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Capital Humano

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Trabajo de cuidados en México, ¿quiénes lo ejecutan y quiénes pueden pagarlo?

Desfeminizar y desmercantilizar los cuidados en el país es lo que han pedido los movimientos feministas y de derechos humanos. Y para el especialista en economía social, Abedel Galindo, el pago justo a las trabajadoras del hogar no resuelve el problema, más bien lo complica.

En nuestro país, como en la mayoría a nivel global, el Estado no ha reconocido al cuidado como un derecho y eso el mercado lo ha aprovechado, dice Abedel Galindo Meneses, de la Red de Cuidados de México. Así, pocas personas pueden contratar servicios de atención de calidad y las condiciones laborales para muchas trabajadoras y trabajadores del sector de cuidados son deficientes.

Los servicios de cuidado van desde “la alimentación, el abrigo, la limpieza, la salud y el acompañamiento, hasta el apoyo y la transmisión de conocimientos, valores sociales y prácticas mediante procesos relacionados con la crianza”, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Quienes obtienen menores ingresos tienen menos acceso a estos servicios. Por ejemplo, si enferman es casi imposible que puedan pagar una hospitalización digna, medicamentos y lo necesario para una convalecencia segura. Además, con el fenómeno de la privatización de las escuelas se ampliaron las brechas de educación entre la población pobre y rica. Y para las personas que laboran en la informalidad es menos probable que cuenten con servicios de guardería.

Y en el espectro de servicios de atención y cuidado hay varias personas trabajadoras que ofrecen sus servicios y que, paradójicamente, tampoco tienen acceso a servicios cuidado de calidad. Este grupo quizá lo encabezarían las más de 2.4 millones de trabajadoras del hogar.

Pero lo integran también niñeras, las personas que se dedican a la preparación de alimentos, profesionales de la salud física, mental o bucal y de la educación. Así como trabajadoras y trabajadores sociales y otras personas que laboran en esta actividad central para la vida.

“Tenemos un mercado excluyente y un Estado indolente que no permiten a la sociedad crear otras lógicas de cuidado”, dice Abedel Galindo en entrevista. “Necesitamos desfeminizar y desmercantilizar los cuidados parar que sean menos desiguales y más justos”.

No sólo las mujeres deben cuidar

El reto es desfeminizar el trabajo de cuidados porque el 73% de las tareas de cuidado que se hacen al interior de los hogares lo realizan las mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Además, el 99% de las personas trabajadoras del hogar remuneradas son mujeres.

Es importante la definición de trabajo de cuidados porque de ello dependen las condiciones de quienes lo proporcionan, señala el Diccionario de Cuidados de Oxfam y la Red de Cuidados de México.

“Por ejemplo, la acción de dializar a una persona no se reconoce ni se paga igual si quien la realiza es un familiar, una trabajadora del hogar, una cuidadora profesionalizada o una enfermera, aunque sea la misma acción y tenga el mismo valor”, apunta el documento.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el sector de la salud y los cuidados las mujeres representan el 67% del personal, pero ganan tres cuartas partes de lo que reciben sus colegas hombres por hacer el mismo trabajo.

En tanto, la fuerza laboral docente a nivel medio y superior es de 471,000 personas, según el portal Data México de la Secretaría de Economía (SE). Su salario promedio es de 7,400 pesos mensuales “trabajando alrededor de 27.9 horas a la semana”. El 55% está en la informalidad, principalmente quienes laboran en escuelas privadas, sin contrato por escrito ni seguridad social.

Y de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), las mujeres están al frente de sólo el 35% de los puestos directivos en los sectores de educación, ciencia y tecnología. Es en esas posiciones donde se pagan los mejores salarios.

Desmercantilizar el trabajo de cuidados

En sociedades donde el mercado es el principal proveedor de la atención, “los cuidados se ven insertados en una lógica capitalista y mercantil. En otras palabras, los cuidados se monetizan, es decir, se paga por ellos, lo que mercantiliza la vida y su cuidado”, dice el Diccionario de Cuidados.

Las brechas entonces entre obtener buenos servicios de cuidado y recibir un salario decente por brindarlos son de clase social, de género, de origen étnico y de si se cuenta con una discapacidad o no, entre otros factores.

Desde diferentes feminismos se ha debatido sobre la abolición del trabajo del hogar remunerado, pues las tareas de cuidado, que sustentan a la economía y la existencia misma, sólo se transfieren de una mujer a otra. Una racializada.

En México, las empleadas del hogar organizadas han logrado importantes conquistas laborales. Sin embargo, a falta de un sistema de cuidados ellas asumen lo que el Estado podría resolver con políticas públicas y las compañías, con tiempo y políticas laborales flexibles.

“El pago justo a las trabajadoras del hogar no resuelve todo. El pagar por este trabajo no resuelve el problema, más bien lo complica porque traslada los trabajos que nosotros pudiéramos hacer si contáramos con políticas públicas y un mercado justo”, opina Abedel Galindo.

“Por supuesto que las empleadas del hogar tienen que ser remuneradas y con un salario digno y justo, sin embargo, no estoy de acuerdo con compensar. El sistema de cuidados se tiene que tejer de tal forma que se reconozca monetariamente a quienes ejercer ese trabajo. Pero en la medida en que existan opciones para cuidar, las personas dejarán de pagar por ello” y podrían tener más oportunidades de acceder a los empleos que desean.

También hay que diferenciar los tipos de cuidados, algunos conllevan mayor intensidad como la atención de personas con discapacidad o enfermedades degenerativas. Pero propiamente “en el cuidado de la vejez y de infancia, si bien también tienen un cierto grado de intensidad, se puede resolver con otras opciones”.

Es sumamente importante, dice, "ver que hay trabajos de cuidados que deben ser remunerados. Pero otros, con reconocimiento del derecho a cuidar y recibir cuidado se pueden realizar desde una lógica comunitaria o familiar”, teniendo el tiempo y las herramientas para hacerlo.

A nivel regional, advierte, “estamos atrasados en esa avanzada de reconocimiento por parte del Estado al derecho de cuidado. Pero somos un país que históricamente ha cuidado, somos una sociedad que culturalmente sabemos cuidar de la vida. Tenemos que construir otros imaginarios ajenos a la mercantilización e individualización y más cercanos a lo comunitario y lo recíproco”.

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