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Opinión

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Dos anomalías de Marcelo Ebrard

No son buenos tiempos para una democracia cuando un funcionario gubernamental envía una carta aclaratoria al director editorial de El Economista, Luis Miguel González, para enmendar el estilo de una de mis columnas. No es una anomalía cuando se envía una carta para aclarar datos o información; sí lo es cuando se intenta delimitar el área deontológica de un analista.

“Consideramos que se debe ser cuidadoso en los trabajos de opinión en los medios de comunicación; mezclar opiniones, conceptos teóricos y anécdotas para validar una hipótesis, no contribuye a la edificación de discusiones constructivas y a informar oportunamente a la opinión pública”, indica en la carta.

El martes 18 de octubre escribí: “Gobierno de publicistas, no de funcionarios”.

La columna versa sobre el corto alcance de la supuesta política exterior feminista de SRE, y tuvo dos ejes en el que reposo mi análisis: la delineación de la política exterior la lleva a cabo el presidente AMLO. El segundo eje recoge comentarios de fuentes diplomáticas europeas.

Si el presidente AMLO no tiene articulada una estrategia de política feminista que atraviese a todas las dependencias federales, la política exterior feminista termina siendo un programa de recursos humanos de la SRE.

“Anécdotas”, las llama Marcelo Ebrard en la carta que envía a través de su área de comunicación. No hay periodismo tan rico como el que se practica sobre el campo de investigación. Las observaciones que recojo en la columna son fuentes primarias.

“Mezclar opiniones”, indica la carta. En efecto, una columna de opinión precisamente tiene esa característica. Es un ejercicio intelectual que, como vector resultante, aparece la opinión condensada.

Es claro que la redacción de la carta no es pluma de un periodista. Preocupa que un precandidato a la presidencia como Ebrard muestre rasgos que intenten enturbiar los libres terrenos para el análisis de este espacio.

En la carta de SRE señala que México es referente de la política exterior feminista. No es posible cuando la SRE guarda silencio en el caso de Pedro Salmerón, señalado por varias estudiantes como acosador sexual.

Es una anomalía cuando desde la oficina de Marcelo Ebrard le piden a periodistas como a Ricardo Raphael que revele mis fuentes de información en el noticiero de Carmen Aristegui. Así ocurrió en el 2019.

“Es amigo de Gutiérrez Canet y Martha Bárcena”, dijo. Correcto, dos queridos amigos. ¿Es delito?

El presidente López Obrador viajó a Washington para agradecerle a Donald Trump el buen trato que les dio a los mexicanos. La anécdota es real. No es fake news. Ocurrió el 8 de julio de 2020. AMLO demostró que existen múltiples realidades, o si se prefiere, ya no es necesario distinguir entre mentiras y verdades bajo el entorno de la posverdad.

Dos anomalías enrarecen el entorno.

@faustopretelin

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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