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Cómo gestionar el riesgo de las inversiones

Aprender a manejar los niveles de riesgo de una cartera de inversión puede ayudarlo a evitar sufrir pérdidas cuando alguno de sus activos cae inesperadamente.

Muchos inversionistas han escuchado en reiteradas ocasiones sobre la importancia de aprender a administrar los riesgos cuando están operando en los mercados. No es para menos si se considera que cualquier operador con experiencia sabe que ésta puede ser la diferencia entre una estrategia exitosa y otra que fracase.

Aún los mejores planes tendrán, de vez en cuando, operaciones perdedoras o, incluso, períodos con varias posiciones cayendo juntas. La clave es poder atravesar los momentos difíciles sin sufrir grandes sangrías en el capital que eviten que pueda volver a sacar provecho de las oportunidades que se presenten en el futuro.

Si la estrategia es coherente, los malos momentos pasan y dan lugar a las etapas buenas, por lo que es fundamental contar con el capital suficiente para sacar provecho de los períodos positivos. Se han realizado muchos estudios estadísticos sobre el tema y todos coinciden en que aprender a gestionar los riesgos es un factor absolutamente central.

Existen muchos criterios diferentes para llevar adelante esta tarea tan importante, cada uno con sus ventajas y desventajas, tanto que se podría decir, también, que según el estilo y el perfil del inversionista, será más conveniente usar un sistema de gestión u otro. En este caso, se va a analizar un modelo muy sencillo pero valioso, ideal para operadores activos, que tiene que ver con el tamaño de las posiciones.

En general, los más activos de corto o mediano plazo suelen hacer un uso intenso del análisis técnico, identificando posibles soportes y resistencias para sus posiciones. Esto es que en un determinado nivel de precios, no debería ser vulnerado a la baja en caso de que la posición siga mostrando un comportamiento alcista.

En otros términos, cuando el soporte se rompe en forma descendente es de esperar que las cotizaciones continúen cayendo. Por eso, tiene mucho sentido colocar un stop loss debajo del soporte, dado que esta es la zona que podría generar complicaciones adicionales en su posición.

Por ejemplo, decide comprar un activo a determinado precio y pone un freno a sus pérdidas en el 10% del valor inicial. Este sería el caso de adquirir acciones a 100 dólares con un stop en 90, allí se disparará la orden de venta.

Ahora bien, hay que calcular el tamaño del portafolio que implicaría esa pérdida. La clave de la gestión de riesgos es conservar el capital, por lo que hay que pensar en la cartera como un conjunto cuando se implementa la estrategia. En general, se considera prudente no arriesgar más del 1% del total en cada operación y es muy recomendable mantener el riesgo de cada operación por debajo del 5% de su patrimonio en juego.

Un inversionista moderado, entonces, podría tomar una posición del 10% de su portafolio, dado que ese nivel de pérdida significaría un 1% del total. Alguien que busca tomar más riesgos, podría estar dispuesto a apostar el 5%, lo que implicaría un del tamaño del 50 por ciento.

También, es válido mantener constante la dimensión de cada operación y ajustar los niveles de stop loss con uno de riesgo adecuado para cada uno. Existen, además, muchos criterios diferentes para tomar estas decisiones, aunque la ecuación que conviene tener presente en todo momento, sin embargo, es: Pérdida del portafolio = Pérdida de la posición x Porcentaje del portafolio invertido en la posición.

Ahora, sólo queda que cada uno analice cuál es el nivel de riesgo que quiere correr y adapte su cartera en esa dirección. De esta forma, podrá minimizar sus pérdidas cuando los mercados se mueven en forma distinta a la que uno planeó.

fondos@eleconomista.com.mx

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