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Cómo han enfrentado los coworking al coronavirus
Los centros de colaboración han implementado diversas acciones para cuidar la salud económica y física de los miembros
Los coworkings surgieron para hacer más eficiente la forma de trabajo, con espacios colaborativos, que permitieran la socialización y a un costo más bajo que contratar grandes oficinas; sin embargo, la pandemia del coronavirus les muestra un panorama retador.
Desde el comienzo de la crisis se tomaron medidas de protección tanto económicas como de salud, y conforme avanzaban las fases se fueron modificando.
Por ejemplo, se implementaron medidas de sanidad recomendadas por la Secretaria de Salud para evitar contagios, como información del Covid-19 por medio de carteles, uso de gel antibacterial, cubre bocas, cubre zapatos y sana distancia, así como la toma de temperatura a todos, cosas que siguen haciendo con los que tienen que asistir por alguna razón a la oficina.
Christopher Molina, cofundador de BBC Office dice que la primera semana de la contingencia el número de asistentes no había cambiado considerablemente, pero un par de semanas después la asistencia bajó 80 por ciento.
En la fase tres, los coworkings limitaron los servicios al mínimo para las actividades esenciales, como las dedicadas al sector farmacéutico y de alimentos a fin de que continúen laborando.
Descuentos
Los coworking al basar su filosofía en el trabajo colaborativo, espacios amplios y confortables, y no poder brindar ese servicio a sus clientes han optado por diversas alternativas para continuar ofreciendo servicios.
La comunicación continúa por correo electrónico y redes sociales, los eventos ahora se hacen por medio de webinars y algunas empresas han ofrecido facilidades de pago.
Por ejemplo, BBC Office desde abril comenzó a ofrecer descuentos y planes de pagos a la medida, es decir, a algunos les daban un descuento de 25% y el otro 25% se difería, dándoles la posibilidad de solo pagar la mitad de la membresía.
En otros casos los clientes no tenían la posibilidad de hacer el pago y la solución que se les dio fue que los pagos fueran diferidos a meses y empezaran a bonificar una vez que terminara la contingencia. “Todo fue uno a uno, de acuerdo a lo que ellos necesitaban”, dice Molina.
Estos beneficios estaban planeados para mayo, porque se esperaba que la pandemia no afectara tanto a las compañías en el mes abril; sin embargo, los clientes comenzaron a acercarse al coworking y pedir facilidades de pagos.
Para nuevos clientes también hay planes, ya sea que los primeros cuatro meses se tenga un descuento de 25% o que el primer mes sea gratis.
Estas iniciativas han ayudado a conservar el empleo de los trabajadores y mantener el sueldo. “A ninguno se le ha tenido que liquidar ni descontar el sueldo, eso es parte del porque hicimos descuentos personalizados, no queríamos hacer uno personalizado que a unos no les iba a servir y a otros les iba a sobrar, entre comillas”.
En el caso de los empleados, conforme se iban activando las fases de contingencia, se iban enviado a descansar o hacer home office. Por ejemplo, las recepcionistas iban al centro, cumpliendo con las medidas de sanidad, pero cuando se activó la fase tres se le mandó a descansar, sólo se quedó el personal de vigilancia.
Algo similar sucedió con el personal de limpieza, quienes intensificaron su trabajo cuando inició la primera fase, a fin de mantener el lugar lo más sanitizado posible, pero a la par que la gente dejó de asistir, los trabajadores se fueron dispersando, hasta llegar a hacer guardias y acudir solo dos o tres días por semana.
Generar lazos
Ana Cecilia y Marisse, fundadoras de MIA Co-Growing, decidieron congelar las suscripciones y ofrecer apoyos a través de webinars semanales y podcast con diferentes temas como legales, de bienestar, negocios, salud emocional, entre otros, para así, también tener una mejor conexión con la familia de MIA.
Entre lo más triste que han observado es que para muchas emprendedoras el regreso no sería fácil, ya que algunas han perdido gran cantidad de ventas, otras incluso ya no tienen trabajo y algunas más, regresaron a sus países de origen. El futuro se ve incierto pero de alguna manera, buscan apoyarlas en este momento difícil.
“No queremos que tengan una carga más. Las queremos apoyar y para que regresen a MIA de la mejor forma. También tenemos pláticas con socias para saber cómo están y qué necesitan, para ayudarlas aun por vía digital. Siempre estamos abiertas a opiniones para colaborar”, detallan.
A pesar de ello, ven un lado positivo de la crisis, ya que se está valorando más el trabajo remoto, que mujeres y hombres pueden hacer home office de forma efectiva y que la distancia no rompa lazos.