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Oportunidades laborales a paratletas, un reto pendiente

México es un país aún con diversas barreras para el desarrollo académico y profesional de las personas discapacitadas. Representantes paralímpicos describen el doble esfuerzo para superar estos obstáculos sistémicos.

De acuerdo con el último censo del INEGI (2020), en México viven 20.83 millones de personas que sufren alguna discapacidad, lo que representa el 16.5% de la población total. Pero a pesar de ser casi una quinta parte de los mexicanos, sus oportunidades no son las mismas en diversos aspectos como educación y oferta laboral. La discriminación en escuelas y empresas sigue siendo un factor de peso que los rechaza aunque estén preparados con maestrías, doctorados y cuenten con sus capacidades intelectuales al 100%.

“En México no hay tantas oportunidades todavía en el plano laboral. Aunque sí se han ido abriendo, todavía nos falta muchísimo por desarrollar, porque conseguir un buen empleo en este país todavía está basado en cómo te ves. Lo vemos en la equidad de género y por supuesto para las personas con discapacidad. Se habla mucho de inclusión cuando nos falta saber realmente qué significa esa palabra y en este caso (para discapacitados) el desarrollo en oferta y demanda de empleos no coincide porque creen que una persona con discapacidad no es capaz de hacer cosas que sí puede”, comparte con El Economista, María de los Ángeles Ortiz, atleta paralímpica (lanzamiento de bala) en Tokio 2020.

‘La leona de México’, como es reconocida en el mundo, está participando en sus cuartos Juegos Paralímpicos en el lanzamiento de bala, donde ha ganado tres medallas (plata en Beijing 2008 y oros en Londres 2012 y Río 2016). Pero más allá del deporte, es Licenciada en Comercio Internacional, estudia una Maestría en Educación y Docencia y posee un Doctorado Honoris Causa por parte de la Cumbre Mundial del Conocimiento y el Colegio Internacional de Profesionistas.

Con todas estas credenciales, analiza el panorama laboral para los paratletas fuera del mundo deportivo: “Sí ha habido avance, pero vamos lentos. Parece que se hace más con el fin de solo decirlo y no de aterrizarlo para el bien común, sino más bien en un tono político. Se necesita que se pongan a trabajar los que tienen que hacer las leyes, reglamentos, sanciones y retribuciones, los que pueden crear esas fuentes de empleo, que se pongan a trabajar para que tengamos cultura sobre la discapacidad, aún hay mucho desconocimiento y segregación”.

Según cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), mientras las personas convencionales registran una ocupación laboral de 66.2%, los discapacitados solo el 38.6%. En cuanto a población económicamente no activa de México, los convencionales son el 31.8% y los discapacitados el 60.3%, aunque cuenten con las capacidades intelectuales necesarias.

“Todo va evolucionando pero a pasitos de bebé, vamos muy lento. Sí hay empresas interesadas en inclusión pero nos falta muchísimo por recorrer, en la Ciudad de México se da más porque es la capital, pero si tú te vas a un pueblito donde no hay industrias o empresas, nos falta muchísimo todavía”, agrega Doramitzi González, ex nadadora paralímpica que ganó 11 medallas (cinco de oro) entre Sídney 2000 y Beijing 2008.

La ex nadadora, retirada en 2017, explica a este diario que la discriminación incluso se hace presente desde que una persona con discapacidad quiere estudiar en una Universidad: “Hay muchas personas con discapacidad que no pueden terminar una licenciatura porque también te discriminan en la escuela, te dicen que debes ir a una escuela especial. En mi caso, mi mamá peleó y pude estudiar en una escuela ‘normal’ porque mi discapacidad era motora, no auditiva, visual ni psicosocial. Ese es otro obstáculo muy grande porque, normalmente, las empresas piden un título y muchos no han estudiado. También conlleva que si como escuela no tienes una instalación con la infraestructura inclusiva tampoco hay manera. Sí tienen una rampa por aquí o por allá pero no se trata de eso, sino de que todas las instalaciones tengan una infraestructura inclusiva”.

A pesar de que Doramitzi ganó 11 medallas en su carrera en Juegos Paralímpicos, señala que sus becas deportivas oscilaban entre los 8,000 y 12,000 pesos mensuales, salvo un corto periodo entre 2011 y 2012 en el que llegó a recibir un máximo de 40,000 gracias a la inclusión de los paratletas en el fideicomiso del programa Compromiso Integral de México con sus Atletas (CIMA).

“Era algo que me daba para vivir, yo no tengo hijos y eso me servía, pero del deporte no vives, si yo tuviera familia o dependientes, la verdad no me alcanza, tampoco es que vivas súper holgado”, describe, por eso su interés en estudiar una licenciatura e ingresar al mundo laboral.

González Hernández señala que uno de los avances positivos fue la iniciativa ‘Éntrale’, un programa creado en conjunto entre Televisa, Bimbo, Cinépolis, Cemex y Lala que es “la bolsa de trabajo más grande del país para personas discapacitadas”, nacido en 2016 y que actualmente también cuenta con el respaldo de instituciones educativas como el Tecnológico de Monterrey, el ITAM y la Universidad Iberoamericana. No obstante, menciona que más empresas deberían seguir ese ejemplo.

Tras su retiro deportivo, la originaria de Michoacán trabajó tres años en recursos humanos para una empresa de transportes y logística en la Ciudad de México, donde intentó contratar a más personas con discapacidad pero no pudo. “Falta mucha sensibilización hacia las empresa públicas y privadas, que no tengan miedo de que contratar a una persona con discapacidad es una pérdida de tiempo, ya que también es una persona que busca desempeñarse, superarse y lograr objetivos. Tenemos que cambiar este chip de que una persona con discapacidad es un problema”.

La brecha de ingresos en México es considerable: las personas con discapacidad reciben por su trabajo el 66.5% de lo que ganan las personas sin discapacidad, según cifras de Conapred. Además, de acuerdo con el INEGI, el 48.6% de la población discapacitada en México vive alguna situación de pobreza, el 46.9% en rezago educativo, el 41.2% con carencias en seguridad social y el 27.8% con problemas de acceso a la alimentación.

“Para una persona con discapacidad en nuestro país es complicado que la brecha salarial sea buena, que tenga prestaciones y que pueda ganar como un profesionista. Seas atleta o no, una persona con discapacidad no tiene las mismas oportunidades laborales que una convencional”, apunta Doramitzi González.

Las campeonas paralímpicas destacan que las empresas deben dejar de lado el minimizar las capacidades de los discapacitados y tampoco contratarlos por lástima: “De acuerdo al tipo de discapacidad, hay muchas otras capacidades que desarrollamos y podemos emplear para salir adelante en un empleo y además para brillar, pero mientras sigamos viendo a la discapacidad como la vemos hoy habrá muy limitadas ofertas de trabajo”, concluye María de los Ángeles Ortiz desde Tokio.

fredi.figueroa@eleconomista.mx

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