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Volatilidad en mercados por restricción monetaria

Los mercados financieros transitan actualmente por un periodo de elevada volatilidad y un importante sentimiento de aversión al riesgo. El 2022 se ha tornado en un año más complejo para los inversionistas, ya que se mantienen las afectaciones de la pandemia, además del conflicto entre Rusia y Ucrania desde el 24 de febrero. Por si fuera poco, la política monetaria global se ha sumado a la difícil ecuación. Los bancos centrales, liderados por el Fed, han tenido que reaccionar de una manera más agresiva a presiones inflacionarias que han sido más persistentes y de mayor magnitud. En este contexto Banxico se ha sumado al apretamiento de las condiciones monetarias.

Foto: Reuters

Los inversionistas enfrentan un panorama altamente complejo. Los riesgos de estanflación en varias regiones derivados de los efectos adversos de la pandemia, el conflicto en Ucrania y la postura más restrictiva de los bancos centrales se han visto reflejados en un ajuste importante en los mercados financieros. La mayor volatilidad y un incremento en la aversión al riesgo han afectado a toda clase de activos financieros. Un ejemplo de ello ha sido el mercado accionario. El valor de capitalización global se ha visto fuertemente impactado por esta coyuntura.

Después de que éste alcanzara un máximo de 122.5 billones de dólares en noviembre del año pasado, el ajuste a la baja desde esta fecha y hasta el 13 de mayo ha sido de 19.1%, es decir, una pérdida de 23.4 billones de dólares.

También vale la pena mencionar que distintas clases de activos han presentado un desempeño mucho más volátil en las últimas sesiones ante este panorama. Por ejemplo, el índice VIX, que representa las expectativas del mercado sobre la fortaleza relativa de los cambios de precios a corto plazo del índice S&P 500, es decir un proxy de volatilidad, ha registrado un fuerte repunte en el año, tan sólo con un incremento de una tercera parte este mes.

De igual manera, uno de los índices de volatilidad del mercado de Treasuries también se ha ajustado al alza de manera significativa a lo largo de este año. Esto se da a la par de una tasa de interés de 10 años en Estados Unidos que ha pasado de 1.51% a niveles alrededor del 3 por ciento. Asimismo, diversas criptomonedas registraron una pérdida de valor muy significativa. Por ejemplo, Bitcoin ha perdido tan sólo 26% en el último mes (con otras criptomonedas inclusive registrando un peor desempeño). Y ni se diga de la fortaleza del dólar frente divisas tanto desarrolladas como emergentes, o el importante repunte de los precios de un sin número de materias primas.

FED delinea su plan de acción de los próximos meses

El pasado 4 de mayo, el Banco de la Reserva Federal (Fed) decidió por unanimidad incrementar su tasa de interés de referencia en 50 puntos base, además de anunciar que iniciará la disminución de sus activos dentro de su hoja de balance a partir del primero de junio. La narrativa se ha tornado más restrictiva, sugiriendo que irán ajustando su postura monetaria de una manera más acelerada a lo que se tenía previsto anteriormente. Es evidente que el Fed fue muy permisivo con el desempeño de la inflación el año pasado y tardó en reaccionar, por lo que ahora tendrá que recuperar el tiempo perdido. Esta situación es la que más preocupa a los mercados.

Los comentarios de su presidente, Jerome Powell, fueron muy relevantes para determinar el plan de acción en los próximos meses, a pesar de un futuro altamente incierto por los factores previamente comentados. Powell fue enfático al quitar de la mesa la idea de un incremento de 75 puntos base en su tasa en el corto plazo. De hecho, señaló que esperarían aumentos en una magnitud de 50 puntos básicos en cada una de las próximas dos reuniones. Ante esta retórica y las condiciones actuales, es altamente probable que la tasa de referencia en Estados Unidos finalice este año 2 puntos porcentuales por arriba del nivel actual, además de que podría alcanzar una tasa terminal por lo menos en 4 por ciento.

Una respuesta contundente de Banco de México ante presiones inflacionarias y coyuntura actual

La decisión de política monetaria de Banxico del pasado jueves 12 de mayo –en donde incrementó su tasa de interés de referencia en 50 puntos base, de 6.50% a 7.00%– no mostró sorpresa alguna. Sin embargo, el comunicado que acompaña la decisión trajo consigo temas altamente relevantes que ayudan a inferir cuáles podrían ser sus próximas acciones a lo largo de este 2022 tan complejo.

