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Una de cada seis muertes en el mundo se debe a la contaminación

En las últimas décadas, a contaminación del aire causó hasta 6.7 millones de muertes, y la contaminación por sustancias químicas tóxicas como el plomo, 1.8 millones de muertes al año, cifra que incluso podría estar subestimada, revela estudio dirigido a la comunidad científica, gobernantes y tomadores de decisiones.

Foto: Archivo EE / Reuters

Foto: Archivo EE / Reuters

Un reciente estudio publicado por la Comisión sobre Contaminación y Salud  de la revista The Lancet confirmó que la contaminación sigue siendo la principal responsable de cerca de 9 millones de muertes prematuras al año, lo que equivale a una de cada seis muertes en el mundo, durante un periodo que va de 1995 a 2020. La contaminación del aire causó hasta 6.7 millones de muertes, y la contaminación por sustancias químicas tóxicas como el plomo, es responsable de 1.8 millones de muertes al año, cifra que incluso podría estar subestimada. 

“La meta con este estudio y los anteriores publicados, es atraer la atención en el mundo de que el tema de la contaminación es muy grave para ser ignorado”,  asegura la doctora Mara Téllez Rojo, investigadora en ciencias médicas y participante de este estudio. Hoy la consecuencia no deseada de la industrialización y la urbanización, han aumentado un 7 % desde 2015 y más del 66 % desde 2000.

El documento revela que se puede identificar poco progreso real contra la contaminación en general, particularmente en los países de bajos y medianos ingresos, donde la contaminación es más severa. Esta estimación se logró utilizando datos del Estudio de Carga Global de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo 2019

Para la investigadora una de las principales aportaciones del artículo es generar información para la población sobre los efectos tóxicos de los plásticos, del plomo, del mercurio, y otros tóxicos. “En el imaginario colectivo la contaminación ambiental se asocia principalmente a la contaminación del aire que influyen en las enfermedades respiratorias, sin embargo, no es la única contaminación que tenemos, además, la gama de efectos tóxicos que tenemos en la salud es muy amplia, a tal grado que alcanza la moralidad”.

Dijo a El Economista que necesitamos de herramientas de concientización social, para poder tomar decisiones al momento de adquirir determinado producto; por ejemplo, en el caso de comprar una pieza de barro, que esté libre de plomo; si se trata de un cosmético que esté libre de ftalatos y fenoles; si se trata de un pescado que esté libre de mercurio. 

El control exitoso de estas amenazas conjuntas requiere una interfaz científico-política formal con apoyo mundial para informar la intervención, influir en la investigación, y orientar la financiación. Tiene también como meta que la comunicación entre la ciencia y el desarrollo de políticas pueda ser eficiente. “Este artículo es muy valioso porque no está dirigido únicamente a investigadores, sino que es para los gobernantes, los tomadores de decisiones, y la misma sociedad. Se trata de diseñar intervenciones efectivas que prioricen el control de exposiciones ambientales en beneficio de la salud humana y planetaria”, expresó Téllez Rojo.

Mortalidad por formas modernas de contaminación

La especialista explica que por una parte ha habido exposiciones ambientales que han bajado, por ejemplo la intradomiciliaria que venía del fuego de leña, o los problemas de potabilización del agua, pero la evidencia que deja este artículo es que las formas modernas de contaminación que vienen de procesos de industrialización, urbanización descontrolada, uso de combustibles fósiles, y una falta de regulación adecuada, tanto nacional como internacional, está generando un incremento de mortalidad en los últimos 20 años.  

“Tenemos una política internacional que ha fomentado una industria que se alimenta mayoritariamente de combustibles fósiles, que no promueve una industria saludable, respetuosa y armoniosa en la convivencia con el ambiente y el ser humano mismo”. 

Explica que el problema es que la contaminación es global, es muy evidente por ejemplo para el tema del aire, mismo que no respeta fronteras. “Para ilustrar el tema podríamos hablar de la exposición al mercurio. ¿Por qué ahorita el consumo de pescado está asociado a este problema? El mercurio proviene de fuentes de exposición natural como son erupciones volcánicas o lo mismo de procesos industriales; estas partículas de mercurio suben a la atmósfera, los vientos las dispersan, llegan las lluvias, las bajan a la tierra y empiezan a contaminar por los ríos, al mar, y cuando caen al fondo los microorganismos se los comen, luego los peces se los comen como la cadena alimentaria marca, así tenemos peces de gran tamaño con cantidades de mercurio elevadas. Así lo que produjo este fenómeno puede haber iniciado del otro lado del planeta”.  

En conclusión, el esfuerzo debe ser de los países para tener una política global y una política interior consecuente. Para esto tenemos grandes acuerdos que se han firmado, pero el siguiente paso es que se actúe en consecuencia, “hay países como México que han firmado, pero no ha habido una política consecuente”.  

Un enfoque preventivo

Otro propósito del estudio es generar mayor evidencia sobre el uso de datos para la prevención. “Una de cada seis muertes pudiera haber sido evitada si tuviéramos políticas de prevención. El problema es que también tenemos sistemas de salud orientados hacia la enfermedad”, dijo que la información está orientada en registrar enfermedad, pero no un enfoque anticipado, con sistemas de monitoreo que registren las exposiciones ambientales, “por qué nos estamos esperando a ver las consecuencias de la exposición a plomo, por ejemplo, y seguir atendiendo desde la perspectiva de la enfermedad”.  

Agrega que la gente que trabaja en salud ambiental está convencida de que si invertimos en el control de exposiciones ambientales, el costo beneficio de la reducción de la enfermedad será enorme. “Se trata de cambiar el enfoque, es complicado, pero es el propósito de reportes como este”.  

El trabajo de México con el tema de plomo

Téllez Rojo comparte que para ella es un orgullo que México pueda participar en esta comisión. “Esto habla del trabajo de muchos años en  cuestiones ambientales e investigación. El trabajo colaborativo que hemos hecho desde el Instituto Nacional de Salud Pública e instituciones como Pure Earth, es muy valioso, porque nos ha permitido dar un paso más para medir por ejemplo plomo en sangre. Son investigaciones que además van muy aplicadas a la salud pública. Estos resultados son fundamentales para que me invitaran a formar parte de este grupo”.  

Al respecto la investigadora comparte que México ha dado pasos hacia adelante, particularmente con los datos que se lograron para el ENSANUT, hoy se tiene información sobre la intoxicación por plomo en el país y está desglosada por estados, es decir, está detallada. “Somos el único país de América Latina que lo tenemos”.  

Después de lograr esos resultados en 2019 el Consejo de Salubridad General aprobó el Programa Nacional para el Control de la Exposición a Plomo en México, “esto fue un gran paso”, pues este programa se aterriza e implementa de muchas maneras, desde revisión de normas, protocolos, para el manejo adecuado por casos de intoxicación y en un sistema de vigilancia epidemiológica, algo que es muy importante, ya que monitorear de manera rutinaria permite cambiar el enfoque hacia la prevención. “Desafortunadamente llegó el Covid-19 y toda la atención fue para allá, hoy va siendo tiempo de volver a impulsar la implementación de este programa que ya está aprobado, pero que se abandonó”, concluye la especialista.   

La publicación se puede consultar a través de: https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(22)00090-0/fulltext#

nelly.toche@eleconomista.mx

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