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Un paquistaní sedujo a lo malo de este mundo
Su red era conocida como el Goldman Sachs del lavado; operaba a través de casas de cambio.
¿Qué vínculo pueden tener un hindú, un italiano, un grupo de vietnamitas y un mexicano en Australia? Aunque parezca el diálogo de un clásico chiste de la cultura mexicana, la realidad es que todos ellos pertenecían o recibían los servicios de una de las redes más grandes de lavado de dinero que ha existido en la historia: la de Altaf Khanani.
El paquistaní, hijo de un comerciante pionero del lavado de la ciudad de Karachi, aprendió rápidamente la habilidad de su padre para ese tipo de negocios. Era la década de los 80 cuando Khanani, junto a su socio Hanif Kalia, formaron Khanani and Kalia International (KKI), una de las casas de cambio más importantes en Pakistán, y así inició la creación de su organización.
Fue hasta el 2008 que el gobierno decidió cerrar KKI, pero ya era demasiado tarde. Khanani ya había creado una red internacional de lavado de dinero que proporcionaba sus servicios a “personas muy malas que hicieron mucho daño en este mundo” como extremistas islámicos, la mafia china, cárteles colombianos, así como con el Cártel de Sinaloa, según un reportaje elaborado por Linton Besser de la cadena ABC de Australia.
Khanani en la actualidad se encuentra recluido en un penal de Estados Unidos, cumpliendo una condena de 68 meses en prisión que le fue dictada en marzo del año pasado. Su técnica se basaba en operar miles de millones de dólares ilícitos por medio de casas de cambio, remesas y empresas fantasmas de diversas partes del mundo.
El funcionamiento de su organización se apoyaba principalmente en la laxa regulación que existe en Pakistán respecto a la prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo.
En México, según funcionarios de alto rango del sistema financiero, no se han detectado los tentáculos de Khanani. “No hay señales de él como accionista de alguna entidad financiera”, afirmaron.
Para el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), Khanani es un ejemplo de una organización multinacional dedicada al lavado, a las cuales debe acotarse su margen de maniobra.
“La organización de Khanani facilitó movimientos de dinero ilícito entre Pakistán, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Australia y otros países”, detalla un reporte del organismo.
Por cada movimiento de lavado, Khanani y toda su red de blanqueo cobraba 3% del monto blanqueado como comisión; se estima que lavaba un promedio de 16,000 millones de dólares al año. Tan sólo en Dubai se estima que su red sigue viva: “El volumen y valor de propiedades asociadas con miembros relacionados a la organización de Khanani se estima aproximadamente en 21.8 millones de dólares”, se puede leer en un análisis de la agencia C4ADS respecto a los edificios financiados en la región de los EAU con dinero ilícito y sí, también aparecen mexicanos en el reporte.
La complicada caza
Khanani era un objetivo del gobierno de Estados Unidos desde hace varios años; sin embargo, en el 2013 tuvo que intervenir el gobierno australiano, junto con otros, para iniciar su caza.
La operación fue de alto riesgo, se comprometieron recursos australianos como gancho para cazar a Khanani. Luego de que se detectaron operaciones atípicas que derivaron en la salida de miles de millones hacia Medio Oriente, el gobierno de ese país decidió ir por él, aunque de inicio no sabían quién era el artífice de todas esas operaciones.
Los agentes encargados de la investigación no hallaban la solución, hasta que se les ocurrió comprometer recursos fiscales australianos para usarlos como gancho. En una videograbación muy corta, Khanani, con complicaciones por la tecnología, saluda y ahí, los agentes ya infiltrados en su red de lavado le piden que se vean personalmente, a lo que acepta, pero en Panamá; mordió el anzuelo.
Khanani se sabía mover en la nación panameña, que hace unos años fue objeto de fuertes cuestionamientos tras la develación de la investigación Panama Papers. El lavador aceptó reunirse con los supuestos lavadores y en el 2015, en un operativo, lo atraparon apenas aterrizando en tierras panameñas y fue llevado a Florida.
El mexicano
En el 2013, el mexicano Onix Mendoza llegó a Australia a recolectar las ganancias de los negocios del Cártel de Sinaloa en aquel país. Con apoyo de vietnamitas, Mendoza recogió el dinero y se lo llevó a un hindú en Melbourne; en otra operación similar contactó a un italiano para entregar y lavar los recursos. Todo el dinero de esas operaciones se lavó por medio de la red de Khanani y fue ahí cuando el gobierno australiano dimensionó que el cáncer de lavado del paquistaní había invadido a gran parte del mundo.