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El Empresario

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Del control a la confianza: ¿Cómo dominar el arte de delegar?

"El líder debe prepararse para dejar de lado la aprehensión, las dudas y la ansiedad que pueden surgir al transferir responsabilidades."

Un líder global siempre ha de entender la complejidad del entorno en el que trabaja. Foto: Shutterstock.

Foto: Shutterstock.

La capacidad de delegar es un pieza fundamental del liderazgo efectivo. Instintivamente, reconocemos los beneficios inherentes: permite a los líderes ampliar su capacidad de acción, desarrollar las habilidades de su equipo, fortalecer el compromiso de los colaboradores y, en última instancia, sustentar el crecimiento sostenible, la optimización de recursos y potenciar los resultados de la empresa. 

Definir la delegación implica la asignación estratégica de tareas, la transferencia de responsabilidades, y la concesión de autoridad y autonomía a los colaboradores. Este proceso, lejos de ser una simple distribución de trabajo, se convierte en una herramienta poderosa para impulsar la productividad y el éxito de la organización. No obstante, la implementación exitosa de esta práctica requiere una reflexión profunda y la superación de obstáculos comunes.

El concepto de delegar parece intuitivo y sencillo. Sin embargo, representa un desafío para muchos líderes, especialmente en las etapas iniciales de su trayectoria profesional. A menudo, la adopción de patrones heredados de la familia, la influencia de superiores y la experiencia en diferentes entornos organizacionales moldean nuestra comprensión y práctica de la delegación.

Dos de los principales impedimentos que dificultan una delegación efectiva son, paradójicamente, el deseo de mantener un control exhaustivo y la desconfianza en la capacidad de otros para ejecutar las tareas con la misma rigurosidad. Superar estas barreras mentales es crucial para liberar el potencial de la delegación.

El líder debe prepararse para dejar de lado la aprehensión, las dudas y la ansiedad que pueden surgir al transferir responsabilidades. Este proceso es análogo a la confianza que se deposita en un hijo al permitirle asumir gradualmente su independencia. Aunque pueda generar cierta inquietud, es fundamental reconocer que los colaboradores, al igual que los hijos, poseen las herramientas y la capacidad para enfrentar desafíos y aprender de las experiencias, incluso de los errores. La función primordial del líder, como la de un padre, es, en última instancia, volverse prescindible en la ejecución de tareas específicas, permitiendo que otros desarrollen su propio potencial.

La delegación es una habilidad que se perfecciona con la práctica, la paciencia, la flexibilidad y la tolerancia. Implica aceptar que otros miembros del equipo son capaces de asumir responsabilidades que antes eran exclusivas del líder. Es imperativo abandonar cualquier atisbo de arrogancia o soberbia, reconociendo que nadie es indispensable y que el éxito se amplifica cuando las responsabilidades y los retos se comparten de manera estratégica.

A medida que una empresa o un líder experimentan un crecimiento significativo, se vuelve inevitable que la acumulación de tareas y responsabilidades individuales sobrepase la capacidad de gestión. En este punto, la delegación no es una opción, sino una necesidad imperiosa para evitar la limitación del propio éxito personal y profesional. El tiempo liberado a través de la delegación permite al líder enfocarse en iniciativas estratégicas, la identificación de nuevas oportunidades y la toma de decisiones de mayor impacto.

El primer paso crucial en este proceso es rodearse del talento más cualificado posible. La premisa es sencilla: al delegar una tarea de importancia, es imperativo confiarla a un individuo con capacidades iguales o superiores a las propias. Por lo tanto, la búsqueda y la conformación de un equipo de alto rendimiento, compuesto por los mejores talentos disponibles, se convierte en una prioridad estratégica. Es fundamental recordar que la delegación efectiva implica la transferencia de autoridad, lo cual otorga la independencia necesaria para asumir y ejecutar las responsabilidades encomendadas.

En mi experiencia profesional, una de las estrategias más efectivas para fomentar el compromiso y la motivación en los colaboradores radica en la asignación de responsabilidades significativas y el empoderamiento. La sensación de ser valorado, considerado y partícipe de proyectos importantes es un poderoso catalizador para el desarrollo de compromiso y el sentido de pertenencia.

La delegación es, en esencia, un ejercicio de confianza mutua. Por un lado, se espera de los colaboradores coherencia, compromiso, competencia, una actitud proactiva, respeto y resultados. Por otro lado, el líder asume el compromiso de soltar el control, confiar en la capacidad del equipo, seleccionar a las personas adecuadas y delegar en el momento oportuno.

Por lo tanto, la recomendación para una delegación efectiva se resume en los siguientes preceptos básicos:

  • Reclutar al mejor talento disponible: Individuos con habilidades y potencial demostrados. 
  • Empoderar y otorgar confianza: Brindar la autonomía y el respaldo necesarios para la ejecución de las tareas. 
  • Direccionar, alinear y focalizar: Establecer una comunicación clara sobre los objetivos y las expectativas. 
  • Motivar: Comunicar la importancia y la relevancia de las tareas asignadas. 
  • Definir entregables: Establecer plazos y compromisos claros y medibles. 
  • Soltar y dejar hacer: Permitir que los colaboradores asuman la responsabilidad y ejecuten las tareas. 
  • Estar accesible siempre: Ofrecer apoyo y orientación cuando sea necesario.

Encomendar responsabilidades no implica abandonar a los colaboradores a su suerte. Es fundamental establecer mecanismos de comunicación y retroalimentación regulares para asegurar un flujo constante de información para que los miembros del equipo sientan el apoyo del líder en todo momento.

Recordemos que las personas se mueven por emociones, por lo tanto, es crucial desarrollar habilidades de comunicación, inspirar, motivar y asignar tareas significativas, permitiendo que el equipo demuestre su valía. Definir claramente los resultados esperados, establecer plazos y confiar en la capacidad del equipo para cumplir con sus responsabilidades es esencial. Aquellos que no estén a la altura se identificarán a sí mismos a través de los resultados obtenidos.

Finalmente, es fundamental comprender un principio básico: las personas valoran lo mismo que los líderes. Anhelan ser tomados en cuenta, recibir proyectos desafiantes, ser escuchados y tener claridad sobre su desempeño y su posición dentro de la organización. La delegación efectiva no es una ciencia compleja, sino de una decisión consciente y valiente para comunicar expectativas con claridad, otorgar empoderamiento, escuchar activamente y brindar retroalimentación constructiva. La implementación de estas prácticas no solo cultivará un compromiso genuino y una mayor productividad, sino que también generará un clima de confianza excepcional, tanto en el ámbito profesional como en el personal.

CEO y presidente ejecutivo con más de 28 años de experiencia en multinacionales. Consultor en liderazgo, estrategia y gestión de negocios; relacionamiento y desarrollo de habilidades blandas. Mentor, coach y conferencista. Combina su experiencia profesional con la reflexión personal para procurar plenitud y reducir erosión. Graduado del Tec de Monterrey con MBA. Cuenta con especialidades en Harvard, Stanford, IESE, INSEAD y es egresado del Programa de Desarrollo de Ejecutivos del Banco Mundial.

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