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Pavimento hecho de llantas y tecnología para ahorrar agua, las propuestas de emprendedores
Crear un pavimento a partir de llantas que se regenere con el agua, y u sistema que reduce el consumo de agua al lavarse las manos, fueron los ganadores del Premio Dyson.
Ante el problema que causa la lluvia en el pavimento, que provoca baches y diferentes daños que a su vez pueden generar accidentes, Israel Briseño decidió buscar una solución y tras valorar las opciones, creó Paflec, proyecto que se basa en crear pavimento con llantas y que con el agua se regenera al ser absorbido.
En entrevista con El Economista, narró que como parte de su proyecto de tesis para graduarse como Ingeniero Civil en la Universidad de Coahuila, había desarrollado un proyecto previo de asfalto que se regeneraba con agua; sin embargo, después de enviarlo a diferentes lados para ver sus viabilidad, le dijeron que era costoso y complicado de realizar. Así, decidió reformular la propuesta hasta que pensó en las llantas, uno de los mayores problemas de contaminación en el mundo.
“En el primer proyecto, el metro cúbico costaba 4,000 pesos, pero con los cambios, ahora cuesta 1,300, un precio económico considerando que el asfalto normal en la ciudad de Mexico cuesta 3,000 pesos y en el norte 2,200”, detalló el joven de 23 años.
Añadió que para crear el asfalto utiliza un compuesto de óxido de calcio que junto con el termoplástico, que es el caucho, genera una especie de masa que se une a todas las piedras y al entrar en contacto con el agua, se expande regenerando así las fisuras y las grietas. Cuando se seca, se pone duro como si cicatrizara la costura.
En promedio, cada año se desechan 40 millones de toneladas de llantas en México, de los cuales se reciclan sólo 10%, de acuerdo a datos de la Secretaria de Medio Ambiente de México. Con su propuesta, Israel espera reducir el desperdicio de llantas, pues aproximadamente necesita una tonelada de caucho para crear 13 m³.
Asimismo, a diferencia del pavimento tradicional que tiene un estimado de vida de cinco años, Paflec puede extenderse hasta 15 años.
Por el momento, la idea de Israel solo está en prototipo y en pruebas en físico para valorar por completo todas las propiedades. Su meta es que en unos años, pueda utilizarse en el pavimento del país, obteniendo una ganancia de 5% de la obra.
Para poder comercializar su proyecto, requiere el apoyo de especialistas como otros ingenieros, así como la acreditación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para que pueda utilizarse, lo que puede demorar un año.
“Hay que ver a las crisis y convertirlas en una oportunidad”, aseguró.
Por su propuesta, fue el ganador del Premio Dyson, que busca proyectos innovadores de jóvenes estudiantes y graduados que ayuden a resolver diferentes problemáticas. La convocatoria de alcance internacional, convoca a 31 países y esta es la segunda edición que participan mexicanos.
Como premio, Israel obtuvo 50,000 pesos, los cuales ocupará para tramitar certificaciones.
HA-WA
En segundo lugar del premio Dyson, fue seleccionado HA-WA, proyecto realizado por Gustavo Montiel, Martín Ocampo Gerardo Peralta, Emanuel Sánchez, Roberto Millán y Valentín Contreras, quienes desarrollaron un sistema para reducir, reutilizar y reciclar el agua utilizada al lavarnos las manos.
“Lo principal que queríamos era cuidar el agua, reciclarla y reducir su consumo”, dijeron los alumnos de ingeniería en mecatrónica de la Universidad Tecnológica Emiliano Zapata, en Morelos.
Explicaron que después de darse cuenta del agua desperdiciada al lavarse las manos, en promedio de dos a cuatro litros por una lavada, crearon un sistema que basándose en el tiempo indicado para lavarse, de 45 a 60 segundos, pueden reducir el consumo de manera significativa y además darle otra vida al líquido.
El sistema detecta, a través de sensores infrarrojos, cuando la persona introduce sus manos en un orificio, para distribuir agua que humedezcan las manos, después el jabono y con un sistema de rodillos, hacer el lavado para que finalmente, se suelte un poco más de agua para enjuagar.
El agua destinada al proceso, después puede utilizarse con fines domésticos o para el baño.
Los jóvenes que tardaron cuatro meses en desarrollar su proyecto, confesaron que los retos más grandes fue la falta de tiempo y el financiamiento, que para la primera versión invirtieron entre 3,500 a 4,000 pesos, lo que hace a la idea costosa. Su objetivo es reducir costos para hacerlo accesible al público en general.
“El filtro que estamos proponiendo es natural hecho a base de carbón activo, tierra y arena, no usaremos filtros comerciales. También queremos meter polímeros reciclables”, detalló Gustavo.
Añadió que aun faltan ajustes que hacer, pero estiman que tras poner un motor mecánico como los utilizados en las antiguas máquinas de coser y otras operaciones, consideran que el precio de elaboración podría reducir a 1,500, además que reducirían la energía eléctrica en 80 por ciento.
Otro de los retos que enfrentaron fue burla de sus compañeros que decían que “solo era un lavabo más”, e incluso de profesores que no lo veían efectivo, a excepción de sin manejo que sí creyó en ellos. Al final, nada de eso los detuvo para seguir trabajando, se han mantenido y por ello, se posicionaron en el segundo lugar del premio.
“No debe ser una idea muy genial para apoyarla, puede ser muy pequeñas opero muy rentable y que beneficia a muchas personas”, resaltaron.