Buscar
Deportes

Lectura 3:00 min

La estrella del Madrid tiene fama, dinero... pero no es libre

Bale tiene una educación rigurosa, su padre lo sigue regañando cuando no hace las cosas bien, nunca ha fumado y ni en sueños se haría un tatuaje.

Gareth Bale llegó a Madrid poco antes del cierre de fichajes veraniego de la temporada pasada. Era el futbolista fetiche de Florentino Pérez, al que dedicó varias semanas de negociaciones y 91 millones de euros para representar la imagen sofisticada del madridismo; sin embargo, a pesar de las luces, los reflectores y la escena del galáctico portando la playera número 11 en un impecable traje negro, destacó que se hizo acompañar de su familia, incluidos hermanas, cuñados, sobrinos y, por supuesto, sus padres, esposa e hija.

Alejado del jet set en el que vive Cristiano Ronaldo, Bale prefiere siempre regresar a sus orígenes. Opta por visitar la casa de sus padres en Gales, y no es frecuente su presencia en las portadas de revistas de sociales y espectáculos.

Ahora que regresa a su ciudad, Cardiff, con Real Madrid para disputar la Supercopa Europea ante Sevilla, retumban en su mente aquellos viajes con su padre para jugar los fines de semana en la academia del Southampton, su primer equipo, y que durante las cinco horas de traslado de su casa a los juegos forjó la disciplina y ese carácter hogareño que le permite regresar a su país como el atleta más destacado del momento.

Para el chico que creció en el seno de una familia de clase media -hijo de un conserje y una recepcionista-, en un barrio a las afueras de Cardiff, el futbol llegó como una actividad lúdica. Destacó también en el rugby, natación y atletismo, donde su fama de velocista comenzó a relucir, corriendo los 100 metros planos en 11 segundos.

Quizá su padre sea el gran culpable de su personalidad. En una de las pocas portadas en las que ha posado Bale, en 2013 para la revista Esquire, justo antes de su fichaje con el equipo español, relata los regaños de su progenitor en su infancia.

Lloraba en el asiento trasero del coche porque tenía un mal juego y porque mi papá me gritaba. Siempre me regañaba y aún lo hace , recordaba el mediocampista.

Su familia lo ha acompañado desde los seis años en su aventura por el balompié, cuando un visor del Southampton lo descubrió. Con su primer contrato como profesional, en 2006, lo primero que hizo fue comprarle un abrigo a su madre y un celular a su padre. Los lujos no son su rutina, incluso en la sesión de fotos para Esquire llamó la atención su vestimenta, jovial y de diseñador, pero contrastaba con un reloj de apenas 150 libras.

Por eso, cuando tuvo la oportunidad de jugar para Inglaterra o asistir a los Juegos Olímpicos de Londrés, Bale lo tenía muy claro: en casa me lincharían . A su convicción nacionalista se une la protección familiar. Sus padres asistían a todos los juegos de local en Tottenham; incluso, cuando no están juntos a Gareth le cuesta ignorar de su conciencia la educación de Frank, su padre, por lo que no bebe, nunca ha fumado un cigarrillo y ni en sueños se haría un tatuaje.

Ahora en la cima con Real Madrid regresa gustoso a casa. Como mencionó antes del debut en Champions League con los merengues: Mi sueño era ganar el torneo, para poder jugar la Supercopa en Cardiff y marcar el gol clave del partido . Hoy su deseo se puede volver realidad.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete