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Capital Humano

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Más de 261,000 trabajadoras del hogar siguen en paro por impacto de la pandemia

El momento más crítico para las trabajadoras domésticas durante la emergencia sanitaria por la Covid-19 se registró en julio de 2020, cuando cerca de 800,000 perdieron su empleo. Aunque ha habido una recuperación, la ocupación general sigue por debajo de los niveles prepandemia

Las trabajadoras del hogar, una población que históricamente ha laborado en las peores condiciones, han sido además uno de los grupos del mercado laboral más afectados por la pandemia de Covid-19. No han podido recuperar el nivel de empleo que tenían antes de la emergencia sanitaria y en enero tuvieron un nuevo descenso.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), 2.1 millones de personas, en su gran mayoría mujeres, se dedicaron al trabajo doméstico remunerado en enero de este año. Esa cifra es 10.5% menor a la reportada antes de la llegada de la pandemia al país, lo que implica que 261,125 trabajadoras de este sector singuen desempleadas.

Si lo que se observara es que hay menos personas laborando en el sector doméstico, pero hay más en otras ocupaciones, especialmente mujeres trabajando en otra actividad, quizá sería una buena noticia, señala Fátima Masse, directora de Sociedad Incluyente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

 “Pero no hay señales que nos indiquen que están brincando a otros sectores. Más bien esta tasa de desempleo es parte del deterioro que se observa en el mercado laboral en general”, considera la economista.

En su opinión, hay tres elementos que pudieran estar evitando el regreso de estas trabajadoras al mercado laboral. Uno de ellos es que la economía continúa deprimida con niveles elevados de inflación que no se tenían hace tiempo y las estimaciones del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) cada vez van más a la baja, por lo que “es difícil para muchos hogares poder contratar los servicios de cuidado”.

El segundo elemento es que “el 95% de las trabajadoras del hogar están en la informalidad. Así que el comportamiento de esta ocupación es parecido al resto del sector informal, al llegar la pandemia fueron los primeros puestos que se dañaron”.

Finalmente, nueve de cada 10 personas empleadas del hogar son mujeres, y ellas están sujetas al trabajo de cuidados no remunerado en sus propias casas como cualquier otra mujer, señala. La incertidumbre de no saber si abrirán la escuela, si habrá que volver al confinamiento por una nueva ola, no les permite disponer de su tiempo para buscar empleo.

Esto ha ocasionado también que las mujeres de las familias que las contrataban realicen las tareas que les delegaban a las empleadas, reduciendo la oferta de trabajo. Fátima Masse destaca también que “la pandemia ha sido mucho peor para las personas con menor preparación, y en ese grupo se encuentran las trabajadoras y los trabajadores del hogar”.

El peor momento para el sector

A partir de abril de 2020, cuando el confinamiento se instaló casi de lleno para evitar los contagios de la covid-19, comenzaron los despidos en todos los sectores. El peor momento para las trabajadoras del hogar en esta crisis fue en julio de ese año, cuando poco más de 1.6 millones siguieron laborando y unas 800,000 quedaron desempleadas.

El segundo nivel más bajo fue diciembre de 2020, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó a través de la ENOE a sólo 1.8 millones de trabajadoras laborando.

El Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho) ha denunciado que una gran cantidad de personas empleadoras realizaron despidos sin pagar liquidación, a lo cual están obligadas por la Ley Federal del Trabajo (LFT).

Otras, disfrazaron el despido con una estrategia también ilegal: enviándolas a casa a la espera de que fueran requeridas nuevamente algún día, pero sin ningún tipo de pago.

“La mayor parte de la sociedad no considera al trabajo del hogar como una ocupación 'real', sino como parte de las actividades 'normales' o 'naturales' de las mujeres. Por ello, éste es un sector particularmente invisible y estigmatizado”, señala el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Sin embargo, la situación laboral en las entidades federativas es distinta, destaca Raquel Aguilera Troncoso, directora ejecutiva de Jade Propuestas Sociales y Alternativas al Desarrollo, una organización en Yucatán dedicada a la defensa de los derechos humanos y que ha tomado como uno de sus ejes el trabajo del hogar.

“En Yucatán se ha logrado un crecimiento, hay 15 % más trabajadoras del hogar con referencia al año pasado”. Sin embargo, apunta, esto no se ve reflejado en una mayor incorporación al programa piloto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

En diciembre pasado, apenas 627 personas había sido afiliadas por quienes las contratan, “eso significa que no son ni el 1%”. De ellas, el 67% es mujer, “aunque según la ENOE, el 86% de quienes se dedican a esta actividad en el estado son mujeres. Es decir, no es proporcional, hay más hombres con seguridad social, hay una desigualdad de género en el acceso”.

De acuerdo con uno de los diagnósticos que han realizado en Jade, en promedio las empleadas en aquella entidad ganan 200 pesos al día. Esa cantidad es ligramente superior al salario mínimo general, de 172 pesos, y también es mayor al salario mínimo profesional para el trabajo del hogar, de 188 pesos. Pero para poder llegar a las casas donde trabajan, pagan 49 pesos de transporte en promedio, señala Raquel Aguilera.

Y durante los meses más difíciles de la pandemia en 2020, algunas fueron presionadas para llegar en Uber y pagarlo ellas mismas, agrega. El 27% señaló sentirse discriminada, “les hacían comentarios como ‘me vas a pegar el virus porque andas en camión’, u otro tipo de referencias que responsabilizaban y estigmatizaban” a las trabajadoras del hogar de propagar la enfermedad por su condición de pobreza.

Raquel Aguilera enfatiza la necesidad de que las campañas de información, los trámites y el acceso a la justicia tenga una perspectiva interseccional e intercultural. El 35% de las trabajadoras del hogar son mayahablantes y en Yucatán cada vez hay más migrantes de otros países, como Colombia y Venezuela, que laboran en esta actividad.

El pertenecer a un pueblo originario o ser migrante en México, pone a estas mujeres en una condición de mayor vulnerabilidad, lamenta. “En Jade proveemos asesoría, el telefóno directo de la abogada es 999 448 9182, o nuestras redes sociales en Twitter y Facebook como @JadeSociales”.

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