgo de que vayan a influir en otros segmentos de la población.

Incluso, destacó que las autoridades tienen un motivo de intervención cuando padres no dejan vacunar a sus hijos.

Desde su perspectiva, en realidad son grupos muy pequeños, que no influyen mucho y al final quienes pagan las consecuencias de estas narrativas son las mismas personas que propagan estas ideas.

No obstante, consideró que deberían ser enfrentados por autoridades y la academia, para desmentirlos y evidenciar que están propagando falacias, aunque recalcó que si se comprueba que algún fármaco genera daños o no sirve para lo que se dice que funciona, se debe reconocer públicamente.

Recordó que los llamados antivacunas se han convertido en un problema en algunos países, con las destinadas a atacar otras enfermedades, particularmente la del sarampión, que es dirigida a los niños y que sí les puede salvar la vida en caso de contagio. Sobre ese particular, mencionó que ya han ocurrido brotes de esa enfermedad en países donde ya había desaparecido, debido a que personas impiden la vacunación.

En Chiapas indígenas acceden a vacunarse luego de trabajo de concientización

Por otra parte, López Cervantes dijo que hay una diferencia entre esos colectivos que no se quieren vacunar, a las personas de comunidades indígenas o marginadas en donde hay población que tampoco se quiere inocular.

Unos dicen que sus argumentos tienen un sustento científico, aunque realmente no lo son y las otras son creencias de carácter mágico, que sostienen que no existe el virus o que es Dios quien decide cuando se tiene que morir la gente. 

En algunas entidades del país, como Chiapas se han registrado casos donde comunidades marginadas han rechazado las brigadas de vacunación.

En el caso de Chiapas esa situación es preocupante debido a que es el segundo estado con menos población vacunada.

Algunos medios de comunicación documentaron casos como el ocurrido el 18 de junio pasado en Yabteclum, municipio de Chenalhó, cuando indígenas rodearon una ambulancia donde iba una brigada de vacunación por haber ingresado al pueblo cuando su asamblea había dicho que no querían la vacuna.

En mayo de 2020, según narra la periodista Ángeles Mariscal en Chiapas Paralelo, “una ambulancia del hospital básico comunitario de San Andrés Larráinzar fue quemada. Pobladores de este lugar ubicado en la zona indígena de Los Altos de Chiapas, también destruyeron parte de las instalaciones”. Según el texto, temían que en este lugar personal de salud estuviera “inyectando el virus de la Covid”.

Indígenas reconsideran su reticencia luego de recibir información sobre la pandemia y las vacunas 

De acuerdo con Ricardo Ayuto, vecino de Tenejapa, consultado por El Economista, la comunidad ya aceptó vacunarse y acordaron con las autoridades de salud estatales y federales que el próximo 4 de agosto se instalará un módulo de vacunación en el domo de la población. Ahí se vacunarán personas de 18 años y más.

Anteriormente, los adultos mayores tuvieron que desplazarse a la ciudad de San Cristóbal de las Casas, pero ahora se programó el módulo donde se vacunarán también rezagados de adultos mayores que no se hubieran vacunado anteriormente.

En tanto, Miguel Ángel Gómez, del municipio de Oxchuc dijo a este periódico que hace dos meses en una primera asamblea se informó sobre la vacuna en lengua tzeltal y el pueblo aceptó vacunarse.

Se acordó que personas del municipio llevaran la información a los 133 comunidades y 25 barrios que conforman la demarcación y posteriormente comenzó a aplicarse las vacunas a adultos mayores. 

Sin embargo, destacó que sí hubo algunas comunidades que dieron un rotundo no a la vacunación. Calculó que 25% de pueblos y barrios se negaron y 75% accedieron a vacunarse.

Dijo que, en ese municipio, como ocurrió en muchos del estado, fue necesario un profundo trabajo de concientización para que la gente accediera a vacunarse. Además, debido a que comenzaron a presentarse casos de Covid-19, la gente dimensionó los daños de la pandemia.

Dijo que hay gente que todavía sigue pensando que no existe la enfermedad y otros que debido a que viven en parajes apartados no cuentan con la información suficiente. También hay creencias de que la misma vacuna trasmite la pandemia.

En esos lugares, conocer un caso cercano se ha convertido en el mayor incentivo para vacunarse.

Además, ocurre que los jóvenes, que son los que más salen de sus comunidades, tienen una mayor disposición a vacunarse y son ellos los que convencen a sus familiares mayores.

Comentó que en muchos pueblos, no solo de ese municipio, sí existe una resistencia a vacunarse, principalmente en hombres que consideran innecesario vacunarse.

En tanto Iván de Jesús Santiz, médico de la comunidad de Oxchuc informó que este domingo 31 comienza la vacunación en el municipio.

Al principio, dijo, por temas políticos una parte de la población no se quería vacunar, pero ahora el pueblo ya decidió sí permitir las brigadas. “La gente está tomando conciencia porque se entera que en todo el país las personas se están vacunando”.

Dijo que, “ahora solamente los problemas políticos en algunos municipios sería el único impedimento para que la vacunación ocurra porque la gente está respondiendo muy bien”.

En su opinión, funcionó el hecho de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, decidiera que el director general del IMSS, Zoé Robledo, acudiera a Chiapas y se encargara de la vacunación y se trabajara con la gente para generar conciencia de los beneficios de vacunarse.

En San Juan Chamula funcionó acercar las vacunas a las comunidades

Francisco Avilés Sol, secretario de Protección Civil de San Juan Chamula, informó que en un principio no hubo la afluencia esperada de personas para vacunarse en el módulo que se instaló en el centro de salud del municipio, por lo que se decidió implementar brigadas para que visitaran a las diferentes comunidades de ese lugar.

El lunes pasado se instaló un módulo de vacunación en la comunidad de Bautista Chico, donde viven alrededor de 2,500 personas y se registró una buena afluencia.

En realidad, abundó, sí hay resistencia de algunas personas, debido a que la gente prefiere curarse a través de sus remedios tradicionales, pero también era necesario que en lugar de esperar que la gente bajara a la cabecera municipal, las brigadas acudieran a las 157 comunidades para que no les genere un gasto a las personas el trasladarse a vacunarse.

diego.badillo@eleconomista.mx

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Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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