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Opinión

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El PIB de un sexenio perdido

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ni siquiera pudo impulsar la economía con fines electorales.

Por donde se le vea, este gobierno lo hizo mal. Comprometió las finanzas públicas con un gasto electorero descomunal en el arranque del 2024 para tratar de influir en los electores y no logró que el Producto Interno Bruto (PIB) del primer semestre tuviera un despegue, así fuera artificial.

Regaló el dinero de los contribuyentes, no buscó nunca una rentabilidad social, sobreendeudó la economía, desequilibró las finanzas públicas y sólo logró un crecimiento de 1.5% del PIB durante el primer semestre. Todo un fracaso.

Se antoja muy difícil que en esta segunda mitad del 2024 pueda haber un mejor resultado que le permita a esta economía alcanzar, al menos, 2% de crecimiento anualizado en este el último año de gobierno de López Obrador.

Y no se ve posible porque el principal ahuyentador de las inversiones es el Presidente que ya se va.

La cantidad de problemas que deja tras de sí López Obrador hacen que en estos momentos prive un ambiente de desconfianza total en México, por sus pretendidas contrarreformas constitucionales y por la herencia que deja, que es el equivalente a quemar las naves que lleven a México a ser una economía confiable y competitiva.

Tras el modesto y tortuoso repunte que tuvo la economía mexicana después de la pandemia de Covid-19, ha seguido una desaceleración constante desde el 2022 que pueden llevar al PIB de México a acumular un crecimiento de apenas 1% durante todo el sexenio, sin duda el peor desde los gobiernos populistas de los 70 y 80.

Ha sido un fracaso en lo económico, y prácticamente en todo, este sexenio que prometió terminar con tasas anuales de expansión del PIB de 6 por ciento.

El muy pobre crecimiento sexenal ha llevado a que el PIB per cápita del sexenio de López Obrador sea mucho más bajo que el que dejó, hace ya seis años, Peña Nieto. Se perdió un sexenio de crecimiento y la herencia que deja lleva a que podamos perder mucho más.

Al menos durante el arranque del sexenio que empieza en dos meses habrá que pagar las cuentas pendientes del obradorato. El presupuesto de egresos del 2025 tendrá que recibir el castigo de los recortes necesarios para bajar el déficit fiscal de 6% al menos a 4 por ciento.

El caos en el que queda Petróleos Mexicanos será otro lastre inevitable para arrancar el gobierno de Claudia Sheinbaum y lo que no se corrija con decisiones correctas tendrá que pagarse con recursos públicos.

Y otra muy mala herencia son las contrarreformas absurdas y rencorosas de la agenda personalísima de López Obrador que están a punto de ser aprobadas.

Requeriría de un trabajo político valiente, inteligente y urgente para frenar ese paquete autodestructivo en estos 61 días que le quedan en el poder.

No significa que se deje sin cambios una larga lista de temas, como el poder Judicial, pero tienen que ser iniciativas más serenas y menos vengativas.

Lo malo de este sexenio perdido es que deja sembradas las semillas para perder otro más si no hay la habilidad para que la siguiente administración busque escribir su propia historia.

ecampos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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