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Opinión

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Consecuencias económicas del terremoto

La principal consecuencia del terremoto en territorio nipón será mayor crecimiento económico, si el gobierno de Japón no desperdicia la oportunidad.

El terremoto y tsunami del pasado viernes en la costa japonesa del Océano Pacifico es el típico desastre natural catastrófico, evento de baja probabilidad pero asociado a daños graves sobre vidas, propiedades personales, e infraestructura pública. Su magnitud física es difícil de imaginar, según algunos cálculos desplazó 2.4 metros la isla principal de Japón y 10 centímetros el eje de rotación de la tierra. Su costo económico directo se estima en un rango de US125-250 mil millones, aproximadamente 3.4% del PIB. El gran terremoto de 1995 en K?be fue de magnitud 6.9 y costó 2% del PIB.

Desde principios de los 90, la economía japonesa está atrapada en un círculo vicioso de crecimiento lento y deflación, acompañado de tasas de interés nominal cero, pero real alta, moneda fuerte, déficit público alto, y demanda domestica débil, un ejemplo en el mundo real de la trampa de liquidez keynesiana. Antes del terremoto, la economía estaba reacelerando después de una de sus frecuentes pausas, apoyada por la demanda global de exportaciones, pero el ingreso disponible domestico, el empleo y el consumo seguían flojos, como de costumbre. Un signo alentador es que la tasa de deflación caía gradualmente hacia la buscada estabilidad de precios. De acuerdo con estimaciones del Banco de Japón, la economía creció 3.3% en el 2010, crecerá 1.6% en el 2011 y 2% en el 2012. La tasa de inflación fue de -0.3% en el 2010 y se espera un repunte de 0.3% en el 2011 y de 0.6% en el 2012. Tras la tragedia, se tendrá que revisar este escenario.

Tenga cuidado de lo que desea porque puede obtenerlo, es una vieja expresión estadounidense. Cuentan que hace ya unos años, un extranjero que visitaba el Ministerio de Finanzas de Japón preguntó: ¿Qué hace falta para que la economía crezca? Un buen terremoto , fue la sorprendente respuesta de un funcionario. No se debía interpretar literalmente sino en sentido figurado: se requiere de algo extraordinario para escapar de la trampa de liquidez. Contrario a la primera impresión que provocan los desastres provocados por la naturaleza o el hombre, como las guerras, dejan poco rastro en la historia al ser seguidos por periodos de rápido crecimiento y recuperación. Fue el caso de Alemania y el propio Japón después de la Segunda Guerra Mundial, los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York y el reciente terremoto en el sur de Chile en el 2010.

Los desastres destruyen riqueza o capital, pero en general generan crecimiento del producto como resultado de la reconstrucción que les sigue. Japón está en condiciones de aprovechar la tragedia. Su capital humano de primer nivel sigue intacto: cerca de 90% de envidiable infraestructura física no fue afectada y tiene enormes reservas de activos financieros líquidos.

El gobierno debe lanzar un programa masivo de gasto público en infraestructura y de incentivos a la inversión privada en la zona, al mismo tiempo que el Banco de Japón inunda a los mercados locales y globales de yenes. El gasto público financiado con este dinero barato tendrá un tremendo efecto multiplicador sobre el gasto privado, provocando un fuerte repunte del crecimiento económico.

Sorprendentemente, pienso que la principal consecuencia del terremoto en territorio nipón será mayor crecimiento económico, si el gobierno de Japón no desperdicia la oportunidad.

rfeliz@eleconomista.com.mx

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