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Colombia, la campaña y el resultado
Los datos sobre la nueva geografía política de Latinoamérica ya se han platicado mucho: de los ocho países más poblados de Sudamérica, seis están en manos del algún tipo de izquierda o progresistas (sólo se escapan Ecuador con problemas sociales y un presidente con bajísima popularidad y Brasil con elecciones este año); y en todo Latinoamérica, esa proporción sube a siete de 10 países al incluirse México. Si en Brasil triunfa Lula, 80% de la población de latinoamericanos estará gobernada por alguna izquierda. No se puede hablar de una sola izquierda porque los orígenes son distintos, desde un presidente sin preparación como Castillo, un líder estudiantil como Boric, un exguerrillero con licenciatura en economía como Petro, un político tradicional como Fernández, etcétera, pero de alguna manera se conectan en el discurso y se apoyan.
Sobre la campaña que recién vivimos, hay aprendizajes:
1.- Se presentó un voto anti-gobierno, como en casi todos de los países que han vivido elecciones recientemente (México, El Salvador, Chile, Colombia y muchos más), el candidato “oficial” ni siquiera llegó a la segunda vuelta.
2.- Las campañas sirven. La pelea final fue entre el favorito Petro que gana primera vuelta por 12 puntos (40%-28%) y hace una campaña sin errores para contener la unión en su contra y no perder como le ocurrió en la elección pasada (contra Duque); y un candidato “sorpresa” que debe analizarse con detalle, Rodolfo Hernández.
3.-Hernandez inicia primera vuelta con 4% y se cuela a la segunda incrementando en pocas semanas ese 4 al 28% superando al que parecía seguro contendiente Federico Fico Gutiérrez que se queda en 24%; Fico cometió errores, pero ese resultado se debe más a lo que hizo Hernández. A pesar de su edad, se presentó como un candidato “diferente” con una campaña “moderna” utilizando sólo redes sociales y específicamente Tik-tok, con un discurso monotemático y despreciando medios tradicionales y debates; logró subir rápidamente y atraer a votantes indignados, no peleó por la reivindicación de grupos, no generó miedo al cambio, se presentó como el justiciero que castigaría a los corruptos gobernantes; no atendió temas sustantivos y tal vez por ello evitó entrevistas y debates.
4.- Ya en segunda vuelta, Hernández recibió el apoyo de otros candidatos que lo apoyaban por el temor a la llegada de Petro. Aquí vimos el primer problema de su campaña, alguien hizo el cálculo simplista (28% Hernández más 24% de Fico en 1ra vuelta) de que los votos suyos más los votantes temerosos a la izquierda bastaban para ganar, no se preocupó por buscar otros grupos (lo que sí hizo Petro), no se preparó para cambiar de campaña. Las segundas vueltas son juegos nuevos, son campañas distintas, pero Hernández se mantuvo con la misma dinámica de redes y de monotema y mantuvo la estrategia del abandono de medios y de debates, sus seguidores lo justificaban con un simple “es diferente” sin poderse explicar la razón de esta estrategia; se generó la idea de un abandono, de una campaña sin candidato, y mientras Petro aprovechó su posición de opositor para “robar” el discurso anticorrupción, ahora ya no tenía Hernández el monopolio del tema, de su único tema, y perdió su ventaja, se quedó sin una narrativa ganadora. No es despreciable el 47% logrado ni los 10.5 millones de votos con los que hubiera ganado si la participación se hubiera mantenido, pero Petro logró que se presentaran casi 3 millones de votantes más, atraídos por las reivindicaciones sociales que prometía. Con Petro tenían al justiciero anticorrupción y al justiciero social. La primera característica era la de Hernández y terminó compartiéndola, la segunda siempre fue la suya.
5.- Como corolarios:
a) La campaña importa, no se puede despreciar a ningún candidato por bajo que se le vea.
b) Las redes sociales sirven, pero no bastan.
c) Una primera vuelta no es lo mismo que la segunda; obliga a rediseñar campañas.
d) Hay que microsegmentar y construir discursos adecuados a cada segmento.
e) Las elecciones se tratan hoy de reivindicación de grupos poblacionales, los candidatos deben identificarlos y atraerlos, jugar en contra de ellos es convertirse en automático en “el malo de la película”.