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César camina hacia el cielo
Ayer, como es costumbre, destrozó sus propias marcas. el nadador, fan de U2 y Aerosmith, se impuso en los 50 metros libres con claridad y récord panamericano.
Guadalajara, Jal. Ocurre aqulla tarde de 1996: César Cielo, de nueve años, mira el mar inmenso. Al fondo se esconde el sol, semicírculo destellante de dorados cabellos que deja detrás de sí, majestuso, azulado al cielo. Tan imponente frente al pequeño, quiere alcanzarlo, tocarlo y saber si, como piensa, el azul lienzo de allá al fondo tiene textura de terciopelo.
Alcanzarlo resulta imposible. El amenazante oleaje asusta a César, casi tanto como aquellos niños de mayor edad, a los que inevitablemente ha tenido que enfrentar en el judo, sólo por ser más alto de lo que debería ser a su edad.
Recuesta su cabeza en la porosa arena, la juega entre sus dedos y, de pronto, la espuma del mar rasguña su mano. No puede ser tan malo. Y entonces se atreve: Caminaré hasta el sol y llegaré al cielo . Lo ha decidido, y lo hará nadando.
Brazadas, sin límite
César Cielo vino al mundo sin saber lo que le deparaba el destino. Nació el 10 de enero de 1987, en Santa Bárbara de Oeste, Sao Paulo. En Brasil. Sin agua, sin mar. Pero su talento natural y sus dones físicos, 1.96 metros de estatura y 80 kilogramos, lo llevaron a probarse en la natación.
Hoy es el mejor nadador del mundo en su distancia. Aquel que en mayo de este año fue escrutado, acosado y presionado por la única sombra que lo ha querido vencer. Esa demanda de emociones que ha crecido sobre él a cualquiera lo haría doblegarse. A él no. Incluso las dudas le alentaron con fuerza a conquistar el oro en el Mundial de Shanghai. Quería callarle la boca a todos . Y lo hizo.
Aquellas dudas sobre si es o no un atleta que recurre al dopaje las ha olvidado. Me he refugiado en mi fe , ha dicho. Esa fe que también utiliza como una cábala antes de competir, se persigna. El doping va a doler toda mi vida, pero ya lo dejé atrás .
Como atrás dejó ayer a sus contrincantes que apuradamente intentaron alcanzarle, pero han caído en un error: al mejor nadador del mundo no hay quien le alcance. No tiene límites César. No. Hasta que me canse, física o mentalmente .
Dos fueron las palabras preferidas de César ayer por la noche: trabajo y mejor. Hubo mucho trabajo detrás para llegar a esto. Traté de hacer lo mejor para la carrera. Creo que fue mi mejor desempeño. Voy a trabajar sin parar para los Juegos Olímpicos .
Cielo es un devorador de títulos. Abierto el apetito, porque sabe de sobra que puede conseguirlo. Su potencial no tiene límites. Ganador de tres medallas de oro (50, 100 y 4x100 metros libres) y una plata (4x100 combinados) en Juegos Panamericanos del 2007. Se llevó el oro en los 50 metros libres y el bronce en los 100 metros libres en Beijing 2008. En el campeonato del Mundo de 2009, se adjudicó los 50 y 100 metros libres, éste último con récord del orbe incluido y ese mismo año, en diciembre, se agenció la marca de los 50 metros libres.
Ayer, en Guadalajara, no sólo refrendó su título panamericano en los 50 metros libres, sino también, como es su costumbre, destrozó su propia marca. Tenía mi meta, que era hacer bajar mi tiempo. Lo logré, ahora tendré descanso hasta diciembre . Y de ahí, a regresar al lugar de donde prácticamente nunca sale: la piscina.
Al arduo trabajo en la alberca, que lo ha llevado a modelar perfectamente sus músculos, a reforzar esos hombros en los que lleva cargando el peso de todo un país, responsabiliza a los libros de autoayuda de su éxito, Quarterback el último que tuvo entre sus manos.
Como también le encantan las autobiografías y un poco la televisión e Internet, aunque durante la competencia evita a ambos. Pero, por sobre todas esas cosas, adora la música, escuchar a bandas como U2 y Aerosmith.
Y caminar, otra de sus pasiones. Tocar el cielo. Si se puede a brazadas y sobre el agua. César ya no tiene miedo.