Destacaron tres aspectos clave:

1. Una decisión dividida (4 a 1), en donde la subgobernadora Irene Espinosa fue el miembro disidente al votar por un incremento de 75 puntos base. Es importante mencionar que cuando Banxico migró de utilizar el régimen de saldos acumulados (“el corto”) en enero de 2008 y adoptó la tasa de interés de referencia como principal instrumento de política monetaria, en algunas ocasiones redujo su tasa en una magnitud de 75 puntos base (decisiones de marzo, abril y mayo de 2009), pero jamás la ha aumentado a este ritmo o uno mayor. Esto no significa que no pueda hacerlo hacia delante, especialmente ante condiciones muy distintas y altamente desafiantes, pero hacerlo implicaría tener que mantener esta velocidad de tasas de interés al menos en una o dos reuniones más por cuestiones de consistencia de política monetaria.

2. La introducción de la frase: “Ante un panorama más complejo para la inflación y sus expectativas se considerará actuar con mayor contundencia para lograr el objetivo de inflación”. En mi opinión esta narrativa más hawkish sugiere tres cosas: 

  • Que la coyuntura actual pudiera requerir una tasa terminal del actual ciclo de restricción monetaria mucho mayor al pico de los dos ciclos previos, en donde se alcanzó una tasa de 8.25% en ambas ocasiones. Es decir, Banxico está enviando una señal de que no será permisivo si se mantiene el deterioro de la inflación y por ello actuará en consecuencia. 
  • Enfatizar que está abierta la opción de aumentos mayores en su tasa de interés (e.g. 75 puntos base) en caso de que las condiciones lo requieran, ya sea que el Fed opte por acelerar aún más el ritmo de alza o que la inflación en México no ceda, tanto en la general –en donde probablemente ya se alcanzó un pico en estos momentos–, como en la subyacente –que hasta ahora ha registrado una tasa anual con incrementos constantes en los últimos 18 meses–. 
  • Intentar ajustar las expectativas de política monetaria, especialmente de los analistas del sector privado, y con ello también tratar de influir en las expectativas de inflación de corto y mediano plazo.

3. Un ajuste significativo al alza en sus pronósticos de inflación en los próximos trimestres. Esto confirma el deterioro en el balance de riesgos. Bajo el llamado “inflation forecasting targeting regime” al que ha hecho alusión el banco central, estas modificaciones tan importantes sugieren que todavía falta un tramo adicional del ciclo actual, tomando en cuenta la naturaleza y alcance de los choques inflacionarios y el rezago que tiene la política monetaria sobre su objetivo de inflación. En este sentido, será importante analizar en qué momento y a qué velocidad la tasa real ex ante llegará a zona de restricción monetaria, cuál será el nivel máximo que alcanzará en este ciclo, y cómo se encontrará el estado de la economía. Todo esto será crucial en la función de reacción de Banxico, ya que la Junta de Gobierno también tendrá que evaluar el espacio que le queda para actuar sobre la tasa de interés, cuidando también la postura monetaria relativa de México con Estados Unidos.

Es de esperarse que Banxico tenga que continuar con el apretamiento de condiciones monetarias, al menos de la mano del Fed en lo que queda de este año y quizás en los primeros meses del próximo. Por ello esperamos en Banorte que el ritmo de 50pb de alza continuará en las próximas tres decisiones de política monetaria (23 de junio, 11 de agosto y 29 de septiembre), sin descartar el riesgo de un incremento todavía mayor de 75 puntos base, para alcanzar una tasa de interés de 9.00% a finales de este año. Y bajo los argumentos expuestos previamente, en un horizonte de los próximos 12 meses podríamos observar una tasa terminal alrededor del 9.50 por ciento. El dilema de Banxico se centrará en el uso estratégico y eficiente del arsenal que le queda, es decir, el margen que tiene de subidas adicionales para el resto de este año y parte del próximo.

Como conclusión, el escenario global continúa caracterizado por muchos claroscuros, que continuarán incrementando la incertidumbre entre los inversionistas. Los mercados probablemente seguirán con una elevada volatilidad y aversión al riesgo.

* El autor es director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte.

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