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Opinión

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Cat Power recrea a Dylan

Foto: Cortesía Domino Records

Foto: Cortesía Domino Records

El concierto del 26 de mayo de 1966 grabado en el Royal Albert Hall de Londres, Inglaterra fue una de las grabaciones piratas más codiciadas entre los arqueólogos musicales esotéricos y los Dylanólogos por varias décadas. 

Esta grabación es uno de los documentos más completos que nos muestran a Bob Dylan en la cumbre. Desde su aparición en la escena musical cuatro años antes, Dylan había alcanzado un culto casi religioso. Llevaba años asediado por la prensa que buscaba encontrar interpretaciones a cada cosa que decía, pues ya se le había concedido el título nobiliario de ser la voz de una nueva generación, y sus seguidores lo adoraban al punto del fanatismo extremo. Un año antes, había cambiado las baladas folk por las guitarras eléctricas, un acto que fue considerado como un sacrilegio por los folcloristas de espíritu puro. 

Armado con una guitarra eléctrica y una banda de rock, Dylan calló a los críticos y los fanáticos que habían creído que la voz de la generación folk había cometido un acto de traición. Es un momento histórico que quedó preservado en un bootleg que por muchos años se conoció como Live at the Albert Hall 1966.

El concierto en realidad fue grabado en el Free Trade Hall de Manchester el 17 de mayo de 1966, durante la primera gira mundial de Dylan, y capturado también por las cámaras del documentalista D. A. Pennebaker para lo que sería la película documental Don’t Look Back

La grabación consiste en una parte acústica, con guitarra, armónica y la rasposa voz de Dylan con algunas de sus obras más experimentales como “Desolation Row”, “Just Like a Woman”, “It’s All Over Now Baby Blue”, “Visions of Johanna” y “Mr. Tambourine Man”, que impulsó toda una ola de músicos de folk rock. 

El momento cumbre llega cuando un iracundo fanático le grita a Dylan: “¡Judas!”. “No te creo”, responde “eres un mentiroso”, mientras instruye a Levon and the Hawks a tocar la siguiente canción muy duro.

El lado eléctrico muestra su salto hacia otro sonido. La banda que acompaña a Dylan, Levon and the Hawks, es capaz de adaptarse al ritmo, humor y todas las inflexiones que le inyecta en cada presentación. Levon and the Hawks consistía de Robbie Robertson en la guitarra, Levon Helm en la batería, Rick Danko en el bajo, Richard Manuel en el piano y Garth Hudson en el órgano. Dos años después cambiaron su nombre simplemente a The Band, con el que redefinieron la música estadounidense. 

Su conversión eléctrica, como una de tantas que ha mostrado durante su carrera, eran muestra de la eterna construcción del mito de Bob Dylan. Aquella gira de Dylan acabaría con el rockstar. A su regreso a los Estados Unidos, Dylan se accidentó en su motocicleta y se refugió en el condado de Woodstock, en Nueva York, donde comenzó la segunda etapa de su carrera musical que lo empujó hacia nuevas direcciones.  

Una reproducción fiel de un bootleg mítico 

En noviembre de 2022, la cantante estadounidense Chan Marshall, mejor conocida como Cat Power, recreó sobre el escenario del Royal Albert Hall aquel mítico concierto de Dylan en el álbum recién editado: Cat Power Sings Dylan (Domino Records, 2023). 

Cat Power nunca ha sido ajena a explorar la música de otros artistas como Gram Parsons, Al Green, The Velvet Underground, Jackson Browne, The Highwaymen, Joni Mitchell y el propio Dylan. 

La interpretación de Marshall y la banda es precisa, casi como si fuera una puesta en escena teatral de un clásico. Es la versión más idealizada de Cat Power sobre el escenario y la que me encantaría ver en vivo. A diferencia de sus presentaciones en vivo que a veces pueden parecer erráticas y dubitativas, aquí Cat Power comanda a su banda y puede poner sus propias inflexiones a las canciones de Dylan. 

El performance culmina anticipadamente con el mítico grito de “¡Judas!” y Cat Power vuelve a pedirle a la banda que le suba al volumen. 

antonio.becerril@eleconomista.mx 

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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