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¿Acumular reservas? Por qué no...
El giro de percepción que ha acontecido en los mercados financieros globales durante febrero consolida de alguna manera la fortaleza del peso. A menos que se presente un episodio de fuerte aversión al riesgo, lo más probable es que el peso siga favorecido por las condiciones estructurales que lo benefician. Existe incluso la posibilidad de un escenario de mayor fortaleza si se extiende la incertidumbre actual.
El giro de percepción es sencillo de entender. Con las bajas de inflación que se registraron en Estados Unidos entre octubre y diciembre se gestó la idea de que la inflación descendería velozmente en el primer semestre del 2023; bajo esa premisa, los participantes en los mercados decidieron que los bancos centrales podrían no solo dejar de aumentar las tasas de interés, sino reducirlas en la segunda mitad del año bajo el argumento de evitar un daño mayor al crecimiento.
Bueno, pues hoy la idea es otra. El crecimiento ha resultado mayor a lo esperado de acuerdo con las cifras de enero y lo que va de febrero. El empleo, el consumo y el sector de servicios siguen mostrando fortaleza. Por su parte la inflación ya dejó de descender en enero en términos anuales.
Con esta información y la insistencia de las autoridades en que aún hay un camino largo para hacer bajar a la inflación hacia su objetivo, los participantes en los mercados han cambiado su idea. Ahora hay incertidumbre fuerte con respecto a la velocidad de descenso de la inflación; asimismo, nadie espera que los bancos centrales dejen de subir las tasas, es decir hay incertidumbre sobre el nivel en el que van a detenerse; por último, una vez que lo hagan, no se sabe cuánto tiempo permanecerán en los niveles altos alcanzados, aunque la mayoría de los inversionistas asume que será un tiempo prolongado, seguramente más allá de este año.
El regreso de la incertidumbre ha de nuevo fortalecido al dólar contra la mayoría de las monedas en el mundo. Mientras la Reserva Federal (Fed) siga subiendo las tasas es probable que dicha tendencia continúe.
En el caso del peso mexicano la tendencia ha sido distinta. Ya hemos comentado que existen factores estructurales que le aportan flujos de dólares a nuestra economía: el comercio a través del T-MEC ha crecido, las remesas que envían nuestros paisanos llegaron aniveles récord y la nueva beligerancia comercial entre Estados Unidos y China ha provocado este fenómeno de relocalización de plantas (nearshoring) que en el caso de México resultó en una inversión directa de casi 35,000 millones de dólares el año pasado.
Más aún, el Banco de México adoptó una política de restricción para combatir el alza de precios desde principios del año pasado. El movimiento al alza de las tasas de interés de referencia ha sido violento entre enero del 2022 y febrero de este año subió de 5.50 a 11 por ciento. La elevación de las tasas de interés a la par de la Fed genera flujos de cartera relevantes. Tan solo en este mes se han registrado cerca de 1,500 millones de dólares de compras netas de bonos mexicanos por parte de extranjeros.
Ahora bien, veamos hacia adelante. No hay una expectativa de que las inflaciones, tanto en el exterior, mucho menos en México, tengan descensos acelerados. Por lo mismo, tampoco hay la idea de que los bancos centrales dejen de subir sus tasas de interés. La incertidumbre con respecto al nivel terminal de las tasas y su posterior permanencia nos ubica de nuevo en el escenario que vivimos durante el verano pasado. Bajo este contexto, es muy probable que el dólar se siga fortaleciendo, y el peso también.
La Junta de Gobierno no tiene mucho remedio que subir más las tasas después de su “manazo” de hace dos semanas con el que sorprendió a todos al subir la tasa de referencia en medio punto porcentual. Lo hará seguramente en los siguientes meses en sincronía con la Fed (esto es, +25 puntos base). Si no pasa nada distinto, es probable que el peso se siga fortaleciendo contra el dólar. Niveles de 18 pesos o menores ya no serían sorpresivos.
Un peso revaluado es un elemento restrictivo adicional. Afecta negativamente a las exportaciones y por ende debería afectar al crecimiento, algo que no ha sucedido al menos durante un año. De cualquier modo, la fortaleza desmedida no parece que sea algo sano para la economía.
En otros momentos de excesiva fortaleza (recuerdo entre 2009 y 2011, o entre 2012 y 2014) la Comisión de Cambios conformada por Banco de México y la Secretaría de Hacienda instrumentó un mecanismo de derechos de venta de dólares al mismo banco central para acumular reservas y moderar la fortaleza del peso. No es una mala idea si se piensa en que podemos navegar todo el año bajo circunstancias que empujan al precio del dólar a niveles aún menores.
Por el momento no existe ningún pronunciamiento en ese sentido. Pero el tipo de cambio se ubica en el mismo nivel que tenía hace ocho años. El factor de presunción para la actual administración parece consolidarse. Además de su aportación a una mayor estabilidad ante eventuales choques, podría ser interesante declarar también que las reservas crecieron.
*Rodolfo Campuzano Meza es director general de Invex Operadora de Sociedades de Inversión.
Twitter:@invexbanco