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El mexicano que ya obtuvo su pase a los cuartos de final en Qatar

Para el arquitecto, la técnica de arquitectura textil tiene un amplio potencial no sólo en proyectos de la iniciativa privada, sino también en el desarrollo de infraestructura pública, como las estaciones del Tren Maya

Antes de arrancar el primer minuto del Mundial de futbol en Qatar, México ya superó la primera ronda de la competencia, pues el estadio Al-Rayyan, que albergará uno de los ocho encuentros de octavos de final, ya tiene a un mexicano en la cima; su nombre es Roberto Muñoz, quien diseñó e instaló el techo que cubrirá a más de 60,000 espectadores a partir de noviembre próximo.

En entrevista, Muñoz, quien desde el 2003 incursionó en la arquitectura ligera, relató cómo a través de la innovación de materiales, aventurarse con técnicas nuevas y hasta de crear su propia empresa, logró consolidar una trayectoria que le ha permitido ser un referente de la instalación de cubiertas para estadios en todo el continente americano, lo que le abrió las puertas en Medio Oriente.

“Todo es posible. No hay límites, depende de uno llegar a dónde sea, simplemente es creérsela, hacer las cosas bien y arriesgar, evolucionar, porque a lo mejor te caes, pero te levantas y sigues adelante”, enfatizó el arquitecto y añadió: "El tema de los estadios en mi industria es como la joya de la corona, todos queremos hacer un estadio mundialista”.

La clasificación al Mundial

Para este arquitecto originario de Guadalajara, Jalisco, la cita en Qatar ha sido toda una experiencia que comenzó al listarse entre los concursantes al proyecto, con el fin de trabajar con un equipo de personas de todo el mundo y con la posibilidad de llevar a los trabajadores de su empresa a laborar en Medio Oriente.

“No pude participar en Brasil (2014), pero unos amigos me invitaron a una misión comercial en Dubái, en el 2016, fui y ahí se abrieron las puertas para el Mundial de Qatar”, recordó Muñoz.

“Existía ProMéxico, conocí al director de Medio Oriente y me dijo ‘¿por qué no haces un estadio para el Mundial de Qatar? Yo te conecto, es mi trabajo’ y así fue”.

El arquitecto enfatizó en que más que un negocio, el estadio Al-Rayyan representa una estrella en su currículo, pues que un mexicano participe en ese tipo de proyectos impacta en toda la arquitectura nacional, en la generación de empleos y en las sinergias que logró formar con empresas de diferentes partes del mundo.

Para concretar el proyecto, Muñoz se trasladó en diferentes momentos a Qatar para trabajar con los diseñadores y constructores del estadio; una vez aprobado el plan, específicamente para la cubierta, la mayor parte del trabajo se realizó en México.

“Aquí en Guadalajara, mi equipo de diseño y arquitectos desarrollaron toda la ingeniería, trajimos el material de Alemania y Francia, lo cortamos, lo diseñamos, lo confeccionamos y después lo mandamos por barco a Qatar.

“Para la instalación mandé a gente para allá, a un director de proyecto, a administrativos y la gente operativa. Los instaladores que saben trabajar en alturas y seguridad, ellos instalaron lo que construimos, la gente duró casi un año trabajando allá”, comentó.

Derivado del trabajo en Qatar, varios de sus colaboradores mexicanos se quedaron a laborar en el Emirato, en diferentes proyectos que a raíz del Mundial están en obra. Asimismo, el trabajo en el estadio le generó al arquitecto oportunidades de negocio, quien ya trabaja en más proyectos de infraestructura en aquel país.

Maestría deportiva

El también fundador de la empresa Dunn LWA realizó una maestría sobre arquitectura textil en Alemania, donde el tema de su tesis fue su experiencia en el diseño y ensamblaje del techo del estadio Omnilife (ahora Akron), de Guadalajara, que se estrenó en el 2009.

“México tenía estadios, por ejemplo, el Jalisco, el Azteca, desde los años 60 para el Mundial (México 1970) y desde ahí se construyó una serie de estadios y después ya no. Posteriormente, llegaron las Chivas a hacer su estadio Omnilife, rompió esquemas y creó una segunda ola de construcción de estadios en el país”, relató.

Pero ese sólo fue el inicio de lo que sería el sello de la casa, es decir, la experiencia para techar estadios no solo en México, sino también en América Latina.

Su primera cubierta sobre un techo fue en el estadio Victoria, la casa del Necaxa en Aguascalientes, el cual fue el primer recinto en toda América Latina, con una cubierta de membrana flexible.

