Lectura 4:00 min
¿Cómo convertirse en un país innovador? La clave está en la educación
Si el país trabaja en los planes educativos de las escuelas y se propician nuevas políticas públicas, se puede tener un crecimiento de innovación exponencial
Para que un país sea innovador, no solo basta la inversión y el desarrollo de ideas, el proceso inicia desde la escuela y con la creación de políticas públicas para desarrollar habilidades y garantizar una buena calidad de aprendizaje.
De acuerdo con Raúl Martínez Solares, CEO de Fibra Educa, la educación y la innovación tienen un vínculo muy fuerte, que si bien no es 100% lineal, un adecuado nivel educativo impacta positivamente, específicamente en el número de patentes anuales de cada país y la reducción de los niveles de desigualdad.
Durante su participación en el “Foro Global de Innovación, Creatividad y Desarrollo” con motivo del Día Internacional de la Creatividad e Innovación 2022, que se celebra el 21 de abril, Martínez explicó que la innovación crea un círculo virtuoso al reducir los costos y mejorar la calidad de la educación, así como la accesibilidad y agilización los procesos de cambio acelerados como los que ahora vivimos.
“En México, tenemos una regulación educativa que hace muy complicado adecuar los planes de estudio y esto impide que las universidades modifiquemos los planes de estudio acorde a un entorno cambiante que exige que los jóvenes tengan mejores herramientas para enfrentar los retos de su vida profesional”, manifestó.
Detalló que en países como México, la innovación en educación enfrenta un obstáculo derivado de la desigualdad de acceso a tecnología. A diferencia de las economías emergentes, donde la innovación es aprovechada, incluso por personas de sectores bajos, en México no ocurre así, ya que el acceso es muy limitado.
Si la innovación se potencia y se trabaja desde etapas tempranas de educación, la economía mejora porque se propicia el nacimiento de emprendedores que buscan soluciones innovadoras a los problemas de la sociedad. Ahí está la oportunidad de crecimiento económico y nacimiento de empresas y empleos, sobre todo en sectores de salud y educación, pilares fundamentales para combatir la pobreza extrema.
Potencial emprendedor
Francisco Casanueva, CEO y presidente del Consejo Directivo de Endeavor México, coincidió que cuando se tiene una cultura de innovación en el país, el potencial emprendedor se dispara generando modelos de negocios que impactan en la vida de los ciudadanos.
Muestra de ello es el sector fintech, donde emprendedores han creado modelos innovadores en diferentes sectores, posicionado a México como uno de los países destacado en el tema.
Indicó que este tipo de emprendedores tienen la misión de potenciar la inclusión financiera, digitalización de los servicios financieros y democratización del acceso a herramientas de ahorro e inversión. Esto ha permitido que la comunidad fintech genere un volumen operativo de más de 6.5 millones de dólares, de acuerdo con el Termómetro Fintech, elaborado por Endeavor.
Destacó que gracias a esta innovación, en México ya se tienen varios unicornios que nacieron durante la pandemia, así como 441 firmas de emprendimiento. México y Brasil apuntan a ser los ecosistemas más maduros en Latinoamérica por el número de firmas, tamaño de inversión, cantidad de unicornios y empresas potenciales.
“Estábamos rezagados respecto a Brasil, pero México ha hecho un enorme avance rápidamente y recientemente”.
Para seguir creciendo, destacó que los sectores de oportunidad son los de pagos y préstamos a consumo. Solo 23% se enfoca en individuos y pymes no bancarizadas.
Políticas de innovación
Raúl Martínez mencionó que para propiciar un entorno innovador, se requieren tres vertientes de política pública. La primera es la creación de programas que permitan la expansión de habilidades básicas entre la población estudiantil, por ejemplo, los conocimientos básicos que no solo mejoran las habilidades del campo, sino que abonan al desarrollo del conocimiento humano.
La segunda es establecer políticas públicas que promuevan de forma acelerada, la mejora integral en la calidad de la educación, siempre siendo los estudiantes el foco y creando condiciones que empoderen a los docentes con mejores herramientas y capacidades de enseñanza.
Finalmente está la promoción de políticas públicas orientadas a la inversión de educación media y superior, tanto pública como privada, y en servicios como infraestructura.