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La pandemia de Covid-19 es la consecuencia del desequilibrio generalizado del planeta

Las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países también definen el progreso humano. El Informe sobre Desarrollo Humano 2020 incorpora aspectos climáticos.
 

Foto: Reuters

Foto: Reuters

Nos encontramos en un momento sin precedentes en la historia de la humanidad y de nuestro planeta. En el 30 aniversario del Informe sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que calcula la prosperidad de los países y que este 2020 fue titulado: La próxima frontera: desarrollo humano y el Antropoceno, se propone redefinir el desarrollo en la nueva era geológica.

El informe considera que las personas y el planeta están dejando atrás el Holoceno y entrando en una era geológica completamente nueva, la era de los seres humanos. En este contexto, ha llegado la hora de que todos los países, ricos y pobres, rediseñen sus trayectorias de progreso asumiendo de manera plena, el estrés que estamos ejerciendo sobre la Tierra.

Por ello el documento introdujo una variante experimental; además de medir la salud, la educación y el nivel de vida de los países, se incorporan las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países, mismas que son piedras angulares en la definición de progreso humano.

Ningún país logra altísima prosperidad sin impactar en demasía al medio ambiente, como ejemplo tenemos a Noruega, que de acuerdo con el último IDH es el país más desarrollado del mundo en función de las condiciones de vida, el acceso a la educación y la salud. Sin embargo, cuando se incluye la presión que ejerce sobre el planeta (sus emisiones de CO₂ y la huella que deja su consumo), cae 15 lugares en la lista. Esto también sucede con Islandia, Australia o Estados Unidos. En contraste, los países más pobres apenas obtienen una calificación de desarrollo distinta si se tiene en cuenta su impacto sobre el medio ambiente pero son los que más sufren catástrofes climáticas.

La pandemia de Covid-19 es la consecuencia más reciente de desequilibrios generalizados. Los científicos han advertido insistentemente que las interacciones entre los seres humanos, el ganado, la fauna y flora silvestres provocarían cada vez con mayor frecuencia la aparición de patógenos con los que no estamos familiarizados. Dichas interacciones han aumentado sin cesar tanto en escala como en intensidad, ejerciendo una presión tan elevada sobre los ecosistemas locales que ha dado lugar a la propagación de virus mortales. Es posible que el nuevo coronavirus sea el más reciente, pero a menos que mejoremos nuestra relación con la naturaleza, no será el último, asegura el informe.

nelly.toche@eeconomista.mx

rrg

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