“Me senté con el gobernador de Aguascalientes y lo convencí, porque ellos ya tenían un proyecto de un estadio techado con lámina”, recordó Muñoz.

Entre los proyectos en los que ha intervenido Muñoz se encuentra el estadio Francisco Sánchez Rumoroso, en Chile, que fue su primer trabajo fuera de México, para después trabajar en Colombia, Costa Rica, Estados Unidos y Canadá.

Un recorrido que aporta experiencia

La arquitectura textil, un campo en el que Muñoz se ha especializado para lograr diseños únicos que cubren amplios espacios, es una técnica que tuvo que mejorar en Alemania, donde surgió este uso de materiales.

Sin embargo, gran parte de su conocimiento fue a través de experimentar directamente, observando cómo se comportaban las membranas, cuál era su durabilidad y eficiencia, así como visitando a proveedores, entendiendo el origen de los materiales y aprendiendo de los ingenieros en las obras.

“Las membranas no tienen que estirar, las formas se logran a base de patrones de corte, como al confeccionar una camisa: diseñas un patrón, la coses y después estiras y se logra la forma, es lo mismo con las membranas”, explicó.

“Yo soy el diseñador y el sastre que hace que las cosas sucedan, compro las membranas de Alemania o de Francia, compro un rollo, entonces en la planta en Guadalajara, diseño, corto y uno”.

Por ello, el ahora director de la empresa Bio LWA se considera uno de los pioneros en México de técnicas de construcción ligeras, pues uno de los primeros retos fue ganar la credibilidad en su trabajo. “Es más común (ahora); sin embargo, no es una construcción estándar, sigue siendo una especialidad”, indicó.

Una técnica con beneficios

Muñoz explicó que más allá de lograr diseños estéticos, la arquitectura textil es una rama que permite crear estructuras ligeras, usando una menor cantidad de concreto, acero, para cubrir una mayor cantidad de espacio con menos peso y reduciendo costos.

“Además de lo estético hay que cuidar la función y la seguridad estructural, no solo que sea bonito, sino que funcione, que sea seguro estructuralmente.

“Son 1,000 ventajas, formas únicas, traslucidez, que hace que al interior no necesites iluminación artificial durante el día, ligereza, se convierte en un ahorro de estructura de acero y de concreto en las cimentaciones, es un producto antiflama, que requiere cero mantenimiento, solo limpieza a diferencia de láminas que tienen filtraciones”.

Para el ahora directivo de Bio LWA los materiales ligeros representan un ahorro por menor costo de mantenimiento, menor requerimiento de acero y por la rapidez que permite para la edificación de obras.

Muñoz insistió en que es necesario seguir en el camino de la innovación y ser disruptivo en la industria, pues es la forma en la que se distingue de la competencia e incluso aporta mejoras a la sociedad en general.

Por ello, el empresario está en una continua búsqueda de nuevos materiales y métodos, lo que le ha permitido fijar su siguiente objetivo: aprovechar los techos para crear estructuras flexibles que permitan la captación de energía solar, tanto para inmuebles autosostenibles, como para comercializarla.

“Creo que el ahorro de energía y producir energía es básico en esta época que vivimos”, señaló. “Ya hay paneles solares, cuadrados, arriba de los techos, pero ¿qué pasa si hacemos que ese techo sea el panel solar, pero que además estéticamente luzca bien?”.

Para el arquitecto, quien desde el 2012 comenzó su emprendimiento, considera que actualmente hay condiciones para que la industria de materiales ligeros tenga oportunidades de negocio, tanto en el sector privado como en el público.

“La arquitectura ligera es una excelente opción para el rescate de edificios antiguos, ya que con el mínimo de estructuras se pueden cubrir espacios o fachados, respetando la estructura original. En Europa es muy común los almacenes de logística o almacenamiento cubiertos con textiles ligeros”, dijo

Para Bio LWA el segmento comercial será un detonador de crecimiento, pero eso no descarta oportunidades que puedan surgir en la obra pública y, que, al mismo tiempo, permitan a los gobiernos, cumplir en tiempo y forma sus planes.

“Creo que en la obra pública encaja perfecto (arquitectura textil); por ejemplo, yo visualizo las estaciones del Tren Maya con este tipo de cubiertas, lo hacen más eficiente, más barato y sin mantenimiento”, apuntó.

 

Reportera especializada en el sector inmobiliario. Egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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