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Política

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México se ha vuelto escurridizo para pagar el abono del agua

El próximo 24 de octubre vence el plazo para que entregue a Estados Unidos la última cuota del quinquenio, iniciado el 25 de octubre de 2015 y que representa 289.4 millones de metros cúbicos, de acuerdo con lo establecido en el tratado internacional en la materia. El uso intensivo del líquido en la agricultura regional, la sequía prolongada, el crecimiento de la demanda, así como problemas de gestión, generan la morosidad.

Foto: Reuters

Cuando brotan de las faldas de la Sierra Madre Occidental las gotas de agua que forman el río Conchos, allá por el rumbo de Bocoyna, Chihuahua, y ruedan cuesta abajo hacia el norte, ya las esperan con ansias decenas de agricultores, comunidades sedientas, aguachicoleros, así como un desierto abrazador.

Y detrás de la cerca, del otro lado de la frontera internacional, cada cinco años Texas toca a la puerta, como abonero de Elektra y con un tratado internacional en mano.

Dicen en el norte que a nadie se le niega un vaso de agua, pero cuando se trata de entregar más de 430 millones de metros cúbicos al año en el desierto, entonces los mexicanos arrastran los pies.

De ese tamaño es el problema que prácticamente cada lustro enfrenta México para cumplir una parte de los compromisos que adquirió ante su vecino del norte, el 3 de febrero de 1944, cuando se firmó el Tratado de Aguas Internacionales para el manejo de dos terceras partes de frontera de agua que separa a ambas naciones: 2,019 kilómetros del río Bravo, en el norte de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas y 38 del río Colorado, en las orillas de Baja California y Sonora.

Según ese documento, citado por el director general para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Roberto Velasco Álvarez, cada quinquenio México está obligado a enviar a territorio estadounidense 2,158 millones de metros cúbicos de las aguas del río Bravo.

Entre 1954 y 2018 México ha entregado, en promedio 497.8 millones de metros cúbicos al año.

El problema que en los últimos días crece, es que el próximo 24 de octubre vence el plazo para que México entregue el último abono del agua del quinquenio, iniciado el 25 de octubre de 2015, y que representan 289.4 millones de metros cúbicos.

La causa es la suma de múltiples factores que resumió para El Economista Alfonso Cortez Lara, investigador de El Colegio de la Frontera Norte: el uso intensivo de agua en la agricultura regional; una sequía prolongada en el área de precipitación de la cuenca alta del río Conchos; el crecimiento de la demanda del líquido para el uso urbano, así como problemas de gestión.

El acuerdo internacional, ratificado en agosto de 1945, señala que México asigna aguas del río Bravo a Estados Unidos a cambio de agua del río Colorado, como se llama en suelo estadounidense el Bravo.

En su artículo cuarto, establece que las aguas del Bravo, entre Fort Quitman, Texas y el Golfo de México, se asignan a los dos países de la siguiente manera: a Estados Unidos una tercera parte del agua que llegue a la corriente principal del Río Bravo (Grande) procedente de los ríos Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo de Las Vacas.

Lo grave es que México se ha vuelto escurridizo para para pagar el abono.

Desde diciembre pasado, decenas de agricultores de Chihuahua se niegan a aceptar las medidas implementadas por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para cumplir con el compromiso con Estados Unidos. Las tensiones han ido escalando y está latente la amenaza de que la sangre llegue al río.

 

El río se ensancha a su marcha, como los problemas

Revisar el problema implica seguir el curso del agua del río Conchos desde que reinicia su ciclo en las montañas y su ruta hacia el Golfo de México, la cual se convierte en una carrera de obstáculos por el desierto. Casi una misión imposible y sin atajos.

Ese afluente es el más grande de Chihuahua. Escurre casi 300 kilómetros desde el municipio de Bocoyna, localizado en el medio suroeste del estado, casi en los límites con Sonora y al norte de Sinaloa, hasta encontrarse con el río Bravo, en el Valle de Ojinaga, pegadito a la frontera con Estados Unidos.

Pero para llegar hasta allá, tienen que cumplir un largo camino de entregas.

Baja de la sierra en dirección sur-sureste por las tierras de Bocoyna, Sisoguichi y Carachi, recibiendo los escurrimientos que lo hacen ensancharse unos 15 metros.

Antes de Llegar a la presa de la Boquilla, en San Francisco de Los Conchos, recibe el agua de los ríos Nonoava y del Rosario que lo hace ancharse hasta alrededor de 100 metros. Todo un caudal que despierta las codicias, ambiciones y esperanzas.

