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Fake news, efecto colateral de la mayor crisis de salud pública en años
La información es esencial para asegurar respuestas eficientes ante el Covid-19, incluyendo la implementación de medidas de protección por el público, dice la ONG Articulo 19.
Han transcurrido nueve meses desde la declaratoria de pandemia por la propagación de Covid-19, la mayor crisis de salud publica y sanitaria que ha enfrentado prácticamente cada uno de los países. Los daños colaterales abarcan todas las esferas, uno de ellos es la propagación de malas prácticas informativas a las que, en algún punto de este convulso contexto, hubo tiempo de llamar “infodemia” y que continúa.
Hoy el caso que preocupa de sobremanera son las ideas falsas sobre los efectos de la vacuna contra Covid-19 en la población, luego de un largo esfuerzo de naciones, industria farmacéutica e investigadores de diversos institutos. A través de cadenas de WhatsApp “se alerta” sobre estas, asegurando que las vacunas de ARN mensajero, como la realizada por las farmacéuticas Pfizer o Moderna y que por primera vez en la historia serán utilizadas, intervienen directamente en el material genético del paciente, que es una manipulación genética.
También se ha escuchado que estas vacunas salieron demasiado rápido porque no pasaron previamente por los ensayos preclínicos en los que se prueba su eficiencia y seguridad. Incluso se ha hablado de su fabricación con el uso de fetos. Esta es información llena de sesgos y sin evidencia científica alguna que logra irrigarse con éxito en las sociedades.
Desde febrero pasado, con el fallecimiento en China de Li Wenliang, un médico de 33 años que sucumbió al Covid-19 y quien fue uno de los primeros en expresar su inquietud acerca del padecimiento, que además fue detenido, reprendido y obligado por el régimen a firmar una declaración donde “admitía su conducta ilegal”, hasta nuestros días, el fenómeno de la desinformación alrededor de este tema no ha parado.
Las noticias falsas no solamente son piramidales sino horizontales. Las fuentes de información sin fundamentos son variables. Nos llegan por todas las vías. Alrededor del 90% de los ciudadanos mexicanos reconoce haber recibido al menos una vez mensajes con este tipo de información, alarmista en muchas de las ocasiones. Así lo da a conocer el estudio Radiografía sobre la difusión de fake news en México, realizado por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ahí mismo explica que después de Turquía, México ocupa el segundo lugar mundial en generación de noticias falsas a través de redes sociales.
Por esa razón, la asociación civil Artículo 19 ha reiterado su informe Mentiras Virales: La desinformación y el Coronavirus, emitido en marzo pasado, pero todavía necesario de atender, donde expresa que la presencia de medios de comunicación libres e independientes es de vital importancia durante una crisis de salud pública como la propagación de Covid-19. Aboga por la colaboración de un Estado que tenga claridad sobre la importancia de la información con enfoque de derechos humanos.
En este momento, entre los mitos que circulan en internet, también hay afirmaciones como que el uso de secadoras de manos, el consumo de ajo y la ingesta de cloro pueden curar la infección o que los orígenes del brote residen en armas biológicas chinas o de Estados Unidos. Las falacias incluyen cifras exageradas de la infección o descripciones inexactas de las políticas de gobierno.
Los investigadores han descubierto que la desinformación sobre Covid-19 ha circulado mucho más que la información de fuentes acreditadas, como la Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
Investigar sobre la libertad de expresión y describir los estándares internacionales sobre el derecho a la información, en especial lo relacionado con el derecho a la salud, actualmente es un pendiente de las estrategias de salud pública.
Artículo 19 explica que la desinformación ha logrado desviar la atención de los responsables de las políticas, ha promovido la desconfianza hacia los gobiernos y esto, por consecuencia, ha sembrado la confusión entre la opinión pública. Es por ello que el periodismo independiente, los reportes de la ciudadanía, el discurso público abierto y el libre flujo de información hoy más que nunca resultan indispensables en el esfuerzo global para contrarrestar el Covid-19.
Hasta ahora han surgido algunas iniciativas positivas para atacar los problemas mencionados, por ejemplo, en enero la OMS presentó la Red de Información para Epidemias (EPI-WIN, por sus siglas en inglés), un programa para combatir la desinformación ofreciendo datos oportunos y precisos de fuentes fidedignas. También esta institución está forjando alianzas con las empresas de tecnología como Facebook, Google, Tencent, Baidu, Twitter, TikTok, Weibo, Pinterest e influencers, con el objetivo de difundir información precisa sobre Covid-19.
De igual manera, han surgido plataformas para la promoción de contenido verificado, de fuentes oficiales, sobre el virus en sus secciones de noticias para así reducir la visibilidad de la desinformación; sin embargo, el trabajo al respecto todavía es limitado y requiere de la atención de los diversos grupos involucrados en los procesos informativos.
Algunos consejos de Artículo 19
A los Estados:
- Legislación de acceso y libertad de información.
- No recurrir a la judicialización penal y medidas coercitivas.
A los medios:
- Reportar sobre la desinformación, propaganda y discriminación del Estado.
- Sistemas de autorregulación.
- Altos estándares éticos, incluyendo igualdad e imparcialidad.
A las redes sociales:
- Políticas claras y fáciles de entender.
- Eliminar discursos de odio.
- Moderación de contenidos.
- Garantías mínimas de debido proceso.
- Notificar a los usuarios.
- Garantizar transparencia en su colaboración con los gobiernos.
- Reportes periódicos de transparencia
- Las alianzas con terceros verificadores y organizaciones