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Opinión

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El confinamiento cambió nuestros hábitos y costumbres de un día para otro

Foto: Archivo

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Han transcurrido 52 semanas desde la clausura de la 83 Convención Bancaria en el puerto de Acapulco, el tema era precisamente la Prosperidad para todos en la era Digital, habían pasado algunas semanas desde el primer caso de Covid-19 registrado en nuestro país, pero nadie pensó el daño que haría en la actividad económica y en nuestra vida diaria el gran confinamiento.

Un año después, las pérdidas humanas son sin duda lo más lamentable, cerca de 200,000 muertes en México, producto de una crisis sanitaria, que sumada al cierre de varias actividades económicas (consideradas no estratégicas) nos obligó a todos a cambiar nuestros hábitos y costumbres y, en el caso particular de la banca, a crear reservas adicionales por 44,000 millones de pesos y acelerar el cambio tecnológico.

De un día para otro hubo que cerrar sucursales y vieron cómo aumentaban las descargas de sus aplicaciones, con lo cual el crecimiento en el número de clientes digitales tuvo un salto exponencial. En el caso de Banco Azteca, por ejemplo, pasaron de 7 millones de clientes digitales a 12 millones en un año y esperan que para el 2022 sus 20 millones de clientes sean digitales. Héctor Grisi, director general de Santander, nos cuenta que sus planes de crecimiento digital de cuatro años se cumplieron en uno.

La directora de Visa narra cómo 78% de sus clientes están dispuestos a adoptar las nuevas tecnologías para siempre y cómo el año pasado se observó un desplazamiento más acelerado del efectivo hacia los pagos digitales.

En el caso de Compartamos, su director general, Patricio Diez, nos explica cómo en esa entidad, que prioriza el trato directo con sus clientes, tuvieron que migrar a lo tecnológico y saben que no habrá marcha atrás.

Cada banco decidió de forma individual ofrecer prórrogas de cuatro a seis meses para sus clientes. Eduardo Osuna, director general de BBVA, afirma que la totalidad de los clientes que utilizaron la prórroga se ha puesto al corriente.

Así, 8.6 millones de clientes de la banca se sumaron al programa de diferimiento, presentado en marzo del 2020, y 1.1 millones reestructuró su crédito.

El cierre de empresas, cines, restaurantes y miles de negocios repercutió en una caída de 8.2% del PIB durante el 2020, y el crédito, por su parte, registró caídas por primera vez en una década en prácticamente todos sus rubros, excepto en hipotecas. A pesar de ello, la morosidad, por ahora, no es algo que preocupe al sector.

Hoy más que nunca, es de resaltar la labor social de Quiera, la fundación de la ABM que trabaja con niños en situación de calle, pues literalmente se arremangó y no cesó en su trabajo y también readaptaron sus sistemas de atención para entregar despensas y artículos de higiene.

Sin duda el Covid-19 nos deja grandes enseñanzas a los mexicanos en general, y la banca en lo particular, para adaptarnos a la nueva normalidad.

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