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Opinión

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¿Cuándo tendremos identidad digital?

Fui al banco y para hacer un trámite me pidieron mis huellas dactilares. Esperé mientras confirmaban mis huellas con el Instituto Nacional Electoral (INE). La coincidencia ocurrió y el trámite avanzó. Leo las atribuciones y facultades del INE y en ningún artículo encuentro que deba validar datos personales biométricos de usuarios bancarios, porque para el banco la credencial para votar no era suficiente para confiar en mi identidad. El INE ha firmado convenios para identificación de personas. ¿Esa es su labor? El procedimiento consiste en que el INE recibe la información, la busca en su base de datos y confirma o rechaza la coincidencia.

La Secretaría de Gobernación solicitó al INE los datos biométricos de los mexicanos inscritos en el Padrón Electoral, la cual fue negada por el INE. La autoridad electoral se envolvió en una bandera de legalidad y adujo que la Ley Federal de Protección de Datos Personales obliga al INE a resguardar los datos y la información personal de los mexicanos. ¿Dónde queda la colaboración entre instituciones del Estado? Cuando les conviene, los órganos autónomos creen estar por encima del Estado o se creen un cuarto poder independiente. Esa es la actitud del INE con respecto a su base de datos y la credencial para votar.

El IFE-INE siempre ha sido celoso de la credencial para votar con fotografía y de que ninguna otra institución emita una identificación con tanta aceptación social y legal. Hay mucho dinero y poder detrás de emitir la credencial más importante de los mexicanos, tener la base de datos más numerosa y estructurada y resguardar los datos personales de millones de ciudadanos.

La Segob quiere actualizar el Registro Nacional de Población y crear una cédula de identidad. El problema es que no confiamos en el gobierno y menos en la Segob, pero esa cédula tendría que existir. El diferendo INE-Segob debería que llegar a la Suprema Corte. Aunque el INE no facilite los datos biométricos solicitados por la Segob, el gobierno puede iniciar el trámite de la Cédula de Identidad Ciudadana, apoyado en la Ley General de Población.

Ya es tiempo de que los mexicanos tengamos una identidad digital única desde el nacimiento que permita la inclusión social, política y económica, así como para acceder a servicios básicos y ejercer derechos.

Los países avanzados tienen el control de su población y emiten dichas cédulas de identidad desde muy temprana edad. En Estados Unidos existe el Número y Tarjeta de Seguro Social desde la infancia; la expide la Administración de Seguridad Social, es decir, no tiene una orientación política sino de bienestar social.

Los consejeros del INE aseguran que la credencial para votar con fotografía es la cédula de identidad de los mexicanos. Falso: los infantes no tienen credencial del INE porque es para votar no para registrar la identidad histórica y concreta de una persona que nace dentro de un Estado y territorio, ejercer derechos y tener oportunidades. Más de un millón de mexicanos no tiene acta de nacimiento, de los cuales 600,000 son niños, niñas y adolescentes. Sin identidad no hay derechos.

El INE organiza elecciones. Para acreditar la ciudadanía mexicana y ejercer el derecho al voto en México y en el extranjero, el INE emite una identificación oficial que usamos casi para todo, incluso para acceder a un antro, porque quien tiene INE es mayor de edad.

También tenemos la CURP (Clave Única de Registro de Población) que emite la Segob y que nos pide el gobierno para iniciar cualquier trámite. Cualquier persona en cualquier café Internet puede consultar e imprimir la CURP. No existe proteccion. La credencial para votar también incluye la CURP.

Tenemos el RFC (Registro Federal de Contribuyentes) con homoclave. Se parece a la CURP pero es más breve. La emite la Secretaría de Hacienda y nos acredita como contribuyentes, aunque algunas personas no reciban ingresos, nunca hayan tenido un empleo ni paguen impuestos.

Para las personas adultas mayores está la credencial Inapam, que emite el Instituto Nacional de las Personas Mayores. Sirve para algún descuento en farmacias, para obtener beneficios fiscales en la boleta predial y para usar gratuitamente el transporte. La credencial del INE no otorga esos beneficios aunque incluya la edad.

Mi credencial universitaria permite obtener descuentos en laboratorios clínicos y en recintos culturales. Si se es licenciado se tiene una cédula profesional tramitada por la Secretaría de Educación Pública, la maestría genera otra cédula y el doctorado una más. La Secretaría de la Defensa Nacional expide la Cartilla Militar, que no sirve de mucho pero que los patrones exigen a los hombres para obtener un empleo o solicitar un pasaporte (tramitado por la Secretaría de Relaciones Exteriores), otra identificación que en 2020 será electrónica, con chip y datos biométricos.

El recibo telefónico de Telmex se usa como comprobante de domicilio, porque la credencial para votar no es confiable en ese detalle. Google, Facebook, Apple, Microsoft, Tinder, Snapchat, Twitter, algún banco, el operador móvil y un largo etcétera ya tienen nuestros datos personales y algunos biométricos. El número celular ya es una identidad. La Estrategia Digital Nacional nunca materializó el Expediente Clínico Electrónico, el Certificado Electrónico de Nacimiento ni la Cartilla Electrónica de Vacunación.

Tenemos una billetera llena de credenciales. Cada una nos acredita como mexicano, habitante, ciudadano, contribuyente, conscripto, adulto mayor, profesor, estudiante, licenciado, maestro, doctor y un domicilio real. La tecnología permite tener todo eso en una sola identidad digital actualizada y permanente. El INE no puede seguir oponiéndose y el gobierno debería iniciar ya el trámite de identidad digital.

*El autor es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).

Twitter: @beltmondi

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Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi). Analista de medios y telecomunicaciones y académico de la UNAM. Estudia los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la comunicación política y el periodismo. Es autor del libro El presidencialismo mediático. Medios y poder durante el gobierno de Vicente Fox.

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