De ahí tuerce hacia el norte y las presiones por su tesoro líquido aumentan.

El camino del río sigue a Delicias, pero antes comparte sus aguas al distrito de riego 103 Rio Florido, donde en el ciclo 2017-2018 los 1,402 usuarios usaron 100 millones 529,590 metros cúbicos de agua superficial para regar 5,186 hectáreas.

También con el distrito de riego 113 Alto Rio Conchos, donde en el ciclo 2017-2018 un total de 2,657 usuarios regaron con agua superficial 11,184 hectáreas con 68 millones 928,550 metros cúbicos.

Y el agua sigue corriendo...

Al llegar a Delicias, en el distrito de riego 005, donde están los enormes oasis y plantíos de nogal, alfalfa y maíz que se pueden ver en fotografías satelitales, el río vierte 890 millones 304,800 metros cúbicos sobre 63,165 hectáreas de 8,113 usuarios. Y ahí es donde este año ha escalado el problema.

El académico Cortez Lara explicó que México inició el ciclo número 35 del tratado (2015-2020) con un adeudo de 325 millones de metros cúbicos, heredado del ciclo anterior que ya fue saldado.

En ese entonces, la salida fue la firma de un acta (están contempladas en el mismo tratado) y México lo cubrió en 2016.

Eso debido a que el tratado establece que, bajo condiciones de sequía extraordinaria, México puede acumular su “deuda” para cubrir en el año o, en su defecto, el ciclo quinquenal inmediato posterior.

Incluso México, ha usado esa cláusula de manera recurrente, lo cual ha inquietado a su contraparte estadounidense y generado tensiones entre los usuarios a lo largo de la cuenca del río Bravo, no sólo en Chihuahua, sino en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

El pasado 5 de septiembre, el gobernador de Texas, Greg Abbott, le envió una carta al secretario de Estado de Estados Unidos, Michael R. Pompeo, donde expone su preocupación por el retraso de México en el abono del agua y solicita que intervenga.

 

Cumplir con las cuotas cuesta

Este año las cosas comenzaron a pintar mal desde noviembre de 2018, cuando se realizó el Foro de Gobernanza del Consejo de Cuenca del Río Bravo (CCRB) en Monterrey, Nuevo León, donde se debatió sobre la forma de distribuir el agua y los problemas para cumplir con las entregas a Estados Unidos.

En enero de 2020, autoridades de la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos (CILA) y el Consejo de Cuenca del Río Bravo (CCRB) se reunieron con los usuarios de Chihuahua para exponerles medidas adoptadas para asegurar el cumplimiento del tratado antes del cierre del ciclo quinquenal, pero los agricultores se inconformaron y no aceptaron.

Esa ocasión, concretamente se les informó que se pretendía tomar 1,000 millones de metros cúbicos almacenados en la presa La Boquilla, ubicada en el municipio de San Francisco de Los Conchos.

Al mes siguiente, las instalaciones de la presa fueron tomadas por pobladores y agricultores de la zona y se generaron fricciones con la Guardia Nacional ante la intensión de abrir las compuertas y derivar su contenido.

El problema escaló. Se politizó el asunto. El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo el 5 de febrero que había agua suficiente y respaldó las medidas adoptadas por la Conagua.

Los agricultores iniciaron una serie de movilizaciones y en marzo Conagua incrementó el caudal de extracción de La Boquilla con el objetivo de asegurar las entregas del tratado y garantizar que el agua llegue a Tamaulipas.

Para entonces las movilizaciones llegaron a Camargo, Meoqui y Delicias.

En junio pasado, se abrieron las compuertas de la presa El Granero, ubicada en el municipio de Aldama, al norte del estado, para enviar agua a Estados Unidos y reiniciaron las movilizaciones de agricultores.

El 8 de septiembre agricultores de Delicias se enfrentaron con elementos de la Guardia nacional y en la confusión murió una persona. Culpan a la Guardia Nacional.

De acuerdo con los estudios técnicos (que datan de 1944) que sirven como base a la CILA para establecer las cuotas de entregas, a ese afluente debe aportar 54.1%; el Salado, de Tamaulipas 25.1% y Las Vacas, San Diego, San Rodrigo y Escondido, de Coahuila 20.4% del volumen total del tratado.

Pero eso no ha sido así desde 1994, lo cual ha obligado a Coahuila y Tamaulipas a aportar más. En este ciclo, Chihuahua ha aportado 46% lo cual obligó a las otras dos entidades a poner más de su cuota establecida.

