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¿Cuánto riesgo debería asumir en sus inversiones?

Una variable clave en términos de tolerancia al riesgo es el horizonte temporal de las inversiones: mientras más a largo plazo sean nuestras tenencias, mayor es el riesgo que puede asumirse.

El tema de la tolerancia al riesgo es un asunto central a la hora de planificar una estrategia de inversión y tomar decisiones en los mercados. Sin embargo, muchos inversionistas desconocen cuáles son los factores a considerar para evaluar correctamente su propia tolerancia al riesgo. Aquí reconoceremos algunos conceptos importantes a tener en cuenta.

Una variable clave en términos de tolerancia al riesgo es el horizonte temporal de las inversiones: mientras más a largo plazo sean nuestras tenencias, mayor es el riesgo que puede asumirse. Las acciones son activos más riesgosos y volátiles que los bonos. Sin embargo, los retornos históricos dependen considerablemente de la extensión de los plazos de tenencia.

El mercado accionario tiene tendencia alcista de largo plazo, es decir en términos de varios años. A corto plazo, en cambio, los precios de las acciones son sensiblemente más volátiles que en los mercados de bonos.

Cuando el inversionista necesita disponer de su capital a corto plazo, debe reducirse el riesgo del portafolio – por ejemplo con una mayor proporción de bonos contra acciones – para reducir el riesgo de tener que liquidar posiciones en un mal momento.

Si en cambio los objetivos de inversión son a largo plazo, por ejemplo faltan décadas para que el inversionista comience a retirar fondos para su retiro, una mayor proporción de acciones en la cartera permite incrementar los retornos más allá de la mayor volatilidad de corto plazo.

Con base en estos conceptos, se asume habitualmente que las personas más jóvenes tienen mayor tolerancia al riesgo. Cuando se habla de fondos para retiro o jubilación, esto tiende a ser generalmente cierto dado que a menor edad del inversionista se presupone un mayor horizonte temporal hasta la fecha de retiro.

Sin embargo, no hay que dejar de considerar objetivos intermedios, como por ejemplo la compra de un inmueble o similar, los cuales muchas veces tienen horizontes temporales más cortos. Supongamos el caso del inversionista que ahorra para su jubilación dentro de 25 años, pero que además planea retirar dinero de la cuenta para comprar una propiedad dentro de 6 meses.

En ese caso, sería conveniente separar los fondos para la compra de la propiedad y mantenerlos posicionados en activos de menor riesgo. El objetivo es siempre evitar vender en un mal momento, y cuando hay necesidades de liquidez a corto plazo, conviene reducir el grado de volatilidad al que se exponen esos fondos.

Muchos inversionistas también prefieren diferenciar los niveles de riesgo a los que exponen diferentes montos de capital según el objetivo que tengan para esos montos y la flexibilidad al respecto.

Por ejemplo, se puede invertir con un nivel de riesgo relativamente bajo el dinero para retiro o la universidad de los hijos, pero asumir un riesgo más alto en lo que tiene que ver con gastos discrecionales como por ejemplo un viaje de placer.

La idea en este caso es que objetivos como la educación de los hijos son prioritarios, y tienen plazos bien programados y definidos. Por lo tanto, en este caso se busca asegurar el resultado y asumir riesgos relativamente bajos.

Un viaje de placer, en cambio, puede considerarse un objetivo secundario en comparación con otras alternativas. De tal forma que pueden invertirse los fondos para esta clase de objetivos con un nivel de riesgo y volatilidad mayor.

La idea aquí es apuntar a un retorno alto, teniendo en cuenta que el retiro de fondos puede posponerse en caso de que los resultados no sean los esperados y el inversionista prefiera esperar a un mejor momento de salida.

Las consideraciones personales y subjetivas deben siempre ser tenidas en cuenta a la hora de planificar una estrategia de inversión y su nivel de riesgo. Diferentes personas varían en su tolerancia al riesgo, y es fundamental que el inversionista se sienta a gusto con su estrategia de inversión para que pueda mantenerla a lo largo del tiempo en forma disciplinada.

De poco sirve evaluar los riesgos en momentos de mercados alcistas si el inversionista va a desviarse del plan en tiempos de dificultades en los mercados. Mientras mayor sea la experiencia del inversionista operando en diferentes contextos y con varias clases de instrumentos financieros, se considera que mayor es el riesgo que está en condiciones de asumir.

Esto no solo está relacionado con la preparación técnica que pueda tener un inversionista con mayor experiencia, sino también con las ventajas que implica desde el punto de vista psicológico haber atravesado diferentes contextos de mercado a lo largo de los años.

En el caso de los inversionistas que no cuentan con mucha experiencia en los mercados, puede ser conveniente analizar la performance pasada de diferentes estrategias de inversión, poniendo especial atención en períodos negativos como la crisis del 2008 - 2009.

De esta forma, el inversionista puede estar mejor preparado para atravesar las dificultades que se presenten en el camino en base a diferentes escenarios históricos. Esta clase de análisis de datos no evita el stress o la ansiedad que puede generar un mercado bajista, sin embargo, es importante contar con un plan de acción diseñado fríamente para poder tomar decisiones inteligentes en tiempos de incertidumbre.

fondos@eleconomista.com.mx

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