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“Somos hijos de la resistencia”: Héctor Díaz-Polanco, antropólogo

La verdadera ecuación, según Enrique Semo, casi nunca fue de conquistadores contra indígenas amerindios, sino de conquistadores e indígenas, contra indígenas de otras etnias.

La Conquista “fue un acontecimiento histórico extraordinario, en el que no se puede escatimar elogios a la valentía con que los mexicas defendieron a Tenochtitlan; tampoco se puede escatimar el hecho de que a la caída de la ciudad inició un tremendo proceso de resistencia en varias zonas del país contra la opresión española. Inició entonces una sociedad que estableció un sistema de dominación sobre los pueblos indígenas. Somos así hijos de la resistencia”, dijo el antropólogo Héctor Díaz-Polanco en la presentación del libro 500 años de la batalla por México-Tenochtitlan, del doctor Enrique Semo Calev.

A cinco siglos de una defensa histórica en la cual participaron todos los habitantes de la ciudad, hombres de todas las clases, artesanos, comerciantes, sacerdotes, guerreros de las órdenes militares, nobles, mujeres y adolescentes, esta obra da cuenta de dichos acontecimientos y da seguimiento al texto La Conquista, Catástrofe de los Pueblos Originarios, también de Enrique Semo.

El 13 de agosto se conmemora dicha batalla, razón por la que el libro de 64 páginas enfrenta al lector a pasajes de la Conquista y catástrofe de los pueblos originarios. ”El sitio duró tres meses de acción bélica ininterrumpida entre los mexicas y los conquistadores españoles y sus aliados, un asedio de dimensiones históricas, que se puede comparar con los grandes sitios que hubo en Europa durante el mismo periodo”.

El doctor en Historia económica por la Universidad Humboldt de Berlín relató que basados en los tristes recuerdos de la época conciliadora de Moctezuma, los mexicas rechazaron todas las propuestas de una rendición negociada; su defensa fue resuelta, heroica e inteligente.

Los españoles venían al nuevo mundo convencidos de que eran portadores de una civilización y una religión superiores y que los americanos eran, en todos los sentidos, unos bárbaros, por lo que justificaban todas las barbaridades de la conquista como guerra justa y se afirmaba que por muchas causas y muy graves estaban obligados a recibir el imperio de los españoles conforme a la “ley de la naturaleza”.

Esta “catástrofe de los pueblos originarios”, dijo, se expresa en la reducción fatal de la población de ocho millones de indígenas en el centro de México antes de la llegada, a dos millones un siglo después; 90% había sucumbido a las pandemias, guerra, maltrato y trabajo esclavo.

Importancia didáctica y pedagógica

Durante el evento, la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei), estableció que la obra será de gran importancia para niños y niñas y los jóvenes, y en general para toda la población, porque existe una gran síntesis de esa historia, una reivindicación de ese pueblo y una desmitificación de que un puñado de valientes españoles conquistaron a nuestros mexicas. “Su derrota sólo fue posible gracias a la formación de una gran alianza antiazteca de pueblos sometidos o amenazados por el imperio mexica”.

El autor recalcó: “700 españoles nunca pudieron hacer el sitio de una ciudad de 300 mil habitantes; eso es un cuento. Sólo lograron ganar con las fuerzas aliadas de otros pueblos indígenas, como los tlaxcaltecas, que se calculan en más de cien mil”.

El doctor Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM, complementó que “la obra nos invita a adentrarnos a esa fascinante historia de los pueblos originarios, y que da cuenta de una riqueza cultural impresionante (...) sin duda, el relato que nos entrega Semo es muy importante para recuperar el dramatismo y, sobre todo, aquellas escenas heroicas de lo que fue la batalla por México Tenochtitlan”.

Con la caída del imperio mexica, complementó Héctor Díaz-Polanco, comenzó un nuevo proceso histórico, casi completamente inédito, de construcción de un nuevo sistema de los procesos capitalistas a escala mundial, conocida como la Nueva España, un periodo de nuestra historia que se prolongaría durante los siguientes tres siglos. La verdadera ecuación, remarcó Semo, casi nunca fue de conquistadores contra indígenas amerindios, sino de conquistadores e indígenas, contra indígenas de otras etnias.

nelly.toche@eleconomista.mx

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