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2022, no se ve por dónde acabará el desorden en salud
El persistente desorden en el abasto de medicamentos y demás insumos en el sector público de salud, se aprecia con claridad en los datos recientes del Instituto Farmacéutico (Inefam) de Enrique Martínez y José Carlos Ferreyra: En un año típico antes del actual Gobierno, las adjudicaciones directas (discrecionales y sin licitar) concentraban 20% de las piezas y representaban 70% de las compras que abarcaban unos 5,000 procesos. En 2021, dichas adjudicaciones directas concentraron más de la mitad de las piezas y representaron 80% de las compras, abarcando éstas un total de 9,000 procesos.
Estos números revelan en primera instancia que hoy el Gobierno mexicano cubre más de la mitad de sus necesidades de insumos en salud fuera de la compra consolidada Insabi/UNOPS. Hablan también de una enorme pulverización y un esfuerzo desmesurado de parte de las instituciones para abastecerse. Y por lo demás indican un gran retroceso en transparencia, pues la gran mayoría de dichas compras pulverizadas se están haciendo en forma discrecional y sin concurso de proveedores.
En consecuencia, a falta de controles y de abierta competencia, es de esperarse un aumento de precios. Y pues sí, la inflación en medicamentos, material de curación y dispositivos médicos, según estimaciones de Inefam, llegó a 14%, casi el doble del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reportado por INEGI para 2021.
Lo lamentable: no se ve por dónde puedan cambiar las cosas para este 2022. Aquel anuncio en 2019 de que la 4T haría una única megacompra consolidada bien controlada desde Hacienda para reunir las necesidades de todo el sector salud quedó en sueño guajiro y en este año las compras ya no sólo las está haciendo Insabi y UNOPS -cada uno por su lado- sino que se está comprando desde todas las instituciones, desde cada delegación y desde cada estado sin control alguno. A río revuelto ganancia de pescadores, y en sentido contrario a la supuesta lucha anticorrupción, muchos directivos y funcionarios estarán haciendo de las suyas.
La última compra del Insabi -que en los hechos ya no debe llamarse consolidada- fue insuficiente y anda viendo cómo tapar hoyos. La Oficialía Mayor de SHCP que lleva Thalía Lagunes había convocado para el viernes pasado a reunión a representantes de la industria farmacéutica y dispositivos médicos -Canifarma, AMIIF, Amelaf, Anafam, AMID-, pero les canceló el mero día sin explicación.
Si Insabi y UNOPS hubieran logrado consolidar bien y asignar eficientemente, otra historia sería; ahorita estarían preparando con buen tiempo y sin prisas el proceso para 2023. Pero no. Lo que están haciendo es tapar hoyos de lo no asignado. Tal parece que la industria proveedora, desde fuera, tiene más claro el panorama que las mismas autoridades. Inefam estima que falta cubrir aún 498 claves, de las cuales 264 fueron declaradas desiertas en la consolidada de Insabi en diciembre, mismas que implican más de 400 millones de piezas con un valor estimado en unos 11,000 millones de pesos.
Otro que está haciendo su compra por separado, y que parece resolverlo mejor, es Pemex que desde el año pasado se separó del Insabi y hoy organiza por su cuenta una compra trianual 2022-2024 para cubrir 80% de sus necesidades de abasto. Aparte, estados como Guanajuato están igualmente negociando por su lado su propio proceso de compra.
La UNOPS, por su lado, también está en proceso de su propia compra y con sus propios tiempos; empezará a asignar en abril pero entre las empresas se espera otra vez gran proporción de claves desiertas. Lo que ha sucedido aquí es que ha bajado el incentivo de ofertar a UNOPS, dado que sus parámetros son vistos como complejos, sus precios de referencia no adecuados y las empresas prefieren esperarse a las compras improvisadas de las instituciones.
Las compañías sienten gran decepción del resultado de UNOPS porque si bien el organismo sí ha buscado tomar en cuenta a la industria nacional, se han dado casos donde las empresas mexicanas salen perdiendo. Por ejemplo nos compartieron el caso de un antiretroviral para VIH cuyo abasto quedó repartido en 60% con una farmacéutica mexicana y en 40% con una trasnacional, pero ésta última terminó sacando a la mexicana al pedirle al proveedor único de la sustancia activa, una empresa de India, que dejara de abastecerle a la mexicana, y así ésta -pese a haber ganado- quedó al final fuera. Y es que la trasnacional tiene mucho mayor peso de negociación con cualquier proveedor de materia prima por su volumen global de compra.
Las pastillas anticovid siguen en espera
Desde que el presidente López Obrador aseguró en enero en su conferencia mañanera que México sí compraría las terapias orales anticovid, generó gran expectativa, pero es la hora en que no se ha concretado nada al respecto.
Resulta que el Consejo de Salubridad General ya analiza a los 3 tratamientos orales anticovid para determinar cuándo les asigna clave dentro del Compendio Nacional de Insumos para la Salud (lo que antes era el Cuadro Básico) para que puedan ser adquiridos y prescritos por las instituciones del sistema público de salud.
Hablamos de Molnupiravir, de la estadunidense MSD; Paxlovid, de la otra estadunidense Pfizer y el Favipiravir, de la japonesa Fujifilm Toyama Chemical Co, brazo farmacéutico del Grupo FujiFilm, que está representada aquí por la empresa mexicana Landsteiner Scientific.
Algo interesante es que de las 3 pastillas anticovid, la única que tiene registro de Cofepris para poder comercializar es la opción japonesa Favipiravir. Cofepris le otorgó a Landsteiner el registro sanitario desde mediados de 2021 para dicho antiviral de amplio espectro, con indicación tanto para influenza como para Covid19, registro que tiene una vigencia de 5 años. Hay expectativa en torno a este medicamento, pero no se sabe cuándo ya estará disponible en México.
En tanto, Molnupiravir como Paxlovid lo que recibieron fue una aprobación de emergencia que -como sucede con las vacunas anticovid- sólo permite el uso para el sector público, dejando al margen al sector privado.
No hay duda que la competencia siempre es buena; nos dicen que las alternativas de MSD y Pfizer han bajado su precio a casi una tercera parte. Si originalmente lo estaban ofreciendo en el equivalente a 14,000 pesos, ahora se han bajado hasta 7,000 pesos para México. Algo similar a lo que ha sucedido con Remdesivir que en un inicio costaba 35,000 pesos cada vial, pero considerando que el paciente requiere 4 viales, el precio era totalmente inaccesible.
Hoy su precio ha bajado a 8,000 por vial, lo que implica un gasto de 32,000 4 dosis o viales.