De acuerdo con la directora de la Conagua, Blanca Elena Jiménez Cisneros, al río Conchos le corresponde aportar en el ciclo actual 1,167.8 millones de metros cúbicos de los 2,158.6 millones de metros cúbicos. Ha entregado 848 millones. Le faltan 319.9 millones de metros cúbico. Así de simple.

Conagua pretende sacar esa cantidad de la presa La Boquilla, la cual tiene una capacidad de almacenamiento de 2,893.57 millones de metros cúbicos y actualmente tiene 918.02 millones de, es decir, está a 31.73% de su capacidad. Si se extraen de ahí la cantidad que se adeuda a Estados Unidos, quedaría a 21.72% de su capacidad.

Y el agua sigue corriendo...

Al final de su camino, antes de entregar su resto al Rio Bravo, el río Conchos moja el distrito de riego 090, donde están las producciones de los alfalferos, nogaleros y algodoneros del Valle de Ojinaga.

Allí, en el ciclo agrícola 2017-2018 había 955 usuarios que ocuparon un volumen de 72 millones 785, 950 metros cúbicos de agua superficial para regar 4,149 hectáreas.

Además, para cuando el agua del río llega a la frontera, ha abastecido ya las ciudades de Ojinaga, Chihuahua, Delicias, Jiménez, Meoqui, Camargo y Parral.

De acuerdo con Conagua, 98.8% del agua del poderoso río Conchos, es para cultivar en el desierto.

El río Conchos entrega su tributo al Bravo cuyas aguas buscan llegar al Golfo de México. El agua continúa escurriendo...

 

Señalan deficiente gestión y sequía prolongada

El académico Cortez Lara afirmó que la salida inmediata al problema actual podría gestionarse a través de un acta del tratado, comenzando el siguiente ciclo con un déficit.

En ese sentido dijo que lo que evidencia esta situación es que hay una deficiencia

en la gestión del agua, particularmente con el manejo de concesiones para el uso de particulares en los distritos de riego, incluso debido al acaparamiento, que no ha permitido un manejo adecuado de ese recurso natural.

Recordó que no solo se trata de la gestión del río Conchos, sino la de los seis afluentes involucrados.

Para el investigador, actualmente no se cuenta con el agua para cumplir con la entrega que falta para concluir el ciclo satisfactoriamente.

El problema es que si se extrae más líquido se pone en riesgo el siguiente ciclo agrícola en Chihuahua.

Asimismo, expuso que una de las causas por las cuales se ha agudizado el problema, es que los plantíos de alfalfa y nogal son altamente demandantes de agua y en el estado se han incrementado.

De acuerdo con cifras del gobierno del estado en la región de Delicias tan solo de 2008 a 2009 la producción de nuez pasó de 26,045 a 31,181 toneladas; en Ojinaga de 5,211 a 6,464 toneladas. Hacer crecer los oasis en el desierto cuesta.

Por otra parte, el académico llamó la atención en que existe un problema serio de falta de lluvias.

Dijo que el último milenio es el más seco de toda la historia y los últimos 100 años han sido los más secos del milenio y los últimos 20 han sido los más secos de los últimos 100.

Por ello, incluso plantea que debería analizarse el retiro de algunas concesiones de agua que afecten el acuerdo internacional.

El pasado 30 de julio, el presidente Andrés Manuel López Obrador llamó la atención al apuntar otro problema: “Estoy llamando a que no se dejen, ni los agricultores, ni los ciudadanos manipular por los que quieren aprovechar esta situación. Estamos revisando cómo se da el manejo de agua en estos distritos porque también tenemos información que hay huachicol en el manejo del agua, y son intereses los que se oponen”.

Mientras, el agua sigue su curso...

El conflicto entre los agricultores de Chihuahua y Conagua escala y Tamaulipas, el último estado aguas abajo del río Bravo, ya alzó la voz.

La Asociación de Agricultores de esa entidad destacó que durante 2020 sólo han recibido 41% del agua que les corresponde, lo cual ha tenido consecuencias en su producción. Los productores de Tamaulipas recurrieron a la protección de la justicia federal, pues optaron por luchar en tribunales.

Afirmó que el desabasto no es un problema de sequía, sino de mala administración y abusos permitidos por la Conagua al garantizar al 100% el agua para Chihuahua.

Afirman que para 2021 se prevén pérdidas por 3,000 millones de pesos en las cosechas de cultivos que no se realizarán debido a la falta de agua.

Mientras todo eso ocurre, el agua continúa su travesía y algunas de las gotas que brotaron en la Sierra Madre Occidental en la sierra de Bocoyna llegan al mar.

El ciclo sigue su marcha, los problemas no consiguen apagar su sed.

rrg

 

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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