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Zetas asesinaban y desaparecían a secuestrados dentro de Cereso
Entre El 2009 y 2012, la organización criminal de los Zetas secuestró en Coahuila a unas 150 personas, las cuales ingresó al Cereso de Piedras Negras para asesinarlas e incinerar sus cuerpos en tanques con diésel y ácido.
Entre El 2009 y 2012, la organización criminal de los Zetas secuestró en Coahuila a unas 150 personas, las cuales ingresó al Cereso de Piedras Negras para asesinarlas e incinerar sus cuerpos en tanques con diésel y ácido. Los restos fueron arrojados al río San Rodrigo que desemboca en el Río Bravo, reveló el subprocurador para la Investigación y Búsqueda de Personas No Localizadas en Coahuila, José Ángel Herrera.
En conferencia de prensa, con Homero Ramos Gloria, procurador del estado, Herrera dijo que en la investigación por el secuestro de tres personas, en el 2011 en Piedras Negras, detuvieron a cinco integrantes de los Zetas: Manuel Elguezabal Hernández, Santiago Peralta García, David Alejandro Loreto Mejorado, Francisco Javier Vélez y Ramón Burciaga Magallanes.
Esos detenidos dieron elementos para descubrir lo que ocurría en el Cereso de Piedras Negras (de donde en septiembre del 2012 se fugaron 132 reos). Luego entrevistaron a 138 internos y recabaron 42 declaraciones testimoniales.
El subprocurador explicó que se realizó inspección ministerial en el centro penitenciario donde se recolectó evidencia enviada a la División Científica de la Policía Federal para su análisis, y una vez realizado el dictamen, se concluyó que la evidencia recolectada correspondía a fragmentos óseos, de los cuales, por su grado de calcinación, no se pudo determinar su origen .
La investigación sigue abierta y se realizan diligencias para dar con el paradero de más personas con reporte de desaparición y que, de acuerdo con testimonios, fueron trasladadas a ese centro penitenciario para privarlas de la vida , aseguró Herrera Cepeda.
En enero y febrero del 2014 la procuraduría confirmó que los Zetas mantenía un autogobierno en el Cereso, al grado de que los reos tenían un taller de automóviles que confeccionaban como oficiales; también elaboraban uniformes apócrifos de la policía y del Ejército.