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Apagones: cuando el calor sirve como pretexto
Los apagones de este martes fueron causados por el excesivo calor que se registró, dijo el presidente López Obrador. Tiene razón. Lo dijo para evadir la responsabilidad por los errores de la política pública relacionada con el sector eléctrico, pero tiene razón: los apagones no hubieran ocurrido, quizá, si no tuviéramos esta ola de calor.
No tuvo éxito AMLO en su intento de construir un relato alternativo. En primer lugar, porque él había garantizado en múltiples ocasiones que no habría más apagones. Cada vez que lo hizo, defendió su política energética y criticó a quienes advertían de los riesgos de empoderar a la CFE a costa de inhibir la inversión privada. Desestimó los argumentos técnicos de quienes criticaban estas decisiones y los redujo a la categoría de “politiquería”. El tiempo ha puesto las cosas en su lugar. El final del sexenio nos ayuda a poner los argumentos en perspectiva.
El Sistema Nacional Eléctrico no ha incrementado significativamente su capacidad de generación. El problema no fue que la demanda de electricidad hubiera crecido demasiado en un día, sino que la oferta ha crecido menos de lo que debería. La Comisión Federal de Electricidad, que tiene el monopolio en las tareas de transmisión, no ha invertido suficiente en las líneas de transmisión. Esa inversión sería clave para incrementar la capacidad de respuesta en situaciones de estrés, por ejemplo, en una ola de calor.
Un tercer factor crítico es el papel que ha jugado la Comisión Reguladora de Energía. Se ha convertido en un obstáculo administrativo para todas las empresas privadas que quieren participar. En su afán por proteger a la CFE de lo que considera una injusta competencia del sector privado, ha llegado al extremo de no otorgar luz verde a la conexión a plantas de generación que ya están construidas. Tampoco ha sido muy ágil en el otorgamiento de nuevos permisos de generación. La Secretaría de Energía se sumó a la tarea obstaculizadora frenando subastas que permitirían incorporar capacidad de privados. Ojo: no quiero simplificar en extremo las cosas. Hubo abusos de algunas empresas privadas, pero en vez de extirpar con bisturí a los malos jugadores y las malas prácticas, se hizo cirugía con machete. Con esas decisiones, nos privamos de contar con una capacidad de generación que los expertos calculan en el rango de 6,000 a 10,000 MW.
Para poner las cosas en perspectiva, es una suerte contar con expertos que también son buenos comunicadores. Quiero reconocer las explicaciones de Gonzalo Monroy, en el programa de radio de Ana Francisca Vega y las de Ramsés Pech, con Eduardo Ruiz-Healy. En El Economista, Jorge Andrés Castañeda describió lo que ha pasado con la capacidad de generación del Sistema Eléctrico Nacional. En 2019, la CFE tenía una capacidad instalada de 42,018 MW. A fines de 2023, ésta se había incrementado a 44,846 MW. En el caso de los productores privados, pasaron de 13,247 a 16,603. En todo el sexenio, es un crecimiento de 6 por ciento.
¿Había forma de anticipar los apagones? Pablo Zárate advirtió el 21 de abril, también en estas páginas, que el Sistema Eléctrico Nacional se estaba quedando sin capacidad de respuesta. Esa semana hubo tres días en los que se detonaron alertas porque el sistema quedó por debajo del umbral de 6 por ciento. El martes 16 de abril fue 5.52 por ciento. El miércoles 17 bajó a 4.52% y el miércoles 18 quedó en 3.69 por ciento. Los apagones de esta semana pudieron ocurrir hace tres semanas. Podrían suceder cualquier día de las próximas semanas.
Dije líneas arriba que el presidente quiso llevar los reflectores de la atención al tema del calor para no hablar de los errores de la política pública en el sector eléctrico. Dije, también, que tenía razón en hablar de la temperatura porque no podemos dejar al calor fuera de la explicación de los apagones. Las altas temperaturas incrementaron el uso de ventiladores y equipos de aire acondicionado en los hogares. Para las empresas, dependiendo en el rubro en el que operen, significó también un aumento en su consumo eléctrico. Pienso en las oficinas, donde están decenas de personas y cientos de equipos. En los productores de alimentos: frutas, vegetales o carne. En el combate al calor, la electricidad es un arma que produce frío.
El calor es parte de la explicación, pero también puede servir como pretexto. Si, además, se mezcla el calor con el cambio climático, puede construirse una narrativa de que estamos frente a algo que es enorme e inevitable.
En el caso de los apagones, cuando el presidente habla del calor, nos invita a revisar qué ha hecho el gobierno federal en política ambiental, combate al cambio climático y mitigación de sus efectos… transición energética.
Ni siquiera los más férreos defensores de AMLO podrán negar que éste ha sido un sexenio perdido en medio ambiente. El presupuesto se ha reducido; las instituciones que atienden esos temas se han debilitado o desaparecido: Semarnat, Conafor, Conagua, Conabio. En una de las obras emblemáticas, el Tren Maya, se pasaron por alto el requisito de la Manifestación de Impacto Ambiental. En vez de transición energética, hemos tenido un relanzamiento de los combustibles fósiles. Es la construcción de la refinería, pero también los subsidios multimillonarios a la gasolina. Para ponerlos en perspectiva: fueron 387,000 millones de pesos en 2022.
El calor seguirá aumentando. El 2023 fue el año más caliente para la Tierra desde que hay registro. El 2024 podría ser más caliente aún. Necesitaremos más electricidad para lidiar con los calores que vienen… ¿qué creen? Produciremos esa electricidad con un sistema eléctrico nacional que mayoritariamente sigue dependiendo de combustibles fósiles. En otras palabras, que contribuye al calentamiento global.