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Nuevo hit neoyorkino en el Auditorio
Columna Allegro Molto: Continúa el éxito las proyecciones de las presentaciones del Met de Nueva York en el Auditorio Nacional. En esta ocasión tocó el turno a Orfeo ed Euridice de Christoph Willibald Gluck, obra que dio un vuelco a la historia de la ópera.
Tomemos prestado un término del beisbol: la transmisión en vivo desde el Metropolitan Opera House de Nueva York, disfrutada el sábado por un numeroso público en el Auditorio Nacional, fue un nuevo extrabase.
Se trató de Orfeo ed Euridice, ópera en tres actos y siete escenas con música de Christoph Willibald Gluck (1714-1787), representada sin interrupción, lo que le dio una conveniente continuidad.
En el reparto figuraron Danielle de Niese (Euridice); Heidi Grant Murphy (Cupido) y Stephanie Blythe (Orfeo).
Plenamente convencidos por la voz de la mezzosoprano Blythe, habríamos preferido, sin embargo, ver en el papel de Orfeo a un joven, a pesar de que es usual darlo a una mujer.
La bellísima aria "Che farò senza Euridice", en la que Orfeo expresa desconsolado su pena y se pregunta qué será su vida sin su amada, recordó a este cronista la participación del contratenor japonés-estadounidense Brian Asawa, triunfador en Operalia 1994 con esta joya. Qué buen papel habría hecho ahora.
Danielle de Niese, la soprano estadounidense nacida en Australia, fue un factor importante en el éxito de la producción, gracias a su voz, encanto y belleza.
También estuvo a la altura de la puesta en escena la coreografía de Mark Morris, que lució sobre todo al final del tercer acto, transcurrido en el Templo de Cupido, donde participan los personajes principales, acompañados de ninfas y pastores, en una celebración regocijada del poder del amor.
El director de orquesta James Levine logró de los instrumentistas una excelente interpretación de la música de Gluck, intensa y revolucionaria para su tiempo; música que dio un vuelco en la historia de la ópera.
Acierta The Victor Book of the Opera en su afirmación de que Orfeo ed Euridice es la ópera más antigua del repertorio, pero en cierta forma la más joven, debido a la perpetua juventud de su música.
Los próximos programas de las transmisiones en vivo de la temporada 2008-2009 del Met de Nueva York serán los días 7 de febrero (Lucia di Lammermoor) y 7 de marzo (Madama Butterfly).
Dado el magnífico resultado de estas transmisiones, sería conveniente que las autoridades correspondientes analizaran la posibilidad de aprovechar la infraestructura del Auditorio Nacional para ofrecer al público mexicano los conciertos sinfónicos de la Filarmónica de Nueva York y otras grandes orquestas estadounidenses.
¿Se imaginan qué feliz acontecimiento sería, citemos por caso, la transmisión en vivo del debut del venezolano Gustavo Dudamel al frente de la Filarmónica de los Ángeles en el Walt Disney Concert Hall?
No se trataría de una competencia desleal con las orquestas mexicanas, sino de un enriquecimiento cultural sin precedentes.