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Agua para la CDMX
La ciudad depende en 30% del agua que se importa del Sistema Cutzamala (construido en los años 80´s), hoy en proceso de agotamiento por una ominosa y ya crónica sequía. El 70% restante se extrae de los acuíferos subterráneos, hoy sobrexplotados al 100%, lo que provoca el hundimiento de la ciudad. En unos pocos meses será necesario un estricto programa de racionamiento. Los modelos y escenarios climáticos regionales no permiten algún optimismo para el futuro previsible. Es increíble, que, a pesar de ello, no exista ninguna política, ni estrategia, ni proyecto para preparar y adaptar a la CDMX a estas nuevas y extremas presiones de escasez. El desperdicio en la red de distribución sigue siendo colosal (de cerca del 45% en promedio). Absurdamente, la Constitución de la CDMX, por fanatismo ideológico, prohíbe la participación privada en la gestión del sistema de infraestructura de agua en la CDMX; esta lesiva prohibición debe ser eliminada. Todavía, existen miles de tomas domiciliarias sin medidor, y con cuotas fijas de pago por el agua, lo cual conlleva un enorme y regresivo subsidio y desincentivo a la conservación y uso eficiente.
Es inexplicable, en este contexto, que el gobierno de la CDMX haya recortado notablemente el presupuesto del Sistema de Aguas de la CDMX (SACMEX). En efecto, en términos reales (del 2018), el SACMEX ha visto recortarse sus recursos de 13,617 millones de pesos en 2018, a apenas 9,800 millones de pesos en 2024, de los cuales, 90% es gasto corriente. Por ello han sido inhibidas las actividades de rehabilitación de la red de distribución. Lo anterior, mientras se ha abandonado toda consideración y desarrollo de nuevos proyectos para el abastecimiento de agua a la CDMX y al Valle de México. De hecho, la Conagua, ha volteado la cara a la profunda y prolongada crisis de sequía, incluso, sufriendo también una importante reducción de presupuesto entre 2023 y 2024, de más de 8%. Es decir, no hay ni interés ni capacidad en los gobiernos Federal y de la CDMX para enfrentar una inevitable crisis de escasez de agua en nuestra ciudad. Los siguientes gobiernos Federal y de la CDMX tendrán como uno de sus principales desafíos la rehabilitación integral de la red de distribución de agua de la CDMX, así como el diseño y la construcción de un nuevo proyecto de abastecimiento externo, inmune a la sequía y al calentamiento global y a sus efectos ya inevitables que se ciernen sobre el Valle de México y el centro del país. En este escenario, se vislumbran sólo tres posibles proyectos capaces de saciar la sed de la ciudad sin depender de veleidades climáticas, contribuyendo con al menos 20 metros cúbicos por segundo de agua. 1) Recuperar las aguas residuales de la CDMX que desde hace décadas se vierten al Valle del Mezquital en Hidalgo, en un proceso de macro reciclaje. 2) Estudiar, caracterizar, explotar y potabilizar los acuíferos fósiles del Valle de México, que se encuentran a varios miles de metros de profundidad. 3) Desalación de agua de mar en el Golfo de México, y su importación a la CDMX a lo largo de un acueducto de poco más de 300 kilómetros. Estimaciones muy básicas apuntan a que el costo total de resolver, a través de alguna de estas opciones, los problemas de abastecimiento de agua de nuestra metrópolis, sería del orden de 5 a 10 mil millones de USD. Esto representaría apenas el 35% del costo de alguno de los proyectos absurdos e improductivos del régimen como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.
A escala local (Alcaldías), hay un número importante de cosas que pueden hacerse para mitigar un poco la escasez de agua en las alcaldías de la CDMX, y que representan prácticas estándares de buena gestión urbana, ambiental e hidrológica: Techos o azoteas hídricas para captar y almacenar agua pluvial en cisternas para usos no potables como riego de jardines, limpieza de exteriores o descarga de inodoros. Zanjas o jardineras verdes en calles y aceras para infiltración de agua de lluvia, plantadas con vegetación que ayuda absorber el agua, filtrar contaminantes y contribuir a la recarga de acuíferos subterráneos. Nuevos jardines de lluvia para capturar y retener el agua pluvial, reducir la escorrentía y recargar acuíferos, y generar hábitat para vida silvestre. Pavimentos permeables para filtrar agua pluvial, recargar acuíferos y reducir el riesgo de inundaciones. Protección de los manantiales que aún subsistan. Biotopos hídricos (lagunetas) de infiltración en parques y espacios públicos con vegetación originaria de los sistemas lacustres del Valle de México. Respetar el arbolado sin abusar de podas, en todo caso, reparar instalaciones, aceras y pavimentos afectados. Programa de desarrollo de equipamiento para riego de parques y jardines con agua residual tratada. Desde luego, cada Alcaldía debe crear una instancia técnica y administrativa que promueva, y de seguimiento y mantenimiento a estos elementos.
@g_quadri