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Depositar confianza en la administración
"La confianza tiene que ser ganada por la persona que tenemos enfrente, y que no la debemos otorgar por que son buenas personas".
Este es un tema del que nunca hemos hablado; sin embargo, es un asunto importante en la construcción del éxito de cualquier tipo de organización, desde el gobierno, pasando por entidades gubernamentales, sin fines de lucro, hasta las empresas pequeñas, medianas, grandes y gigantes.
Hace muchos años, un estimado y admirado jefe que tuve, habiendo terminado la revisión del trabajo de mi equipo, y ante mi actitud de echarle la culpa a algún miembro de mi equipo, empezó por decirme que en realidad era mi culpa y mi responsabilidad, y que si mi gente me había fallado era porque, en lugar de ejercer una supervisión efectiva, había regalado mi confianza, cuando ellos no se la habían ganado, y terminó diciéndome que lo que más caro debo vender es mi confianza.
Esto quiere decir que la confianza tiene que ser ganada por la persona que tenemos enfrente, y que no la debemos otorgar por que son buenas personas, por que nos caen bien o por que piensan igual que nosotros.
En un mundo tan competitivo como el de hoy en día, es difícil poder evaluar la confiabilidad de las personas con las que estamos en contacto. Normalmente no debemos confiar en alguien que no conocemos, si esa persona quiere que nosotros confiemos en ella, tiene que demostrar que es alguien con la preparación y experiencia suficientes para enfrentar las responsabilidades para las cuales se le está evaluando, así también deben ser honestos, responsables y con altos valores éticos y morales.
Tanto los responsables del gobierno de cualquier entidad, como los administradores, tienen en sus manos la responsabilidad de cuidar el patrimonio de aquellos que lo depositan en la entidad, con el fin de alcanzar uno o varios fines, sean estos de beneficio social o de lucro.
Así mismo, son responsables de la búsqueda de dichos objetivos de todas las personas, desde los empleados de más bajo nivel en la organización hasta los ejecutivos más cercanos.
También tienen la responsabilidad de cumplir con las promesas de oportunidad, calidad y precio, por los bienes que venden, los servicios que prestan y en general con los usuarios.
Por otro lado, deben cumplir con las responsabilidades que ellos, en representación de la entidad, adquieren con accionistas o socios, proveedores y acreedores, bancos, el cumplimiento de obligaciones legales, estatutarias y fiscales, laborales, de seguridad social, de sustentabilidad y de inclusión.
Todos los mencionados y los que no están mencionados, que de alguna manera tengan un interés legítimo en la entidad, solamente van a tener relaciones con ella, si tienen un nivel aceptable de confianza en la administración.
Cuando el gobierno de la entidad y su administración empiezan a enfocarse exclusivamente en uno o varios grupos de los terceros interesados, y/o en objetivos egoístas que ignoran a los demás grupos, el resultado más probable es que empiece a declinar tanto la imagen como el éxito de la entidad en el cumplimiento de sus objetivos.