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Arte e Ideas

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Compañía de Teatro Penitenciario, hacer arte para borrar estigmas

Desde hace casi 10 años tanto Javier Cruz como Ismael Corona, ambos exconvictos, son el puente de enlace con el exterior de este colectivo integrado por internos con todo tipo de penas que han hallado en el quehacer escénico una vocación.

el77 CC BY-NC-SA

Hemos sido hasta seis aquí fuera. Algunos deciden hacer otra cosa de su vida y es válido. Lo bueno de todo esto, de la disciplina que te da el teatro, es que la llevan a cabo en sus vidas. Ahorita ninguno de ellos delinque. Todos trabajan por la derecha, todos están bien. Eso es lo mejor del teatro, que puedes desarrollar las herramientas que te da en otro lado”.

Javier Cruz, coordinador de la Compañía de Teatro Penitenciario.

Javier Cruz e Ismael Corona son, como ellos dicen, egresados de dos centros de reinserción social. Ambos cumplieron sus sentencias hace aproximadamente una década. Ahora son puentes al exterior de la Compañía de Teatro Penitenciario, un proyecto integrado actualmente por 15 personas, casi todos internos, que este año celebra 12 años de existencia y a través del cual, aseguran, han encontrado un oficio, una terapia, una manera de hacer arte que no resultó tan distinta a su forma de pensar y al mismo tiempo una vía funcional para la reinserción.

Javier es coordinador de la compañía, salió del Centro Varonil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla en el 2012 después de pagar una pena por comerciar automóviles robados. Adentro aprendió actuación, pero una vez afuera decidió continuar su preparación y convertirse en dramaturgo y director teatral.

Ismael fue internado en la correccional por haber cometido homicidio en una riña cuando aún era menor de edad. Por invitación de Javier se sumó al proyecto una vez que obtuvo su libertad. Es encargado del taller de serigrafía y maestro de la compañía.

“Así es como vivimos ahora, ya no delinquimos. Bueno sí, pero sobre el escenario”, bromea Javier. “Y es que es similar. Cuando yo delinquía planeaba qué es lo que iba a hacer y lo ejecutaba, muy parecido a como hacemos con el teatro. La diferencia es que aquí ganan ambas partes, tanto el público como el actor”.

Así como en su momento hubo un vínculo para ellos desde fuera, ahora Javier e Ismael son enlaces fundamentales para los integrantes al interior cuyas edades van de los 27 a los 50 años y pagan condenas que van desde los 10 hasta los 88 años, por casos como violación, secuestro, homicidio, robo, lesiones y pandillerismo. Pero los internos no son solo aquellas penas que llevan a cuestas: algunos cantan, la mayoría toca algún instrumento, tres de ellos hablan inglés, dos estudian la preparatoria y uno la universidad.

Más de una décadas de teatro interno

Todo comenzó en el 2012, con la visita de la actriz Itari Marta, entonces y todavía directora del Foro Shakespeare. “La autoridad que le estaba dando el recorrido la llevó al auditorio. Nosotros estábamos ensayando para el Concurso Nacional de Pastorelas Penitenciarias. Ahí un compañero le pidió que nos regalara un taller de cuatro sesiones de teatro. Dijo que sí y esas cuatro sesiones se convirtieron en los ahora 12 años de la compañía”, comparte Javier Cruz.

Hasta ahora, la Compañía de Teatro Penitenciario ha presentado unas siete puestas en escena en el penal, a las cuales el público puede entrar, y unas cinco al exterior, en El 77 Centro Cultural Autogestivo, la sede de la compañía en la colonia Juárez. Las obras montadas han sido desafíos actorales. A destacar versiones libres de Ricardo III y Macbeth, de Shakespeare, y Esperando a Godot, de Samuel Beckett. El trabajo externo ha sido fundamental para Javier, Ismael y el resto de integrantes externos que aprenden de los colegas actores y teatreros con los que colaboran para replicar esas tablas al interior de Santa Martha.

Su propuesta teatral llegó hasta Argentina, donde hicieron una gira en distintos penales. Además, han participado cuatro veces en la Muestra Nacional de Teatro y han pisado escenarios y penales de todo el país. Es un requisito que, donde son invitados, se les permita presentarse al interior de un penal.

“Si la compañía ha viajado a Argentina es porque hemos obtenido nuestra libertad y gracias a eso la compañía interna tiene un puente externo que somos nosotros. Y tenemos una continuidad de trabajo afuera, en El 77, que es operado por aquellos que van obteniendo su libertad. Ahí podemos seguir capacitándonos, porque el teatro es una gran gama de posibilidades de trabajo, como la dirección, la dramaturgia, los técnicos, el mantenimiento general del espacio”, añade el coordinador.

Filtrar los estigmas en favor del lado humano

“El arte y la cultura es lo que te va a liberar de la cárcel mental”, afirma Ismael. “El afán es hacer tejido social, reinserción social. A través del teatro buscamos maneras para filtrar los estigmas que uno mismo lleva consigo. Porque si te desprendes de ellos llegas al lado humano y el teatro requiere de esta perspectiva humana”.

Se le pregunta qué solicitaría a las autoridades en materia de cultura y, en este sentido, de atención al interior de los centros penitenciarios del país.

“Tú preguntas qué diría a las autoridades, pero yo le hablaría más al sistema de educación: que implemente la cultura y las artes a los niños sí o sí, porque así va a haber prevención del delito. Una de las funciones de los proyectos de impacto social es la prevención del delito y a través de nuestros niños es como se puede hacer ese cambio. Te lo digo porque tengo un hijo y con él me enfrento al Ismael que era de pequeño. Los niños son el reflejo de lo que somos, como la cárcel es el reflejo de lo que sucede en un país. Si quieres conocer un país conoce primero sus cárceles”, responde Ismael.

También se ajustaron a la pandemia

El paro de actividades por la pandemia también fue complicado para los integrantes de la compañía, dado que era su principal fuente de ingresos. No obstante, se adaptaron de inmediato a las circunstancias y pusieron en marcha proyectos como las “Movidas penitenciarias”, una serie de conversaciones virtuales sobre las experiencias teatrales de los internos y con voces reconocidas del teatro, así como la presentación de obras de teatro pensadas exclusivamente para el streaming. “No es fácil actuar frente a nadie. Tienes que atrapar al que está detrás del aparato y actuar como si el teatro estuviera lleno. Pero cuando ves el resultado sabes que vale la pena el trabajo. Nos aferramos porque nos gusta lo que venimos haciendo desde hace 12 años. Nos gusta nuestro trabajo”, dice Ismael Corona.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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