“Let’s dance”

Nunca he entendido la alegría del baile. Nunca lo he disfrutado y en las fiestas siempre tengo miedo de que alguien tenga la cortesía de sacarme a bailar y yo le tenga que decir que no. Que es poco femenino decirle que no al que invita a sacarle viruta al suelo. Jesús, juro que soy la menos femenina del mundo: no me gusta bailar, no lo aprecio, no lo entiendo.

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Bueno, exagero: lo entendí una vez, cuando se lo oí cantar a David Bowie Put on your red shoes and dance the blues . Bailemos al ritmo de la canción que sale del radio. Algo tan simple y al mismo tiempo tan sofisticado, sólo Bowie podía ponerlo así. Let’s dance es una canción excelente que al mismo tiempo es una obra pop que puede oírse en cualquier fiesta pop.

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Pero me desvío. Cada cultura ha inventado su forma de dar caderazos al ritmo del tambor. Esa alegría salvaje que imaginamos en la era de las cavernas es la misma de los raves o de los salones de baile. Hasta bailando vals se suda, hasta los príncipes europeos ven crecer sus sentimientos a la cadencia de los tocamientos.

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Esta semana el Archivo Gustavo Casasola nos recuerda esa gran verdad que es el baile. Hasta la que escribe, que es arrítmica como un corazón enfermo, puede entenderlo.

Así que let’s dance, como ordena Bowie, let’s dance hasta el final del mundo.

Archivo Gustavo Casasola: Para toda alegría, baile Ver fotogaleria.

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