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Opinión

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AMLO, Anaya y Meade, campañas huecas

Más que transmitir confianza, el discurso político de los presidenciables prende señales de emergencia a los ciudadanos, más allá de la estrategia pendenciera, las “falsas precampañas” no aportan nada socialmente.

Ninguno de los precandidatos afronta una competencia interna en sus partidos o coaliciones, o sea que nos pudiéramos ahorrar estos bochornos políticos y la diarrea publicitaria. En los espacios publicitarios, financiados con nuestros impuestos, cada candidato enseña sus mejores dotes y sus peores defectos: Ricardo Anaya muestra habilidades lingüísticas, musicales y su vocación pendenciera; Andrés Manuel López Obrador, con su hablar pausado tiene un problema para cada solución, manifestando su autismo político; y Meade, atrapado entre su pasado e incipiente futuro político, todavía no enseña nada. Los tres, con discursos huecos y desgastados que no aportan nada a la agenda ciudadana.

Se ha convertido en una pesadilla ver televisión o escuchar radio, en cuestión de minutos somos expuestos a un cumulo de tonterías y ocurrencias políticas, cómo estará de flaco el perro, que spot del na na na na na del movimiento naranja se ha convertido en la estrella política de las ultimas semanas. Ni siquiera el implacable Peje ha podido disputarle rating político al pequeño Yuawi.

La contienda electoral se ubica en el limbo político, donde candidatos lanzan mensajes para ellos y sus huestes, la broma tendría sentido si no fuera dinero público; peor aún, los partidos amenazan con llevar como candidatos a artistas, futbolistas y cómicos para enriquecer el bochorno político.

En tanto, los ciudadanos queremos mensajes que nos indiquen cómo harán los aspirantes presidenciales para crear empleos, incrementar el antiquísimo salario mínimo, garantizar la seguridad de nuestras familias, detener los feminicidios y el tan comentado acoso sexual, es decir, problemas de carne y hueso.

También es cierto que los ciudadanos no ponemos límites a los mensajes de los partidos, nuestros intelectuales, como porristas profesionales, apoyan a su candidato preferido, colectivos sociales igualmente se disputan los favores políticos ¿y cómo no? están comprando su pase al fabuloso mundo de los negocios públicos. Otros ciudadanos, muchos, desde la apatía permanecen expectantes.

Poco esperanzador es el inicio del proceso electoral, palabras huecas y sin sentido llenan los espacios radiofónicos y televisivos. El mundo político y el mundo social corren por rutas divergentes y nadie hacemos algo para arreglarlo. ¿Tenemos lo que merecemos o merecemos lo que tenemos? La pregunta está en el aire.

Twitter: @ErosalesA

Politólogo y abogado, académico, columnista, presidente de ciudadanos sin partido y orgulloso mexicano.

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