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Construcción regenerativa, una vía para el crecimiento sustentable de las ciudades

La certificación Living Community Challenge establece que no basta con que los edificios generen sus propios recursos, también deben regresar, al menos, 5% del agua y la energía que consumen 

Foto: Cortesía Reserva Santa Fe.

Foto: Cortesía Reserva Santa Fe.

Con una inversión de alrededor de 3,000 millones de pesos y casi 30 años de esfuerzos, el complejo residencial Reserva Santa Fe, ubicado en el Estado de México, se mantiene como uno de los proyectos pioneros en la construcción y operación de inmuebles con enfoque regenerativo en América Latina.   

Antes de ser un proyecto residencial, el desarrollo era un parque estatal de 110,000 hectáreas (de las cuales menos de 15% serán destinadas a construcción) conocido como “Otomí Mexica” que, después de años de acuerdos y asambleas entre autoridades, propietarios y la empresa constructora, acordaron privatizar la tierra y crear un fideicomiso para distribuir los ingresos del mismo.   

“Fue muy largo el proceso, pero 100% de las comunidades entraron al proyecto aportando sus tierras, primero la convertimos en ejido y después en propiedad privada, en el 2001”, comentó Armando Turrent, director general en Desarrollo y Ecología del complejo.   

El plan maestro de Reserva Santa Fe contempla la construcción 500 viviendas, entre casas y departamentos; por el momento, ya cuenta con el primer edificio regenerativo en América Latina, el cual ya cuenta con certificación Living Community Challenge.   

Esta certificación le indica al sector que está muy bien que se hagan las cosas menos mal, pero siguen estando mal, porque la realidad es que la brecha que hay entre entre un edificio con distintivo Leed Platino y no contaminar, es muy grande todavía”, indicó Turrent.   

En este sentido, Reserva Santa Fe busca cambiar el paradigma de la industria, ya que el primer inmueble del desarrollo fue construido para ser 100% autosuficiente, está desconectado de la red de agua potable del municipio, del drenaje público y de la red de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). En cambio, obtiene agua y energía por medio de paneles solares, así como sistemas de captación y tratamiento propios.   

Para ello, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) autorizó la creación de un sistema de 16 represas para la captación de lluvia, con lo cual no sólo se brindará suministro a los hogares, sino también se busca recargar el manto acuífero de la región.   

“No basta con generar nuestros propios recursos, la certificación exige que también debemos regresar, al menos, 5% del agua y la energía que consumimos. Todo se ha logrado gracias a la suma de especialistas hidrológicos, biólogos, arquitectos, paisajistas, diseñadores urbanos, entre otros”, agregó Pedro Gómez, director de Operaciones del proyecto inmobiliario.   

A nivel internacional existen 23 proyectos en busca de esa certificación, dos de ellos se encuentran en la categoría de comunidades emergentes, se trata de un jardín botánico en Estados Unidos y Reserva Santa Fe.  

Reservas naturales desprotegidas  

Para los especialistas de Reserva Santa Fe, el modelo de construcción regenerativa es un buen comienzo para incentivar un desarrollo de las ciudades con mejor planeación urbana en México; sin embargo, remarcaron que uno de los obstáculos es la falta de estado de derecho sobre el territorio.  

“Es claro que este modelo de construcción regenerativa no se puede replicar en todos lados, porque no tenemos el espacio. Hay muy buenos esfuerzos de planeación urbana en la zona metropolitana de la Ciudad de México, el problema está en que no se ejerce la ley; entonces, conforme crece la mancha urbana, sobre todo hacia los cerros, la ciudad arrasa con todo”, dijo Turrent.  

El especialista apuntó que el presupuesto anual del gobierno federal para las zonas protegidas en el 2023 fue de 42 pesos por hectárea, lo que aumenta el riesgo de invasión y posteriores problemáticas sociales.  

“Esta falta de recursos es una invitación a que los grupos de choque invadan y se aprovechen de las personas que necesitan un lugar para vivir, les venden un terreno sin seguridad jurídica, urbanización e infraestructura. Olvidemos la parte ambiental, que es terriblemente trágica, socialmente esto implica un desastre”, añadió el experto.   

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