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Articulación de la red cebada en el altiplano mexicano (II)
Ayer comentamos la situación de la producción de cebada a nivel nacional, la cual está polarizada en cuanto a condiciones tecnológicas, rendimientos y tenencia de la tierra entre la zona del Bajío y el altiplano, y donde el reto principal de la banca de desarrollo e instituciones como FIRA es la inclusión financiera de los pequeños productores.
En esta ocasión comentaremos las principales características comparativas del cultivo en el altiplano, así como algunas acciones que han coadyuvado a la penetración financiera y la rentabilidad del cultivo.
En el Bajío, la producción de cebada compite fuertemente con la producción de trigo, de tal forma que existen dos aspectos fundamentales para la toma de decisiones de producción: disponibilidad de agua para el riego y precio de mercado. Si hay suficiente disponibilidad de agua, se siembra trigo principalmente.
En cambio, la cebada, por las características propias de la región del altiplano, encuentra condiciones óptimas que distinguen a esta región de otras, porque los ambientes son frescos y moderadamente secos con precipitaciones de 400 a 600 mm anuales, y altitudes que van de 1,800 a 3,000 msnm, donde la cebada tolera la salinidad, no así los suelos encharcados y arcillosos, ya que este cultivo puede desarrollarse en suelos poco profundos, pedregosos y bien drenados con pH de 6 a 8.5.
Estas condiciones generan en el grano características de extracto maltero y poder diastásico (capacidad de producir alcohol), superior a otras regiones del país.
A pesar de que México no se encuentra dentro de los primeros 20 lugares a nivel mundial en la producción de cebada, es el principal exportador de cerveza, siendo suficiente el nivel de la producción nacional para cubrir la demanda interna.
FIRA ha desarrollado esquemas de negocio que le han permitido articular la red cebada en la región del altiplano, instrumentando un esquema de desarrollo de proveedores con las industrias cerveceras, atendiendo mediante herramientas financieras y tecnológicas a productores de cebada y disminuyendo la brecha tecnológica entre las necesidades de la industria y la producción en campo.
FIRA promueve también, en esta región, créditos masificados de capital de trabajo para el adecuado manejo del cultivo y créditos refaccionarios para la adquisición de maquinaria, equipo e infraestructura de almacenamiento, ambos mediante esquemas de retención de crédito con la industria, que administra el riesgo por incumplimiento del productor y hace más atractiva la atención para los diversos intermediarios financieros; con la finalidad de incrementar la productividad del cultivo y la rentabilidad del productor.
Al cierre del 2018, la participación financiera de FIRA en la región del altiplano tuvo un flujo total de crédito operado a través de intermediarios financieros de 266.7 millones de pesos, de los cuales 244.8 millones correspondieron a créditos de avío y 21.8 millones a créditos refaccionarios. En los años subsecuentes, los apoyos y recursos de acompañamiento técnico para el mejoramiento de la productividad serán de especial importancia para los productores y empresas de cebada, a fin de continuar impulsando el crecimiento de esta red de valor nacional.
* Silvia Janeth Bojórquez Noriega y José Octavio Domínguez Cerna son promotora y agente de la Agencia Tulancingo, Hidalgo, respectivamente. La opinión aquí expresada es de los autores y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.