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Política

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Viaje inolvidable en el vientre de un Hércules

Al cierre de la escalerilla del Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Mexicana sobrevienen los aplausos de mexicanos y extranjeros que son rescatados tras permanecer varados por el paso del huracán Manuel en el puerto de Acapulco.

Pie de la cuesta, Gro. Al cierre de la escalerilla del Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Mexicana sobrevienen los aplausos de mexicanos y extranjeros que son rescatados tras permanecer varados por el paso del huracán Manuel en el puerto de Acapulco.

¡Papá, papá, estamos volando. Ya viajamos! , suelta una niña ante el rostro apenado de sus padres que viajaron ayer junto con 500 personas más, en uno de los Hércules del Ejército, que salió de la Base Militar 7 en Acapulco a la ciudad de México.

Los flashes de cámaras y celulares se replican por doquier. Todos, desde aquéllos con su modesto móvil hasta los que muestran tabletas y costosos celulares, quieren capturan el momento en el que viajaron en un avión militar.

Un señor toma las manos de su esposa, que está nerviosa por ser su primer viaje aéreo; les tocó viajar de pie y toman fotos desde las ventanillas o agitan cualquier objeto para ventilarse el sofocante calor.

Este jueves, fue notoria la presencia de más viajeros nacionales en el cuarto día de vuelos dispuestos por el Ejército, la Marina y la Policía Federal.

Un día antes, en ese mismo C-130 de la Fuerza Aérea Mexicana, los turistas extranjeros eran mayoría en los vuelos. La tarde del miércoles, grupos de españoles y estadounidenses que viajaron en ese avión hicieron labor social al descargar los víveres que traía el Hércules y luego lo abordaron.

Al cierre de la plataforma de descenso del avión, descendió una bandera de México y sobrevinieron aplausos y risas por la alegría de ser rescatados, aunque se difuminaron unos minutos después cuando, ya en vuelo, una de las escotillas de la aeronave se desprendió. Rostros de incredulidad sobrevinieron ante una momentánea inercia de los militares, que luego de unos segundos se movilizaron para colocar de nuevo la pieza.

¿Vamos a estar bien, verdad? , preguntó una señora a uno de los militares, que asintió con la mirada. Los malestares, niños con náuseas y vómito hasta breves desmayos, no pudieron faltar, aunque el personal militar traía mascarillas de oxígeno para los primeros auxilios.

Mexicanos o extranjeros, la experiencia de haber subido quizá por primera y última vez a un vuelo no comercial será historia para contar toda la vida.

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