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Las peculiares precampañas presidenciales
Los candidatos presidenciales llegaron al 2018 con bastantes pilas para poner en circulación su imagen mediática.
Los candidatos presidenciales llegaron al 2018 con bastantes pilas para poner en circulación su imagen mediática. Claro, los tres principales candidatos, José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador, porque los candidatos independientes a duras penas hacen campaña, a ras del suelo, para conseguir los votos necesarios en al menos 17 entidades a fin de lograr ser incluidos en la boleta presidencial. Lo peor es que, como Pedro Ferriz de Con lo denunció, los requisitos para un independiente son tan elevados que, malamente, algunos han incurrido a trampillas para obtener las más de 866,000 firmas que avalen su candidatura. Y ni así están logrando su cometido. Al momento, de los precandidatos presidenciales independientes, sólo el Bronco ya alcanzó la dispersión, aunque habría que comprobar si realmente son los que dice; Armando Ríos Piter está cerca de lograrla y Margarita Zavala cuenta con ocho de 17 estados, así que al parecer sólo estos tres pasarán a la boleta del 6 de julio. Resulta interesante el caso de Marichuy Patricio: empezó con altas expectativas, pero su precampaña no logró que despegara. Puede ser que la memoria del EZLN y del alzamiento de 1994 esté presente en sectores muy reducidos, lo que disminuye su posibilidad de ser candidata presidencial.
Las redes sociales han sido las protagonistas de esta precampaña en la que, más que ideas, se ven precandidatos tratando de presentar una imagen de sí mismos más cotidiana, que, por alguna razón misteriosa, no parece natural. Al paso que van, seguro resultará que no sólo son políticos, sino músicos, poetas, gimnastas, beisbolistas. Sólo falta que concursen en MasterChef.
Más sorprendente es el impacto del video del niño Yuawi, el de Movimiento Naranja, que es lo más pegajoso que he escuchado desde el primer video de propaganda de Nueva Alianza en el 2006. El video está muy bien hecho en términos técnicos y estéticos; además, el chico es cautivador. Yo no tenía la más remota idea del asunto hasta que por ahí del 10 de enero, una querida amiga de 10 años —ya la puedo considerar mi amiga directamente, no sólo la hija de una pareja de amigos entrañables— me preguntó que si ya conocía “el Movimiento Naranja, nanaranananá” (cantadito, así literal). Me pidió el celular y con toda la gracia de los nativos digitales, buscó en YouTube el video de Movimiento Naranja, lo cantó e improvisó una coreografía. Además, me platicó que en “todos los antros” estaba de moda (haciendo uso de su alter ego, “la fresa de la Condesa”). Así, no extraña que Ricardo Anaya hiciera el “palomazo bis” para darse a conocer más entre los potenciales votantes, porque el video inicial no relacionaba al Movimiento Naranja con el producto, es decir, el propio Anaya. No cabe duda de que Anaya es multifacético y de que hasta los niños se están politizando de una manera inédita.
Andrés Manuel, al volverse más pragmático, parece que ya no teme hacer uso del sentido del humor, después del resultado del clásico “ya cállate, chachalaca” del 2006 que tanto le costó. Primero, la recomendación del Amlodipino al presidente Peña para serenarse, sustancia utilizada para controlar la hipertensión, a la que AMLO también atribuye propiedades para curar el mal de ojo. La puntada de Andresmanuelovich realmente estuvo chistosa y dio cuenta del colmillo político que puede desplegar. Eso sí, la imaginación popular ya le dio a AMLO una nueva canción: el señor tlacuache compra cachivaches …. Cri Cri dixit. Y sí, la sumatoria de otrora enemigos y maledicentes a su causa habla de la flexibilización de “ya saben quién”. (Honor a grillos y chapulines).
Meade no logra conectar. Los videos promocionales carecen de chispa, resultan insulsos. Al principio se dedicó a descalificar a AMLO, lo normal, y a Javier Corral, igual que lo hizo el presidente Peña. No le funcionó. Lo más atrayente que ha dicho en videos es que la gente ya pasa de las precampañas y ¿quién podría negarle que tiene razón?
Los memes suelen ser geniales y lo son precisamente porque el bando contrario se encarga de acabar con el precandidato de enfrente. Excepto uno, que me ha parecido genial y me llegó por WhatsApp: las matriushkas políticas de México, en ese meme, acaban con todos los precandidatos al mismo tiempo. No dejan títere con cabeza. O mejor dicho, no dejan candidato sin mentor con agenda propia…
Pero más allá de las redes sociales, lo verdaderamente preocupante es la vacuidad de las propuestas de todos los candidatos. Será porque apenas están calentando motores, lo que ofrecen — desde amnistías hasta subsidios universales— parece estar fuera de la realidad por ser promesas prácticamente irrealizables. El arte de la auténtica seducción política no depende exclusivamente de generar expectativas, sino también de cumplirlas.
Elecciones no serán un día de campo
Mientras tanto, el contexto político, económico y social está candente. Sigue el tema de Chihuahua y se espera que César Duarte sea extraditado. Pero eso no resuelve la entrega de los recursos reclamados por el gobierno chihuahuense, porque la variable electoral está involucrada. Está la renegociación del TLC en vilo, mientras Donald Trump y su equipo monopolizan la atención en el Foro Económico Mundial de Davos, invitando a los inversionistas globales a apostar en el crecimiento de la economía norteamericana en solitario. A lo anterior se agrega el descontento social por el alza del precio de combustibles, la consecuente inflación, la inseguridad, la violencia, la corrupción y todo lo que se sume… No hay elementos para creer que las elecciones de julio serán un día de campo.
Hay voces en la opinión pública que cuestionan el rumbo de una forma lógica y documentada. El artículo del expresidente Carlos Salinas de Gortari publicado en El País el viernes pasado ofrece una lista indispensable de preguntas sobre las ofertas de los candidatos que debe hacerse el ciudadano a la hora de votar. Son preguntas que abarcan todos los aspectos de la crisis nacional y cuestionan la congruencia de los candidatos con su plataforma, su pasado, su filiación ideológica y su acción política concreta. Sin decir un solo nombre, el expresidente cuestiona qué promete cada candidato presidencial, qué intereses y concepciones básicas del mundo hay detrás de las promesas de campaña, cómo van a operacionalizarlas, quiénes serán los encargados de gestionar las acciones de gobierno y, entre otras cosas, la capacidad e idoneidad de los candidatos y equipos en pugna para sacar a adelante al país en un contexto mundial convulso.
Las 45 preguntas reflejan un método de análisis de la realidad acucioso, objetivo desde una línea de pensamiento propia que, guste o no, revelan un profundo conocimiento del sistema político, social, económico y cultural del país, elemento no muy presente en la clase política actual.
De todas las preguntas, me quedo con estas dos, sobre los intelectuales orgánicos (evidente guiño gramsciano): “¿Promueven estereotipos y ‘hechos alternativos’ (auténticos enemigos de la verdad), incapaces de una comprensión seria y profunda de la historia nacional e internacional? ¿Están dispuestos a ‘dudar de las verdades supuestas y convenientes, y a saber la verdad a fondo’ o sólo nos proporcionan historietas en lugar de la historia profesional?”.
Como los videos y los memes, digo yo.