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Cristóbal, donde silba el tren
En la Ciudad de México se encuentran dos estatuas de Colón a menos de 10 kilómetros de distancia.
Soy usuaria frecuente de la Línea B del Metro de la Ciudad de México, la que va de Buenavista al territorio comanche de Ciudad Azteca. Me gusta caminar el tramo que va del metro Revolución al metro Buenavista. Me dicen que estoy loca, que ese camino está lleno de rateros (debe ser porque ahí está el PRI), pero a mí nunca me ha pasado nada: cosas de la suerte.
Caminando por esos rumbos me he topado con la estatua de Cristóbal Colón. Sí, en esta bendita ciudad, con diferencia de 10 kilómetros o menos, hay dos estatuas a Colón.
No es por ponerme melodramática, pero he de confesar que a mí me dan miedo las estatuas, así que nunca he visto a la cara a este segundo Colón, aunque tengo idea de su porte y su imagen en general. Es menos dramática esta escultura que la que está en Reforma.
¿Ven la foto que hoy nos entrega el Archivo Gustavo Casasola? Se lo ve recargado en el globo terráqueo, con la confianza de un pachá en pleno cabaret.
Por supuesto, el monumento tiene historia. Fue colocado ahí en Buenavista el 12 de octubre de 1892 para celebrar los 400 años de la llegada de los europeos a las tierras que un día serían conocidas como América. La escultura está firmada por el artista mexicano Manuel Vilar. La de Reforma, por cierto, es del escultor francés Charles Cordier.
La próxima vez que pasen por los rumbos de la vieja estación del tren, allá en Buenavista, busquen a don Colón, ahí tan solito.
